Andanzas. Vivencias. Poesía

La poética del agua, fuente de vida

En esta columna quiero invitar al curioso lector a apreciar tres poemarios cuyo tema central es el agua, elemento vital en nuestra existencia y en la cultura de los pueblos. El poeta David Wojan indica que “la poesía no surge de nuestras mentes sino de los líquidos que fluyen en nuestros cuerpos”. Existe así una poética del agua, fuente de vida. Hago una breve reseña de Agua Herida por Anabel Torres, Memoria de Agua de Luisa Ballesteros y Libro de agua. Ojos de mar de Carlos Vasquez-Zawadzki. Tres poemarios saturados de humanidad, ya que el agua es vida, purificación, renovación, fluir del tiempo en el río de la vida y de la historia con los océanos y sus navegantes. Asimismo, recordemos aquella “hermana agua, tan útil y humilde, tan preciosa y casta” del Cántico a las criaturas de San Francisco de Asís. 

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El poemario bilingüe de Anabel Torres, Agua herida / Wounded Water, ediciones Árbol de papel, Bogotá, 2004, conceptualiza el campo semántico del agua en el ciclo vital, nacer, vivir, morir, y aun renacer: “Es la vida en sus todos, / ojos de agua, pozos / represas, / chorros, fuentes, los líquidos del cuerpo, / nosotras y nosotros al nacer, / 80% de agua amada, / agua herida”. La imaginería del agua capta el cuerpo humano y el alma en ebullición: “días de lluvia / ríos vedados / charcos en los que presa quedó la vida”. El poemario dramatiza un encuentro con el trauma en su vida cotidiana como mujer, como poeta, y como emigrante colombiana radicada en Europa.

La suya es poesía de supervivencia, un medio para sanar heridas y una forma para lograr la plenitud personal. Asimismo, es poesía tersa, sensual matizada de humor, ironía, descontento y denuncia. Agua herida es poesía de afirmación a través del sudor y las lágrimas transformadas en “agua amada”. Se perfila como poesía de esperanza, amor a la vida, purificación y renacimiento como se aprecia en el poema “Limpieza ambiental” con el símbolo recurrente del agua que limpia y renueva: “De repente la lluvia lavó la cara del mundo / y está tan claro / todo /… Estoy vacía, limpia / para jugar de nuevo”. La poeta prosigue su viaje traduciendo sus crisis cotidianas en lenguaje poético. Anabel Torres es poeta colombiana, una voz con alta visión artística y profunda sensibilidad.

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En su poemario bilingüe, Memoria de agua, Memoire de l’eau, (Sial Pigmalión 2023) Luisa Ballesteros, poeta colombiana radicada en Francia, ofrece un emotivo canto a la vida acudiendo a un torrente de imágenes luminosas alusivas al agua. El agua puede ser ya lluvia fresca o lágrimas amargas. La poeta capta la vida con los sentidos, con vientos y susurros en paisajes idílicos animados por las aguas. Nos ofrece un mundo dinámico con un ir y venir, un hacer y deshacer, creación y destrucción. La poeta abre su poemario invocando a Chalchiuhtlicue, deidad azteca del agua, la fertilidad y los partos. A ella también acuden los agricultores, para implorar lluvias en sus campos, aguas bendecidas, fuentes de vida. Su nombre traducido del Náhuatl significa “la de la falda de Jade”. Bajo su protección están los océanos, los ríos y fuentes de aguas curativas. Al agua se dirige la poeta para alabar sus bondades: “Con tu mirada verde de humilde pasajera / enredas el día en tu líquido elemento” (32).

Su poesía surge de ese manantial vital, de los fluidos que conforman nuestro cuerpo, nuestra humanidad. Memoria de agua evoca poéticamente el discurrir de la existencia humana, como los ríos de Manrique que van a la mar, que es el morir. El fluir del agua equivale al fluir del tiempo: “Avanzar con un atado de recuerdos / bajo el brazo”. El agua está siempre presente, ya sea nube o nieve, río que corre, o el oleaje del mar. Así mismo, hay en el poemario pozos profundos, agua estancada en poemas como, “Miedo de que”, “Sin regreso”. En el poema, “La creación” se evoluciona desde el mundo prístino, pero pronto vendrá el hombre a tomar posesión de su planeta iniciándose su detrimento. “El agua solo dejó la huella de sus pasos / El aire se hizo humo y ceniza” y el hombre “se acomodó como Pilatos / a lavarse las manos”       

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En su poemario Libro de agua. Ojos de mar, (Sial Pigmalión 2025) Carlos Vásquez-Zawadzki nos ofrece un oleaje marino abarcando abismos del tiempo y de la historia, memorias, caminos de agua y voces con huellas de dolor y llanto y “caminos blandos o líquidos -como el piar de un ave-en la espiral del tiempo”. Su voz se estremece al cantarle al paisaje marino con la isla desierta y rumores de agua, el canto de una sirena, la gaviota sostenida en serena blancura, aguas solares, paisajes de olas tejidas en levedad, lluvia en suspenso. Cantos de agua en las gargantas, cuerpos vibrantes, ah, vientres sedientos de locura. Todo es ritmo y luz sobre la página del mar. El son, ritmo caribe, palpita, el son es palpitar. Gota a gota, lluvia enamorada de labios amados. Sed intransigente / de rotunda boca, sed de amarla y cantarla. El libro de agua y los ojos de mar es poesía eufórica, vibrante con sus sugestivas imágenes, escritura poética que valora y ensalza nuestra humanidad y la belleza de nuestro mundo. 

Pero la realidad se impone y la historia se convierte en “olas profundas salidas a borbotones del océano, la catarata que irrumpe y truena con garganta de dioses creadores y crueles”.  Así, navegando desde África llegaron a América, “brazos ahora negros” que cantaron y memorizaron pasado y presente…Cantaron con las caderas meneando el horizonte, la mar, los ríos…Con otro golpe de anchas caderas y senos de sortilegios se produjo otra raza, mestiza. Y “recrearon el Continente”.  “Navega, negro, rema, rema, / sobre muslos de prietas olas / y memorias de carne candente; amando tu naufragio de amores” (66). “Hoy ciudadano de amores y siete mares” (61). El poemario es un oleaje marino, un tejido de voces y acertados recursos poéticos. Allí se dan cita tres continentes y tres océanos con sus gentes, protagonistas de nuestra historia universal y latinoamericana. Carlos es poeta colombiano amante fiel de las olas marinas que bañan las costas colombianas: El Atlántico y el Pacífico.