La pena es que este misterio se haya dado en muy pocas ocasiones en toreros de evocaciones tan artísticas como Rafael de Paula, nacido en Jerez de la Frontera, año 1940, Para la historia del toreo ha quedado eternamente grabado en las retinas de los aficionados como algo esencialmente bello y hermoso las verónicas y lances capoteriles que ejecutaba.
Tomó la alternativa en Ronda, corrida goyesca, el 9-9-1960, con el toro Voluntito, de Atanasio Fernández, padrinos Julio Aparicio y Antonio Ordoñez, confirmándola dos años después en Madrid, con el toro Andadoso, de José Luis Osborne.
Aunque parezca extraño, Paula, tardó casi trece años en ser un torero de grandes ferias. Tras una breve campaña en México, después no le dieron muchas oportunidades los empresarios de torear en España. Tanto fue así que en su queridísima tierra jerezana hizo contados paseíllos. En la temporada 1972 apenas se enfundó el traje de luces, a pesar de contar con apasionados partidarios por Cádiz, Málaga y Sevilla.
En el año 1973, una lesión de rodilla, que con el tiempo serían las dos, le restó más contratos, entre ellos uno en Pamplona. La temporada siguiente levanta un poco el vuelo y confirma el doctorado en la capital de España, donde esculpe un quite por verónicas que todavía se recuerda su ejecución de ser de los mejores que se han realizado en la plaza de Las Ventas, sirviendo uno de sus lances de cartel para la feria isidril del año 1979.
Rafael Soto Moreno, su verdadero nombre, ha sido un virtuoso capotero, siempre dotado de una estética y singular elegancia, pero también de llevar las manos un poco altas en la práctica, personalidad que le dio una manifiesta virtud por sí mismo a su toreo; el codilleo de Paula.
De todas formas, era indiscutible con el capote, desigual y limitado en la muleta, así como deficiente y precavido con el estoque. Paula, ha podido representar más en el toreo, su principal motivo; tener poca ambición. Torero falto de recursos físicos y técnicos, pero sí ha poseído un sentido de componer muy bien la figura y expresar una gracia especial de duende gitano, impregnando de sentimiento todas las plazas, colocándolo sus incondicionales en un nivel más que digno entre los grandes toreros de su etnia, aunque haya cuajado contados toros.
Pero cuando inesperadamente le soplaban las musas, toreaba como los ángeles por su peculiar estilo artístico, desempolvando en muchas ocasiones el pellizco esporádico e improvisado tan suyo. Caló fuertemente en las almas sensibles del buen aficionado, derramando enjundia en la verónica, sin duda, uno de los grandes interpretadores de todos los tiempos en este lance, incluso superando a Curro Puya, al contrario, con la muleta necesitaba un toro colaborador para su estilo.
En el año 1979, sufre una grave cornada en Madrid, tarde de mucha entrega, siguiéndole otro percance en Bayona (Francia), marcándoles el declive. Pero en el 1987, realiza una faena al toro Corchero, de Martínez Benavides, que asombró a los madrileños, perdiendo los trofeos por la espada, plaza donde solo ha cortado una oreja en un festival. A los días siguientes refrenda otro clamoroso triunfo en Sevilla, obteniendo las dos orejas de su enemigo.
Paula, se cortó la coleta en mayo del 2000 en la plaza de su misma tierra que le viera nacer. Años después llevó los designios de Morante de la Puebla dos temporadas, sin demasiado relumbrón para el mentor. En la actualidad cuenta con 85 años de edad, retirado totalmente del orbe taurino.
Los aficionados siempre lo recordarán, por aquellas tardes expectantes que se le unían a la inspiración, haciéndoles sentir a los enloquecidos públicos, aunque haya sido un torero de altos y bajos contratiempos, de escasas corridas que brillaran con luz propia. Para conseguir un triunfo necesitaba una tal disposición de sobreponerse a su misma personalidad, además de las condiciones de su mismo ánimo les fueran más propicias, pero tenía a su favor un duende oculto agarrado a su cintura que, cuando le aparecía, había que descubrirse.
Se ha comparado muchas veces a Rafael de Paula con Curro Romero. Esta comparación, a mi entender, no es válida. La leyenda de Curro está basada en lecciones magistrales, improvisación y transformación de un arte sublime certificado por monumentales faenas. Sin embargo, Paula, estaba más cerca de la mítica que de lo real, amparado y dando a veces sensación carente por la falta de técnica, aparte de la desventaja de sus lesionadas rodillas, imposibilitándole en muchas ocasiones realizar su toreo personal.
Su tauromaquia calé, ha hecho gozar y sufrir, gozos y sombras, aunque hayan sido más los gozos que las sombras por haberlas refrendado en sus días desafortunados. Gitano al que a menudo le visitaba la espantá del arte, como en otras ocasiones el olor de la gloria y del embrujo de difícil comparación con otros toreros.
La calidad de este misterioso e imprevisible torero, revestido de una personalidad y solemnidad única, la que manda Dios a unos pocos escogidos. Toreo de fragua el suyo, del que han sido muy poquitos los virtuosos de igualarlo.
En su haber constan tardes inolvidables, como las logradas en Madrid, tanto en la plaza Las Ventas como la de Vistalegre, Jerez de la Frontera, Puerto de Santamaría, Sanlucar de Barrameda, Sevilla, Málaga, Antequera, Marbella, Vitoria o Gijón…
Su estilo de gran empaque y duende, de expresivo arte y distinción especial torera, ha estremecido en numerosos ruedos de la geografía española, con elegancia esporádica del conjunto de todas las virtudes de un maestro de su estilo y etnia, con un aire peculiar artístico propio y tan difícil de olvidar, calificándolo el insigne escritor José Bergamín, la música callada del toreo.