Desde la época de la Revolución francesa, los reaccionarios han utilizado una argumentación que Albert O. Hirschman ha sistematizado en su clásico ensayo ‘Retórica de la intransigencia’. Según este autor, cada medida progresista desencadena la acusación por los conservadores de alguno de estos efectos: ‘riesgo’, ‘perversidad’ y/o ‘futilidad’. Veamos estos pretendidos efectos a la luz de las medidas progresistas del Gobierno Sánchez.
-RIESGO. Friedrich Hayek fue el que alertó que los excesos del Estado ponían en riesgo las libertades individuales, por ejemplo el derecho de propiedad y la libertad de pensamiento. El fenómeno okupa y la ideología woke, atentan contra esos dos derechos y han sido promovidos activamente por el Gobierno Sánchez mediante la permisividad hacia unos y la promoción de los otros.
-PERVERSIDAD. Edmund Burke advirtió tempranamente de los riesgos de la Revolución francesa, previendo el baño de sangre que se produciría. La política migratoria de Sánchez ha tenido como efecto perverso el aumento de la delincuencia y la inseguridad en las calles provocado por inmigrantes ilegales. Al margen de la guerra de cifras entre el Gobierno y los sindicatos policiales, resulta difícil negar esta evidencia que empaña la extraordinaria aportación de los inmigrantes al mercado de trabajo. Un caso extremo de perversidad fue la Ley de Irene Montero que provocó la salida de la cárcel de delincuentes sexuales
-FUTILIDAD. Fue Alexis de Tocqueville el que advirtió que los avances sociales propiciados por la Revolución francesa se hubieran producido de igual manera sin ella, pues la mayoría de ellos ya se habían iniciado en el Antiguo Régimen. Vistos en perspectiva, todos los avances promovidos por el Gobierno Sánchez, como por ejemplo el aumento de derechos de las minorías LGTBIQ+, se estaban ya produciendo desde la propia sociedad, sin necesidad de provocar la crispación política acaecida en la calle y en los medios de comunicación.
Cuando una sociedad mejora su nivel económico y educativo las mejoras sociales y de convivencia vienen dadas. El empeño de los Gobiernos en legislar tiene con frecuencia el objetivo de ‘anunciar medidas que mejorarán la vida de la población’ para captar votos y poder mantener esa trama extractiva que son nuestros partidos políticos. Lo más absurdo es que esas medidas con frecuencia no valen para nada o incluso tienen efectos perversos, cuando no lesionan nuestro sistema de libertades.