La semana pasada terminó, tras seis temporadas y diez años, la que para mí es la mejor serie de la última década, el Cuento de la Criada. Basada en el libro homónimo escrito por Margaret Atwood en 1985, nos plantea un mundo distópico en el que una república de corte puritano extremista se hace con el control de Estados Unidos e impone una nueva sociedad, adoptando una serie de medidas escalofriantes como la abolición de la libertad de prensa o la absoluta limitación de los derechos de las mujeres en función de su rango social, concibiéndolas como meros órganos reproductivos.
Pocas veces me leeréis diciendo que una producción audiovisual supera la obra literaria original. Aquí sí lo digo, alto y claro. La serie deja atrás el libro en cuanto a su argumento y a una escenificación muy estudiada: la música, los entornos y la gran importancia del color hacen que el espectador esté en constante tensión. La escritora además ha participado en los guiones lo que siempre es garantía de respeto absoluto hacia la obra original.
Si os digo que la serie me fascina -y que en su día me gustó mucho también el libro- me quedaría muy corta. Me parece una auténtica obra de arte, de esas que te hacen reflexionar y confrontar situaciones que ya no parecen pertenecientes a una distopía tan lejana porque podemos verlas similares en otros países, como por ejemplo la república islámica de Irán con su trato hacia las mujeres.
La trama principal de la serie la protagoniza June Osborne, una bostoniana de clase media que de un día para otro ve como su plácida vida con su marido y su hija se ve truncada violentamente y ella se ve convertida en criada, con el nuevo nombre de Defred (Fred es el nombre del comandante al que a partir de ese mismo instante pertenece). Y es que el gran problema de Gilead es que las esposas de los comandantes (la máxima clase social de la república) son infértiles por lo que deben recurrir a sus criadas para tener hijos mediante la correspondiente ceremonia mensual. “Bendito día” es lo que les dicen antes de proceder a su abuso sistemático, limitando a las mujeres a una única función social: dar a luz a hijos para que sean otros los que los críen como propios. Seguro que a todos nos recuerda a algo que está sucediendo en nuestra sociedad actual. Especialmente interesante es la relación que establece June con Serena, la esposa de su comandante e ideóloga de Gilead. Su evolución como personaje me parece la más interesante de la serie, pasa de ser esposa, a expatriada, traidora, madre, viuda y hasta esposa otra vez. La relación con June también varía llegando incluso a ser consciente de las barbaridades que perpetró en nombre de su propia ideología. Ella me parece maravillosa y la actriz que le da vida borda el personaje absolutamente. De hecho es June la que me parece que con el devenir de las temporadas se convierte en alguien cada vez más cruel, fruto de las experiencias vividas.
Junto a ellas hay numerosos personajes que participan en las tramas, de hecho me sería imposible mencionar a todos aquí, pero ninguno de ellos sobra y todos están a la altura del relato que se quiere contar. Especialmente interesante para mí es la Tia Lydia, concebida como una suerte de madame de las criadas, a las que llama “sus niñas” y que se ha creído que Gilead es el paraíso en la tierra, como todas las demás, pero con un poco más de mala leche que el resto. Aunque al final redimen un poco al personaje, durante todas las temporadas pasas verdaderas ganas de zarandearla fuertemente. Como he dicho antes la banda sonora es fundamental y también los colores, las esposas van vestidas de azul y las criadas de rojo (por asociarse este color a la fertilidad) y siempre se mueven en un entorno oscuro que provoca verdadero terror con imágenes que impactan y que recordarás mucho tiempo después.
He visto y leído muchas críticas hacia el capítulo final de la serie del que no quiero destriparos nada (o hacer spoiler como se dice ahora). Únicamente destacar que es el penúltimo el que de verdad cierra la historia, tiene las suficientes dosis de emotividad como para haber cerrado de manera magnífica esta historia en la que el último capítulo para mi sobra completamente.
Aprovechando que estos días celebramos la maravillosa Feria del Libro en el parque del Retiro de Madrid, os animo a que compréis este libro o cualquier otro de Margaret Atwood o que os animéis con la serie que está en HBO. No os arrepentiréis. En el próximo artículo os contaré todo lo que me he comprado en la Feria, que no es poco. Gracias por leerme.