Prisma Internacional

El delirio de un estado palestino se evapora

El parlamento israelí aprobó una resolución que respalda casi mayoritariamente la anexión de Judea y Samaria, es decir de toda Cisjordania, y el valle del Jordán a Israel.

Sostengo desde hace mucho tiempo que el ataque del 7 de octubre de 2023 ha significado un antes y un después en el conflicto entre palestinos e Israel, pues ha dinamitado todos los puentes entre ambas partes y, sobre todo, ha minado la confianza, quizá para siempre, entre judíos y palestinos. La fórmula de los “dos Estados”, que era el punto de partida para buscar una salida y una solución definitiva al eterno conflicto de Oriente. Medio, parece ya una idea abandonada y casi nadie con autoridad en la escena internacional habla ya de la misma. Solamente un estúpido que habita en el Palacio de la Moncloa. 

La cuestión de Gaza, convertida en una gran base terrorista controlada por Hamás, con dos millones de rehenes que están en sus manos viviendo en unas condiciones infernales, es uno de las grandes cuestiones a las que habrá que darle una solución acerca de su futuro status una vez que acabe la guerra. En Israel, mientras tanto, hay divisiones en torno al futuro de este espacio territorial y ya se ha visto que fórmula de la desconexión, que fue inspirada y puesta en marcha por el ex primer ministro Ariel Sharon, en el año 2005, no ha funcionado y solamente sirvió para que esta franja se incubara el islamismo más radical -Hamás- y se preparara durante años el ataque más letal llevado a cabo contra Israel en sus casi ochenta años de historia. La acción terrorista del 7 de octubre de 2023, que costó la vida de más de 1200 israelíes y el secuestro de otros 251, constituye la mayor matanza de judíos desde el el Holocausto. 

Gaza se ha convertido en una patata caliente en la política israelí, dividiendo a los partidos que conforman el ejecutivo y a la sociedad, cuyas opiniones respecto al enclave van desde los que sugieren el desplazamiento de los habitantes de la franja hacia otras partes, incluyendo Europa, hasta los que defienden el regreso de este territorio al control israelí e incluso reabrir los 21 enclaves que fueron desmantelados por Sharon en su plan de desconexión. 

Pero tampoco las cosas marchas mejor en Cisjordania, pues la violencia se ha intensificado después del 7 de octubre y los enfrentamientos entre los colonos judíos -unos 700.000 repartidos en 160 colonias desparramadas por todo el territorio- y los palestinos -algo más de 2,5 millones- están al orden del día. Aunque teóricamente este territorio está bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), las fuerzas israelíes garantizan la libertad de movimientos, la seguridad pública y el acceso libre en este territorio tanto desde el exterior como desde el interior hacia Jerusalén. 

Una declaración histórica que aleja la posibilidad de un estado palestino

Esta declaración aprobada por el legislativo israelí consagra definitivamente el sueño sionista de un Gran Israel conformado por todos los territorios históricos, tal como lo soñaran los próceres de la independencia del Estado hebreo. Según la resolución, la medida fortalecerá el Estado judío y su seguridad, y evitará cualquier amenaza al derecho fundamental del pueblo judío a la paz y la seguridad en su tierra. Asimismo, el texto  refrendado declara que estos territorios son parte inseparable de la patria histórica, cultural y espiritual del pueblo judío, y que ciudades como Hebrón, Nablus, Silo y Beit El reflejan la continuidad histórica de la existencia judía en la Tierra de Israel. 

Aparte de estas consideraciones, en términos políticos, con el apoyo de ma mayor parte de los diputados que conforman la mayoría gubernamental, la resolución es un portazo al diálogo con los palestinos y aleja toda posibilidad de la aplicación de la fórmula de los “dos Estados”. Israel, inmerso en una guerra con varios frentes abiertos y sin que se haya conseguido desactivar totalmente la amenaza nuclear iraní, desestima por ahora cualquier posibilidad de la apertura de un diálogo con los palestinos para definir su futuro estatuto político. 

Aferrados a su obsesiva aspiración de “·echar a los judíos al mar” para construir una patria palestina “desde el río hasta el mar”, en un Estado ya libre de los hebreos y solamente habitado por palestinos, los líderes de este pueblo son expertos en llegar siempre tarde a sus citas con la historia. Además, este paso legislativo es un golpazo a sus aspiraciones porque la resolución aprobada  enfatiza que los acontecimientos del 7 de octubre demostraron que el establecimiento de un Estado palestino representaría una amenaza existencial para Israel y socavaría la estabilidad regional. Por ahora, el delirio de una entidad política palestina soberana e independiente se disuelve como un azucarillo al entrar en contacto con la cruda realidad regional que los mismos líderes palestinos han “cocinado” en estos últimos años.