De ello nos habla Marina Sarrias, directora médica de clínica de adelgazamiento con un objetivo claro: que las personas no solo pierdan peso, sino que no lo vuelvan a recuperar. La Dra. fue jefa del Programa de Salud Cardiovascular en atención primaria y cuenta con un MBA en Salud, además de una Diplomatura en Medicina Interna ambulatoria y es especialista en salud metabólica y cambio de hábitos.
¿Qué dice de nosotros el peso?
En infinidad de ocasiones el sobrepeso no nos está diciendo que haya algo mal en el cuerpo, sino que hay algo en nuestra vida que necesita cambiar.
Puede reflejar una acumulación de tensiones, hábitos que ya no funcionan, emociones no gestionadas o necesidades que hemos estado ignorando. Es como una alerta del cuerpo que nos empuja a mirar más profundo, no para castigarnos, sino para invitarnos a transformar además de lo que comemos o cuánto nos movemos, cómo vivimos, cómo cuidamos nuestra salud emocional, nuestras relaciones, nuestro descanso, nuestras prioridades.
El peso no habla de debilidad, habla de historia.
Y a veces, de la oportunidad de empezar un cambio real.
¿Sí o no a las dietas extremas?
No. Las dietas extremas parten de una idea equivocada: la de que lo único que importa es bajar kilos, cuanto antes, como sea. Pero el cuerpo no funciona así.
Cuando se le somete a una restricción agresiva, responde con mecanismos de defensa: ralentiza el metabolismo, genera ansiedad, altera hormonas y activa la sensación de carencia.
Esas dietas suelen llevar a una pérdida rápida, seguida por una recuperación aún más rápida. Y lo más peligroso no es solo el efecto rebote, sino lo que se rompe en el proceso, es decir, la relación con la comida, la confianza en uno mismo, el equilibrio físico y emocional.
Adelgazar no debería doler, ni dividirnos en dos, el que se esfuerza y el que se castiga cuando no lo logra.
El remordimiento ¿también engorda?
Provoca estrés, porque esas dietas no resuelven el origen del problema, sino que suelen enfocarse tan solo en “comer menos”, sin considerar la causa del sobrepeso, sin pararse a pensar si hay ansiedad, sedentarismo, alteraciones hormonales y mal descanso. Además, generan un estado de privación que activa mecanismos de defensa corporarles, como el ahorro energético o el aumento del apetito, lo que a medio plazo impide mantener el peso perdido.
¿Qué le añade o le quita al peso la microbiota?
Mucho más de lo que parece.
La microbiota es el conjunto de bacterias que viven en nuestro intestino y que influyen influye directamente en cómo absorbemos los nutrientes, en la inflamación del organismo y en la regulación del apetito.
Un desequilibrio en ella puede contribuir al aumento de peso, a la resistencia a la insulina y a la mayor acumulación de grasa.
Por eso, cuidar la salud digestiva también es parte del tratamiento.
¿Y el estrés al que nos referíamos?
El estrés es uno de los factores más invisibles, pero más poderosos a la hora de influir en el peso. Cuando se vuelve crónico, el cuerpo entra en un estado de alerta constante, se eleva el cortisol, que favorece la acumulación de grasa abdominal, se altera el apetito, se duerme peor y se pierde capacidad de autocontrol.
Pero más allá de lo hormonal, el estrés muchas veces nos desconecta de nosotros mismos, comemos sin hambre, dejamos de movernos, nos llenamos de obligaciones y olvidamos cuidarnos.
Y eso, con el tiempo, tiene consecuencias físicas.
Aprender a gestionar el estrés no es solo una estrategia para adelgazar, es una necesidad para vivir mejor.
¿Cuáles son las nuevas claves para bajar de peso?
Abordarlo de forma integral, no solo desde la alimentación.
Adaptar los hábitos a cada persona, con flexibilidad y sin imposiciones.
Monitorizar datos reales como el sueño, la actividad y el estado metabólico.
Trabajar con pequeños cambios sostenibles, no con grandes sacrificios.
Detectar y tratar los factores clínicos que puedan estar bloqueando el proceso.
¿Qué importancia tiene en la lucha contra los kilos de más la tecnología + la salud personalizada?
Es el presente y el futuro.
Gracias a la tecnología podemos monitorizar factores clave como el sueño, el movimiento, la composición corporal o incluso la adherencia al tratamiento.
Esto permite tomar decisiones más precisas y personalizadas.
La salud ya no se trata de seguir un plan genérico, sino de entender cómo responde cada cuerpo y adaptar las decisiones a su realidad en tiempo real.
La tecnología bien aplicada no sustituye al acompañamiento humano, lo potencia.
¿Qué peso se considera saludable?
Existe una gran confusión con el número de la báscula.
El peso, por sí solo, no nos dice si una persona está sana.
Lo verdaderamente importante es la composición corporal. que haya niveles adecuados de masa muscular, bajos niveles de grasa visceral, una buena proporción de agua corporal, un estado óseo estable.
Eso es lo que determina realmente si un cuerpo se encuentra en equilibrio.
Indicadores como el IMC (Índice de Masa Corporal) pueden ser una referencia general, pero no son fiables al 100%.
Por eso, en la práctica clínica también se tiene en cuenta la distribución de la grasa, la circunferencia de cintura, el porcentaje de masa magra o incluso parámetros metabólicos.
En resumen: un peso saludable no es un número concreto, sino un estado funcional del cuerpo que refleja salud, energía y estabilidad interna.