Nuestro país presenta un gran déficit de lectores, a pesar de que diferentes estadísticas muestren datos que induzcan a pensar lo contrario; entidades e instituciones públicas trabajan con la finalidad de fomentar el interés por la palabra escrita, y desde el sector privado se lucha —en ocasiones, se batalla a brazo partido— contra todos los factores que representan obstáculos para convertir la lectura en una actividad indispensable para los ciudadanos. En las grandes muestras del mundo del libro, como lo es la feria del libro de Madrid, por poner un ejemplo, los autores más mediáticos tienen un gran número de personas haciendo largas esperas para obtener la firma de un ejemplar. Pero son una veintena de nombres los que acaparan tal éxito de seguidores. La inmensa mayoría de escritores que firman en las casetas de las librerías y las editoriales son personajes desconocidos, anónimos de cara a captar la atención de los visitantes. Incluso en determinados casos lo que origina la afluencia masiva de público es el glamour del famoseo, la potente imagen en redes sociales de los yutuberos, y los artistas que han hecho un escarceo en el mundo literario. Pero no es una demanda real de amor por la lectura lo que muestra ese efecto de aglomeraciones. Gran parte de escritores que no pertenecen a los proyectos de los dos monstruos editoriales que operan y monopolizan el sector en este momento, «se comen un colín». A pie de calle, en el contacto con el público potencial para adquirir libros, comprobamos que nueve de cada diez personas declaran abiertamente que no leen nada; nada en absoluto, dejando aparte WhatsApp y redes sociales.
Un grupo de veinte autores de varios lugares de España —casi todos residentes en la Comunidad de Madrid— escritores de muy diversos géneros literarios, se han puesto en marcha para aportar su calidad literaria al servicio del fomento de la lectura. Capitaneados por Luis María Compés e Ignacio de Gregorio, con colaboradores del nivel de Margarita Campos y Javier Clavero, unidos en un proyecto que lleva como denominación «Visibilidad, el gran reto», están trabajando para conseguir en el plazo de dos años prestigiar la marca, incitar al público a conocerlos y crear la necesidad de que la temática que afrontan sus libros sea de interés y fuente de cultura, además de llegar al saber desde el gusto por la lectura.
«Visibilidad, el gran reto» cuenta como representantes de novela histórica con Andrés Pinar, Susana Aguilera, Marieta Alonso, Eduardo Velázquez y Maite Corbacho. En novela de intriga, acción y misterio los elegidos son: Carmelo Fernández, Emilia Serrano, José Tovar y Sandra Escudero. La novela actual tiene en su plantilla a Susana Aguirrizabal, Eva Barro, Blanca del Cerro y Belén Magro. En poesía el proyecto presenta a Paty Liñán, Margarita Campos, Enrique Bazako, Miren Palacios, Amelia Serraller y Mercedes Sendra, aunque esta última autora está difundiendo un libro para niños y jóvenes. La literatura infantil y juvenil está representada por Julia Cortés y Luis María Compés. Además, varios de estos autores citados tienen otras publicaciones de diversos géneros.
El grupo va a trabajar de una forma didáctica, es decir, el objetivo es mostrar e instruir, y provocar el flujo de las personas hacia los libros desde la cercanía y con un fin pedagógico. No olvidemos que la mejora indispensable de la sociedad en la que nos ha correspondido vivir ha de llegar desde el conocimiento, dando herramientas a las personas para disponer de criterio y capacidad analítica ante los acontecimientos. El trabajo es arduo y ambicioso: «Visibilidad, el gran reto», es el futuro.