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Colmenar de Oreja: donde el vino dialoga con el arte

Museo Ulpiano Checa
photo_camera Museo Ulpiano Checa

Queridos lectores hoy en Recomendados … nos vamos de Enoturismo a Colmenar de Oreja, Comunidad de Madrid. 

Ciertamente resulta fascinante descubrir que, a tan solo una hora de Madrid, se abren entornos capaces de inspirar incluso a quienes no se consideran amantes del vino. Colmenar de Oreja es uno de esos lugares donde la experiencia se convierte en ritual: allí se levantan bodegas con historia, como Bodegas Peral y Bodegas Pedro García, guardianas de aromas y memorias que se degustan en cada copa.

Imaginad lo que significó para nosotros, como amantes del vino, poder recorrer estos espacios donde cada barrica guarda un relato y cada sorbo se convierte en memoria compartida.

Pero el viaje no se detiene en el vino. El visitante se encuentra con un tesoro inesperado: el Museo Ulpiano Checa, dedicado a uno de los hijos ilustres de la villa, maestro de la pintura y la escultura. Como curiosidad, se dice que la célebre película Ben-Hur se inspiró en una de sus obras, prueba de cómo el arte nacido en este rincón madrileño trascendió fronteras.

La experiencia se completa con la gastronomía local (Restaurante Crescencio), auténtica y generosa, que ofrece platos como la caldereta al desarreglo o la poza, sabores que dialogan con el vino y con la memoria de la tierra. Y tras el festín, nada mejor que descansar en la Casa Rural Los Tinajones, un refugio espectacular donde el tiempo se detiene y el enoturismo se disfruta sin fisuras. 

Datos: Colmenar de Oreja, villa madrileña situada a 761 metros de altitud y con unos 9.127 habitantes en 2024, cuyos vecinos reciben el gentilicio de colmenaretes, destaca por su rico patrimonio cultural: la majestuosa Plaza Mayor porticada construida entre 1676 y 1794 sobre el túnel del arroyo Zacatín, la iglesia de Santa María la Mayor iniciada por la Orden de Santiago en el siglo XIII, el convento de la Encarnación del siglo XVII, y el Museo Ulpiano Checa dedicado al célebre pintor y escultor local cuya obra inspiró escenas de Ben-Hur (como comentamos arriba); a ello se suman el Teatro Municipal Diéguez y ermitas como la del Cristo del Humilladero, conformando un conjunto histórico y artístico que convierte a la villa en un referente de tradición y memoria. 

Bodegas Peral, justo en el corazón de Colmenar de Oreja, es una bodega familiar con gran tradición vinícola que ofrece al visitante una experiencia completa de enoturismo: sus instalaciones centenarias guardan la memoria del vino madrileño y se abren a recorridos guiados donde cada rincón respira historia; las catas permiten degustar tintos, blancos, rosados y espumosos acompañados de tapas locales, con etiquetas destacadas como Sobremadre o Menina Crianza, además de licores artesanales; todo ello convierte a la bodega en un espacio cultural y turístico muy valorado, con una hospitalidad que refleja la pasión por la tierra y que la hace parada obligatoria para los amantes del vino que visitan Colmenar de Oreja. 

Y seguimos con Bodegas Pedro García: fundada en 1931 también es una bodega familiar que ha sabido mantener viva la tradición vinícola a lo largo de tres generaciones, combinando métodos artesanales con innovación tecnológica; sus más de 50 hectáreas de viñedos propios cultivan variedades como malvar, airén, moscatel, merlot y tempranillo, y sus cuevas centenarias del siglo XVII–XVIII, restauradas con esmero, ofrecen al visitante un recorrido único por la historia del vino madrileño; allí se degustan tintos, blancos, rosados y espumosos de gran calidad, en un entorno que refleja la identidad cultural de Colmenar de Oreja y convierte cada visita en un viaje sensorial y patrimonial. Nos encantó recorrer sus cuevas y disfrutar de sus vinos.

Peral y Pedro García
Peral y Pedro García

¿Y que catamos? Pues destacamos estos vinos:

De Bodegas Peral Blanco Arabía variedades Colorailla,Malvar y Sauvignon Blanc  14 meses de crianza en barricas de roble sobre sus lías y de Bodegas Pedro García Tinto La Romera variedades Merlot, Tempranillo y Syrah duerme 8 meses en barricas. 

Molécula a molécula podemos decir que sus perfumes nacen de moléculas como el linalool en el blanco y la damascenona en el tinto … desplegando fragancias en el blanco frescas, florales, notas confitadas, cítricas y en el tinro rosas o violetas entre muchos más. Ambos comparten la Damascenona 

Nos viene la inspiración así:

“En Colmenar de Oreja, el vino se convierte en pincel y la copa en lienzo; cada sorbo evoca la fuerza de las batallas y la delicadeza de los paisajes que Ulpiano Checa inmortalizó en sus cuadros. Así como sus obras cruzaron mares y siglos, los vinos de Colmenar cruzan paladares y memorias, recordándonos que arte y tierra son inseparables.”

De este modo, el visitante que degusta un vino local puede sentir que está participando de la misma tradición estética que Checa plasmó en sus lienzos: un homenaje a la grandeza de lo cotidiano y a la capacidad de un pueblo de transformar su historia en experiencia sensorial.

Queridos lectores, hoy en Recomendados hemos viajado con la copa y la mirada hasta Colmenar de Oreja, donde el vino se convierte en memoria líquida y el arte de Ulpiano Checa en espejo de la eternidad. Entre bodegas familiares, cuevas centenarias, lienzos que cruzan fronteras y sabores que dialogan con la tierra, descubrimos que enoturismo aquí significa vivir la tradición como un ritual compartido. Nos despedimos con gratitud, invitándoos a dejar que cada sorbo y cada pincelada os acompañen más allá de este relato, porque en Colmenar de Oreja el tiempo se detiene y la experiencia se convierte en legado. Hasta nuestro próximo encuentro, que será, como siempre, un brindis por la memoria y la vida. 

Y recuerden siempre poner el olfato en acción en vuestra vida cotidiana. 

Para finalizar, queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento al equipo de Enoturismo Madrid, al personal de Bodegas Peral y a Pedro García, por su entrega en la labor realizada. Felicitamos igualmente al equipo del Museo por mantener viva la memoria de Ulpiano Checa. Reconocemos, además, su empeño en ofrecer al visitante una gastronomía de excelencia y alojamientos acogedores, y, sobre todo, su lucha constante por preservar el patrimonio local que nos pertenece a todos.