Orbayada

Servir o no servir. Esa es la cuestión

Mi padre, que era hombre sabio, tenía una expresión muy gráfica para definir a la gente que no daba la talla: no sirve ni para tacos de escopeta, a lo que mi madre contestaba con un rotundo y sonoro todo el mundo sirve para algo. A mí su discusión siempre me hizo gracia, pero hasta ahora no he sido muy consciente de su alcance ¿Qué por qué les digo esto? Para pedirles su opinión. Ahora mismito les cuento.

En estos días no han dejado de aparecer noticias sobre la política exterior de España. Bloomberg, un medio estadounidense especializado en economía y finanzas, ha destacado el 29 de septiembre, eso sí, en suscripción cerrada, que las incursiones diplomáticas de Sánchez son contraproducentes para España y sostiene que “los frentes que tiene abiertos en América latina están amenazando a las inversiones más profundas que tiene en la región” y continúa “las tensiones subrayan la dificultad para afirmarse como un importante líder diplomático”. El Financial Times, por su parte, lanza otra crónica “Spain accused of helping Venezuela push opposition leader into exile” o, lo que es lo mismo, “España acusada de ayudar a Venezuela a empujar al líder opositor al exilio”. La noticia causa más asombro porque lo dice un medio británico en el momento en el que el ministro Albares está siendo “complaciente” en el tema de Gibraltar, que a veces pienso que quiere más a Picardo que al peñón. En todo caso, ¿no había prohibido la Unión la entrada en territorio europeo a la vicepresidenta de Venezuela? Y, ¿no es la embajada española parte de ese territorio? ¿Para cuándo reconocerá España a Edmundo González como presidente electo? 

Pero aún hay más, la futura presidenta de México ha vetado al rey de España no invitándole al acto de su toma de posesión y Andrés López Obrador, el presidente en funciones, ha explicado sin ambages las razones: no contestar a una carta dónde se le reclamaba pedir perdón por el pasado virreinal de España. Ahí le ha dado. Yo creo que es mejor que vayan a ver Malinche, el musical de Nacho Cano. Ahí lo dejo. También Argentina nos tiene desde hace algún tiempo en el punto de mira porque uno de nuestros ministros, en un acto público, dijo que Milei tomaba “no sé qué sustancias”. Cierto es que la reacción del León no se hizo esperar y acusó de corrupta a la mujer de Pedro Sánchez, que ya lo dice el refrán el que con niños se acuesta …mojadito se levanta.

Para la memoria queda el agrio debate que Sánchez tuvo con Manfred Weber, líder del partido popular europeo, en Estrasburgo donde le preguntó, sin el debido decoro parlamentario, si aspiraba a devolver el nombre de los líderes del Tercer Reich a las calles y plazas de Berlín. Pero ahí no para la cosa. En un artículo de ABC, que Angie Calero publica este fin de semana, se hace un resumen de todas las torpezas que, a juicio de muchos, se han cometido en el ministerio de exteriores. La primera fue la invitación a España del secretario general del Frente Polisario, que provocó la retirada de la embajadora de Marruecos y la permisividad de la gendarmería marroquí cuando miles de personas decidieron invadir Ceuta. Ante esta situación decidimos unilateralmente admitir la marroquinidad del Sáhara, en contra de la postura tradicional española y de la ONU, lo que a su vez provocó que Argelia, en plena crisis energética, rescindiese el contrato del mayor de sus gaseoductos con España, cuando con la invasión de Ucrania debíamos recortar el suministro del gas ruso.  Los españoles todavía estamos esperando saber lo que obtuvimos a cambio. Lo único que se conoce es que la decisión no fue consultada con nadie. 

Con Ucrania nos pasamos un tiempito bailando la yenca, ¿se acuerdan?, izquierda, derecha delante y detrás. Primero nos negamos tajantemente al envío de armas, para después admitir el envío de material defensivo y terminar participando del consenso europeo de que los ucranianos no pudieran emplear las armas que se les entregaban para atacar a Rusia en su territorio. Me pregunto ¿para qué se imaginaban que las querría Ucrania? Menos mal que esta semana el Parlamento Europeo dictó una resolución para retirar las restricciones y que las pueda utilizar en su defensa, legítimamente y sin restricciones. A todas estas, tampoco nadie nos explicó nada. 

Nuestra posición internacional no ha mejorado tampoco con la crisis de Oriente Medio al reconocer, en pleno conflicto bélico y, unilateralmente, a Palestina como Estado, lo que claro está, irritó a Israel sobre manera. Como es costumbre al pueblo “ni mu”. Supongo que los israelitas nos la tendrán guardada. Para terminar, en su  último viaje a China, sin comerlo ni beberlo, nuestro presidente se erigió en mediador entre el país asiático y la Unión Europea que tomó la decisión de poner tasas a los vehículos eléctricos. En ese momento España votó a favor, aunque la decisión fue provisional y deberá ratificarse ¿No querrá Sánchez engañar como a chinos, a los chinos? 

Según desgrano acontecimientos creo que el presidente está provocando adrede a los países de nuestro entorno para que tengan la excusa de considerarnos su nuevo mejor enemigo externo. Ánimo, que ya nos van quedando menos. Termino como empecé, aunque mucho me temo que he de darle la razón a mi madre, para bien o para mal supongo que todos servimos para algo ¿O no?