La Comunidad de Madrid ha iniciado los trámites para declarar el cocido madrileño como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Patrimonio Inmaterial, reconociendo su profundo arraigo en la vida cotidiana, festiva y gastronómica de los madrileños. Así lo ha anunciado el Ejecutivo autonómico este 5 de julio, tras la evaluación favorable del Consejo Regional de Patrimonio Cultural, órgano encargado de este tipo de designaciones.
Este reconocimiento no solo protege una receta tradicional, sino que resalta su papel como hecho social y cultural que ha acompañado durante más de siglo y medio a generaciones de ciudadanos en todos los rincones de la región, desde la capital hasta los núcleos rurales.
Un plato, una técnica y una forma de vida
Más que una simple receta, el cocido madrileño representa una forma de entender la mesa y la convivencia. Con una base de garbanzos, carnes, verduras y embutidos, su preparación se caracteriza por la cocción en agua y el ritual del “vuelco”, que consiste en servir los ingredientes por separado, siguiendo un orden tradicional de consumo.
Este plato se consolidó como símbolo de la gastronomía regional a mediados del siglo XIX, aunque sus antecedentes pueden rastrearse hasta la “olla podrida” del Siglo de Oro, mencionada ya en el siglo XVI. Con el paso del tiempo, el cocido fue evolucionando hasta adoptar una identidad concreta ligada al entorno madrileño, tanto en las cocinas domésticas como en la alta restauración.
Lo que en otro tiempo fue despreciado por sectores elitistas, hoy es un símbolo de identidad regional que ha recuperado su prestigio y ha sido reivindicado como parte fundamental del patrimonio cultural de Madrid.
Variantes locales y memoria colectiva
Uno de los aspectos que más valor ha añadido a la decisión del Gobierno regional ha sido la diversidad de variantes locales del cocido madrileño, que muestran su capacidad de adaptación a lo largo del territorio. Desde el “pradeño” de Villa del Prado, al “corucho” de Cenicientos, o la “olla del segador” de Navalcarnero, cada municipio ha sabido aportar matices que enriquecen la tradición común.
Asimismo, el cocido madrileño ha mantenido su presencia tanto en momentos festivos como en el día a día de la sociedad, convirtiéndose en un elemento central de la comensalidad —el acto de compartir la comida—, reforzando los vínculos familiares y comunitarios.
Protección, difusión y revitalización
El proceso iniciado por la Comunidad de Madrid tiene como objetivo preservar esta tradición culinaria, difundir sus características culturales y técnicas, y revitalizar su consumo y conocimiento, especialmente entre las nuevas generaciones. La declaración como BIC permitirá implementar medidas de protección institucional, fomentar su estudio desde la gastronomía y la antropología, y promover su presencia en circuitos turísticos y educativos.
Con esta iniciativa, la Comunidad de Madrid reafirma su compromiso con el patrimonio inmaterial, reconociendo el valor de tradiciones vivas que forman parte de la identidad colectiva y que contribuyen a mantener el legado cultural de la región. La decisión también posiciona al cocido madrileño al nivel de otros elementos culturales protegidos por su significación histórica, social y simbólica.