El futuro incierto de los jóvenes en España: jubilación tardía, precariedad laboral y acceso imposible a la vivienda

Un estudio del IVIE y BBVA alerta de que los jóvenes actuales deberán trabajar hasta los 71 años para acceder a una pensión digna. La inestabilidad laboral, los bajos salarios y el bloqueo en el acceso a la vivienda dibujan un horizonte lleno de obstáculos para una generación que ya percibe su futuro peor que el de sus padres

Estudiantes universidad  - FOTO: ROBERTO PEREZ
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El futuro que se perfila para los jóvenes en España está marcado por una jubilación más tardía, una precariedad estructural en el empleo y enormes dificultades para emanciparse. Así lo revela un informe publicado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación BBVA, que advierte de que quienes hoy tienen entre 20 y 30 años tendrán que trabajar hasta los 71 años para mantener una pensión suficiente que les permita sostener su nivel de vida al retirarse.

Según el estudio, la baja tasa de empleo juvenil, situada en un 43,2% frente al 58,7% en 2007, y la entrada cada vez más tardía en el mercado laboral dificultarán que los jóvenes logren los 37 años cotizados necesarios en 2027 para jubilarse a los 67 años con el 100% de la pensión. En muchos casos, solo alcanzarán los 30 años de cotización en 2065, lo que obligará a retrasar la edad de jubilación hasta los 71 años para evitar recortes sustanciales en la cuantía de la pensión.

Carreras laborales fragmentadas y menores tasas de reemplazo

Además del retraso en la edad de retiro, los jóvenes también verán mermadas sus pensiones debido a reformas en el sistema que reducen la tasa de reemplazo —la proporción entre la primera pensión y el último salario—. Según el informe, esta tasa bajará del 77,1% actual al 75,3% para quienes tengan solo 30 años cotizados, y podría descender aún más, hasta un preocupante 57,6%, si se implementan futuras reformas como el aumento del periodo de cómputo a los últimos 35 años trabajados, la exigencia de 40 años cotizados para el 100% de la pensión, o la vinculación de la pensión a la esperanza de vida.

El Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que incrementa las cotizaciones de los trabajadores actuales para sostener el sistema, también penaliza a los jóvenes, que deberán hacer mayores aportaciones sin recibir necesariamente mejores prestaciones. El resultado es una generación más exigida en términos contributivos pero con menores perspectivas de retorno.

Precariedad laboral, bajos salarios y sobrecualificación

A este panorama se suma una situación laboral profundamente inestable, marcada por altas tasas de temporalidad (28%) y parcialidad (18,5%), así como una sobrecualificación generalizada. Aunque la reforma laboral de 2022 ha reducido parte de la temporalidad, el mercado sigue siendo hostil para los jóvenes, que en muchos casos deben encadenar trabajos mal remunerados y sin continuidad.

El salario medio de entrada para trabajadores entre 25 y 34 años es de 2.011 euros brutos mensuales, por debajo del promedio nacional, y para menores de 24 años se mantiene estancado desde 2008 en torno a los 1.102 euros mensuales. Mientras tanto, el precio medio del alquiler se sitúa en 1.080 euros, lo que impide la emancipación y reduce la capacidad de ahorro de millones de jóvenes.

Vivienda inalcanzable: el gran muro generacional

El acceso a la vivienda se ha convertido en un desafío estructural. Solo el 15% de los jóvenes vive fuera del hogar familiar, y de ellos, la gran mayoría lo hace en régimen de alquiler compartido, según el II Informe Jóvenes y Vivienda de Century 21. El 80% de los jóvenes señala el alto precio de la vivienda como principal obstáculo, seguido de la falta de ingresos suficientes (65%) y la ausencia de ahorro previo (54%).

En los últimos años, la oferta de viviendas se ha mantenido muy por debajo de la demanda, con un déficit estructural estimado en 600.000 viviendas. Mientras tanto, el precio de compra se ha duplicado en proporción al PIB per cápita desde 1985, lo que convierte la propiedad en un objetivo casi imposible para los menores de 35 años.

Pérdida de confianza y auge del malestar social

Este cúmulo de factores ha derivado en una profunda desafección de la juventud respecto al sistema político y económico. La falta de expectativas de mejora, la desigualdad intergeneracional y la sensación de abandono institucional están generando una crisis de salud mental sin precedentes, con casi el 60% de los jóvenes reconociendo haber sufrido problemas psicológicos en 2023 y el 48,9% afirmando haber tenido ideaciones suicidas, según el Consejo de la Juventud de España.

Este malestar ha sido aprovechado por formaciones populistas, especialmente de extrema derecha, que canalizan la frustración de una generación sin certezas ni promesas de mejora. El informe “Equilibristas” alerta de que la falta de respuestas estructurales alimenta la erosión democrática y el alejamiento de los jóvenes de las instituciones tradicionales.

Un futuro hipotecado sin reformas valientes

El estudio del IVIE y BBVA, respaldado por múltiples datos oficiales, es claro: si no se implementan reformas profundas que aseguren carreras laborales estables, acceso a la vivienda y una redistribución más justa de los recursos públicos, los jóvenes de hoy vivirán peor que sus padres.

Es urgente repensar el sistema de pensiones, las políticas de empleo y el modelo de vivienda para evitar una fractura generacional irreversible. Porque no se puede construir un país fuerte dejando sin presente —ni futuro— a quienes están llamados a sostenerlo mañana.