El Jardín del Edén

Ni podemos, ni debemos

Jose García-Blanch de Benito
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Muchos recordamos cuando en 2008 Barack Obama se sacó de la chistera su famoso slogan “Yes we can”, con el que fue elegido Presidente de Estados Unidos en 2009. Desde entonces el slogan se convirtió en tendencia y en nuestro Jardín del Edén, tras la conjunción astral que esa elección supuso por la coincidencia de su presidencia con la de Rodríguez Zapatero, tuvimos nuestra adaptación hispana a partir de 2014, con marquesado incluido.

Un asunto que sin embargo no parece haber sido resuelto aún, es si algo por el hecho de ser posible lo convierte en deseable. No deja de resultar llamativo que la lengua inglesa, siempre tan parca y concisa como para unir en un solo verbo conceptos como “ser” y “estar” o “haber” y “tener” -para regocijo de los camareros españoles de la Costa del Sol-, disponga de toda una variedad de recursos para diferenciar las pequeñas y sutiles diferencias entre “poder”, “deber” y otros conceptos casi sinónimos; ahora para regocijo de las academias de inglés, cuando explican a sus ojipláticos quinceañeros los matices que diferencian términos como “could”, “would”, “should”, “may”, “ought to”, “have to”, y que luego en las pruebas tipo test se rellenan con la misma soltura con la que sus progenitores contestamos esos cuestionarios que nos preguntan sobre los futuros resultados del Athletic-Osasuna, Getafe-Sevilla, o Celta-Villareal.  

Sin embargo, las diferencias pueden ser importantes. Hemos escuchado como en algunos debates se defiende la futura Ley de Amnistía como algo que “no va a romper España” o, dicho de otra forma, que España se puede permitir. Muchas personas y asociaciones con mejor criterio que el mío nos dicen que no, y aunque oigamos otros discursos defendiéndola por ser la mejor forma de “hacer de la necesidad virtud”, pienso que el criterio de constitucionalidad, siendo importante, no es en último término la pregunta que debemos hacernos. El que alguien decida jugar a la ruleta rusa y, tras salir de una pieza, lo encuentre divertido, no lo convierte en una buena idea. No se trata de saber si podemos, sino si debemos seguir adelante con esa Ley.

Creo por tanto que la pregunta realmente básica es si una futura Ley de Amnistía va a ser buena para España y para los españoles. Para todos, no solo para unos cuantos. Aquí las implicaciones de la Ley son transparentes para todo el que las quiera ver: Hace aumentar la asimetría entre regiones, y por tanto penaliza la igualdad, provoca un mayor déficit público, lo que resultará en subidas de impuestos con los consiguientes perjuicios económicos, y crea inseguridad jurídica y polarización social, lo que deteriora la convivencia.

Por otra parte, cualquier ciudadano tiene todo su derecho para expresar libremente su apoyo o rechazo a esa Ley, en su casa o en la calle. Es patético cuando partidos políticos que en otras circunstancias defienden las “mareas” verdes, blancas, azules o multicolores, tachan manifestaciones en contra de esta futura Ley como poco democráticas. Y es patético, no solo por el cinismo de la ley del embudo, sino porque no parecen haber entendido que la democracia no consiste solamente en depositar un voto una vez cada cierto tiempo, sino en poder intervenir activamente en la vida política y social cuando uno ve la necesidad de ello.

Lo realmente no democrático es ignorar un malestar social que se manifiesta visible y multitudinariamente, y reprimir con exceso de fuerza el uso pacífico de la libertad de expresión. La calle es de todos, y no olvidemos que la libertad que no se ejerce, se termina perdiendo.

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