Ifigenia Doumi nació en Atenas en 1982 y es poeta y traductora del inglés y el español. Ha estudiado Filología Inglesa, Traducción Literaria y Arte Dramático. En 2018 publicó su primer poemario titulado Love me tender (ediciones Shakespearikon, Salónica) y en 2022 el segundo, titulado Me gusta todo (Ola m’aresoun, ediciones Kastaniotis, Atenas). Poemas suyos han sido publicados en las revistas Letras Libres (mexicana), El Maquinista de la Generación (española), Nervo (portuguesa), Ποιητική, Χάρτης, Books’ Journal, K del periódico Kathimeriní etc (griegas), así como en la antología sueca de poesía griega contemporánea Med fingret vidrör du orden (trolltrumma, 2019). Su segundo libro ha sido preseleccionado para el premio de poesía de la Sociedad de Escritores de Salónica y de la revista literaria “Hartis”.
¿Cómo describirías tu espíritu creador?
Mi creatividad es a veces hiperactiva y a veces lenta, perezosa. Extrae información de la vida cotidiana y la almacena en un espacio donde se fomenta la interacción y la sinapsis. Luego llegan las palabras –a veces por casualidad– y se topan con algunas de esas imágenes, o incluso con sus combinaciones, y entonces empieza a surgir la contemplación y, en última instancia, el poema, a través de un juego con el lenguaje y la música. La creatividad es una forma de sobrevivir, y me siento afortunada cuando me acompaña.
¿Qué mensaje esperas transmitir a través de tu palabra?
Casi imposible hacer llegar un mensaje a su destinatario en la desesperación de los tiempos. Demasiado ambicioso incluso para los que escriben. Hay demasiado ruido y miseria para que se oiga una voz. Sin embargo, es agradable pensar que la emoción de las pequeñas cosas puede proporcionar algunos momentos de alegría y apertura; que puede hacer que te sientas menos solo al darte cuenta de que otra persona está notando, sintiendo, pensando las mismas cosas que tú, y que, después de todo, la comunicación significativa nunca cesa. Si hay un mensaje en última instancia, es éste: no dejar que nuestra emoción se congele, aun asumiendo que somos capaces de lo mejor y de lo peor.
¿Qué papel juega la emoción en tu proceso creativo?
El papel más importante. La emoción y el sentimiento son la causa, el motivo, el propósito de la creatividad. Los sentimientos no tienen razón, no es fácil manejarlos, son originales, brotan de tus entrañas, de lo más íntimo y personal que puede haber. Y es un reto ponerlos en palabras y luego ser capaz de tratarlos como materiales, domesticándolos y utilizándolos; y tomar la distancia necesaria para poder procesarlos casi quirúrgicamente al servicio del propio poema. Y puede que el poema se enfoque a detalles cotidianos que con primera vista no tienen nada sentimental, pero que capturan la más profunda melancolía, desesperación, soledad, el amor... La poesía es el medio que ayuda expresar este mundo, compartirlo con los demás. Al escribir o editar el poema, la emoción mueve la mano con suavidad y cuidado, como si pisara caminos ya grabados.
¿Cómo percibes el mundo a través de tus ojos críticos?
Intento percibir el mundo con calma y neutralidad, pero no siempre lo consigo. Muy a menudo me invade la ira, la tristeza, la desesperación. Otras veces admiro al ser humano y su fuerza, el amor que puede esconder en sí mismo. Y entonces nace el deseo de hablar de ello; impulsada por el conflicto interior que se produce por la confrontación de lo real y lo posible, la realidad y la esperanza, la decepción y el sueño. El mundo es bello y feo al mismo tiempo, y nosotros también. Todos los ojos lo pueden ver.
¿Qué aspectos de la sociedad te provocan una respuesta creativa?
Relaciones humanas, adicciones, desesperación. El fracaso de la familia y las instituciones, la soledad. Los elementos humildes de la vida cotidiana que ponen a prueba la sensibilidad, la disponibilidad, la resistencia y la tolerancia del hombre. Su capacidad para reconciliarse sin sentirse humillado, para arreglárselas con poco sin sentirse pobre, para defender su derecho a no ser perfecto. Está bien no ser perfecto. Me encanta la tranquilidad de la mediocridad y lo acogedora que puede ser para cualquier exuberancia.