Es sorprendente, con que facilidad, la izquierda, hábilmente cambia la naturaleza de los hechos, la historia, la irracionalidad, los argumentos, la verdad, la mentira y la calificación delictiva, para esconder su despreciable trayectoria.
Resulta que inteligentemente, aprovechando el cacao mental de la derecha, se autoproclaman "Progresistas", con la anuencia de los medios e incluso de los verdaderamente progresistas, consiguiendo por antigüedad y hábil acoso contra sus rivales, que se les confiera el título de tal calificación para uso, abuso, embuste y fraude.
Progresistas son la derecha (a ver si se entera y difunde la derecha y los periodistas que relatan al dictado). Progresistas son: Quienes crean riqueza, como los autónomos y empresarios. Quienes crean puestos de trabajo; Quienes construyen y compiten; quienes defienden los valores; quienes defienden el orden y premian el esfuerzo; quienes aumentan los medios de la medicina e investigación pública y privada. Quienes promueven la enseñanza pública y privada; en definitiva, quienes crean "Progreso" que es lo que verdaderamente hacen los que se dejan llamar peyorativamente "Conservadores o ultra derecha" cuyo título constituye una virtud, sin darse cuenta de la estrategia que supone para los reyes del adoctrinamiento: La degeneración, degradación, corrupción, mentira y, consecución del objetivo de "Todos igual de pobres, ignorantes y engañados".
La derecha es "Progresista". La izquierda es involucionista, adoctrinadora, estratégica, antivalores, degenerada, atea, corrupta, criminal.., y especialmente, compradora de voluntades.
No podemos calificarles públicamente de lo que son, pero todos lo sabemos.., y tampoco podemos permitir que se arroguen el término "Progresista" cuando lo que son es todo lo contrario como ya ha demostrado la historia.
El socialismo y comunismo como movimiento de alcance gubernamental, debería estar inhabilitado para ello y ser admitido únicamente como crítico impulsor reformista del gobierno, dada su trayectoria de hambre, miseria y crímenes.
"Progresista" no es aplicar leyes para divertir y degenerar infantes y mayores. "Progresar" es aplicar leyes para reconducir conductas antisociales; escandalosas; delictivas; anarquistas. Se progresa civilizando y conviviendo en comunidad colectiva defendiendo el orden, las leyes y el ejemplo. Progresismo no es permitir todo o parte de ello, defendiendo la anarquía, el escándalo, la migración ilegal, la comprensión delictiva, las drogas, la okupación, las dictaduras, la degenerada educación infantil, la mentira, etc., porque hemos de calificarlo de "retrogrado" que supone retroceder socialmente en los valores, el orden y el respeto.
El comunismo o socialismo, son regímenes políticos diferentes, pero con cierta analogía. El comunismo es una utopía que suena bien en teoría, pero resulta cruel e imposible en la práctica por ser un régimen que como el bolivariano, supone una represión inhumana de derechos naturales y libertades, donde los ciudadanos se convierten en un dominio del gobierno en favor de la injusticia.
La realidad, es que nuestro régimen social/comunista/bolivariano encarnado en el sanchismo, considera y reprime cualquier manifestación que puedan entenderlo como un acto de rebeldía, sospechoso o fuera de lo permitido.
El social/comunismo/bolivariano, es el kirchnerismo, el chavismo, el nacido sanchismo separatista del castrismo en su etapa primigenia.
Alguno se preguntará, que cómo es posible, que Pedro Sánchez, siendo un individuo inteligente haya optado por utilizar sus virtudes para promover odios, confrontación, radicalismo, calumnia, ardid, dolo y todos aquellos calificativos que en definitiva, confluyen en los mitómanos narcisistas, como individuos a los que mentir y manipular de forma obsesiva y constante, les hace sentirse más inteligentes hasta el punto de llegar a creerse sus propias mentiras, cuyo comportamiento supone verse atrapado en sus propias ficciones, impactando negativamente en las personas de su entorno más cercano.., que poco a poco entran en el mismo juego donde disfrutan diciendo una cosa y la contraria, añadiendo falsedades para reforzar su nueva mentira, como por ejemplo: Bolaños fariseo; M.ª Jesús Montero media moña; Pilar Alegría por no llorar; Patxi López matarife; Marlaska mucho orgullo; Margarita Tarugo; Mema a todas horas; Teresa Ribera rompe espejos; Oscar Puente Eslabón perdido; Albares 3 dodotis; Isabel Rodríguez merriodejaneiro; Armengol por la escuadra; Zapatero Samael; y muchos más.
Psicológicamente, aprender a mentir se convierte en un arte admirable para el usuario. Es un Don de nacimiento de Pedro Sánchez, cuya práctica a su vez se transforma en un instrumento demoledor, sabiendo hacer uso del embuste. Mentir, es un arma compulsiva porque es el arte de un dominio. Es una especie de ciencia que comparte solo gente inteligente con el conocimiento de algo reservado para un grupo limitado.
Mentir, suele empezar y mantenerse entre medio y largo plazo generalmente bien, hasta que la mentira se convierte en una nueva entidad incorregible del individuo, del que se apodera progresivamente hasta conducirle al descrédito más absoluto, como es el caso de Sánchez.
Dependiendo de la condición y conciencia de la persona, existen distintos perfiles de quienes mienten, teniendo en cuenta que todos, absolutamente todos, incluso los religiosos que presumen de no mentir, lo hacen cuando no les queda más remedio.
Dentro del abanico infundioso, está el embustero compulsivo, como nuestro Felón. Los iniciados mentirosos in crescendo, que lo hacen fraudulentamente para sacar partido doloso, como los 179 bribones de la caterva de bergantes sin escrúpulos que componen la banda sanchista; los pillados; que son aquellos que cómo los infantes, se ven obligados a contar una mentirijilla piadosa (.!.) y los exagerados, que lo hacen sin intención de lucro delictivo, para salir del compromiso sin hacer daño.., como los ingeniosos, los religiosos, los vendedores; o como los humoristas para divertirse o divertir esporádicamente, etc., y como algunas personas que lo usan como recurso de atención para graciosear las emociones del grupo sin ofender a nadie.