Después del mayor ataque de Rusia a Ucrania desde el comienzo de la guerra, y las intenciones fallidas del Presidente Donald Trump de ser un mediador válido en dicha negociación, y sus últimas manifestaciones sobre la salud mental del Primer Ministro Ruso Vladimir Putin. El mundo sigue girando, seguimos acostumbrándonos a hablar de destrucción de ataques y de muertes, como una noticia más que recorre nuestros scroollings cotidianos, mezclada con la insolente risa de Broncano hablando de la salud mental y la puesta en su lugar de Melody, como si todo fuera lo mismo.
Me cuesta, os seré sincero, mantenerme al margen del volumen de información que nos gobierna y domina, para conservar esa intención de libertad de pensamiento. Por ello elijo salir de allí e irme a algunos pensamientos laterales para tratar de analizar la realidad desde otro lugar,
“Los honores excesivos, y los altos cargos pueden perturbar siempre el equilibrio psíquico de todo hombre medianamente reflexivo” Frase dicha por José Sacristán al ser nombrado Académico de la Real Academia Española. Coincido plenamente, es que nos basta observar el lugar que han pasado a ocupar determinados personajes de la política mundial, y podemos observar ese desequilibrio que provoca, entre otras cosas, el poder, Decía el General José de San Martín Héroe Libertador de América y Padre de la Patria Argentina, Qué el Poder es una herramienta que debe utilizarse siempre para el bien común y no para bien propio, y la humildad era una virtud sublime, debiendo dar un paso al costado cuando su lugar debería ser ocupado por otro.
Lamentablemente hoy vemos a líderes aferrarse al poder, per sé, el bien común es sólo una excusa momentánea para mantenerse en sus lugares de privilegio, vemos la indiferencia, el sometimiento, la ostentación, la prepotencia, la obstinación, y podría extenderme infinitamente en el tipo de líderes que hemos generado en esta parte de la historia.- Nadie renuncia al poder, nadie abandona sus cargos o su pequeña o gran parcela de poder.
Pero quién otorga ese poder, y sí, debo decir con dolor, que son los pueblos los que otorgan ese poder, son las sociedades indiferentes, las que dejan pasar, las que callan y otorgan, las que están cansadas de pelear porque creen, o le han hecho creer que “más vale malo conocido que bueno por conocer”, cada uno ha aprendido del sálvese quien pueda.
De nada puede sorprenderse Donald Trump, ni de llamar loco a alguien que juega su mismo juego, el del desafío, el del tablero de Ajedrez a distancia, donde las piezas que se pierden están lejos de cada uno de sus escritorios, donde los gritos de niños inocentes no se escuchan, y donde el hambre hace ruido en otros vientres.
La Paz está lejos, o tal vez haya que encontrarla en medio de la tormenta, y en ese encuentro cotidiano con los que están a nuestro alrededor, volver la mirada a los que quedan apartados del camino, sumergidos en el lodo y hacer que las flores por fin surjan del barro.
Deberán disculparme, no soy un erudito, y si bien he leído mucho, mi memoria es bastante floja, sin embargo en estos días de guerra repetida y acentuada no he dejado de pensar en un hijo de Valencia (aunque también un poco de Madrid y de España toda) el gran artista Nino Bravo quien será homenajeado en el primer concierto que se dará en el imponente Roig Arena de Valencia, decía, que he pensado mucho en estos días, en ese himno compuesto por él qué dice en su estribillo:
…Libre
Como el viento que recoge mi lamento y mi pesar
Camino sin cesar
Detrás de la verdad
Y sabré lo que es al fin la libertad…