La receta

Ni magia ni medicina: el incierto terreno de las terapias alternativas

En un mundo cada vez más saturado de estímulos y demandas, no sorprende que crezca el interés por soluciones que prometen bienestar desde perspectivas diferentes a la medicina convencional: son las terapias alternativas y complementarias.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce este fenómeno global y destaca que la medicina tradicional y complementaria (MTC) forma parte de los sistemas de salud de muchos países y que, bajo ciertas condiciones, puede integrarse de forma segura, eficaz y regulada. No todo vale, advierte la organización, pero tampoco todo debe rechazarse de plano. La OMS promueve un enfoque integrador basado en las ‘pruebas clínicas’ y que se suele traducir impropiamente por `evidencia científica’ - ya que en castellano evidencia es precisamente lo que no necesita pruebas - y reclama una reglamentación clara que garantice la seguridad de prácticas, productos y profesionales.

Algunas de estas terapias, como la acupuntura, el yoga, la fitoterapia o la osteopatía, cuentan con cierto respaldo científico en contextos clínicos concretos. Por ejemplo, la acupuntura ha demostrado eficacia en el tratamiento del dolor crónico y en el alivio de efectos secundarios de la quimioterapia. La meditación y el mindfulness han sido validados como herramientas útiles frente al estrés o la ansiedad; la osteopatía es una especialidad médica de enseñanza reglada en muchos países; y la fitoterapia aporta beneficios concretos si se aplica con criterio profesional y conocimiento de posibles interacciones.

Sin embargo, hay otras prácticas cuya validez científica es, cuanto menos, cuestionable. Es el caso de la aromaterapia, el reiki o la cristaloterapia y otras muchas, - más de 70 - que ya han podido identificarse como verdaderos fraudes.

El Ministerio de Sanidad español, a través del “Plan para la protección frente a las pseudoterapias”, ha tomado una posición clara: considera pseudoterapia cualquier tratamiento sin respaldo en el conocimiento científico. El plan alerta sobre el riesgo de sustituir tratamientos eficaces por estas prácticas, lo que podría poner en peligro la vida de los pacientes.

Fernando Cervera, divulgador escéptico, se propuso hace 10 años demostrar lo fácil que resultaba vender cualquier terapia inventada, por absurda que fuera. Se inventó una que consistía en la curación de diversos males con restos de heces humanas, la llamó ‘fecomagnetismo’ y comenzó a promocionarla por circuitos esotéricos y de terapias naturales. De ahí salió el libro El arte de vender mierda, en el que demostró cómo era muy sencillo que en esos ámbitos le tomaran bastante en serio, si bien no llegó a comercializar su invento para no engañar a nadie. Lo realmente sorprendente es que posteriormente se ha demostrado científicamente que ‘trasplantes de heces’ son capaces de cambiar la microbiota intestinal y curar diversas enfermedades, como el estreñimiento crónico o algunas alergias. Por asombroso que parezca, un fraude inventado se ha transformado en una terapia efectiva, aunque aún esté en fase de investigación clínica.

Curiosamente, el uso de estas terapias no siempre responde a la influencia de los medios o la publicidad, sino al boca a boca y a las redes personales. Según estudios recientes, las personas acuden a estas prácticas más por recomendación de amigos o familiares que por lo que leen en prensa o internet. Además, muchas veces lo hacen como complemento, no como sustituto, de la medicina convencional.

Nos encontramos así ante un fenómeno social complejo. Por un lado, existe una demanda real de enfoques más holísticos y personalizados de la salud. Por otro, se corre el riesgo de abrir la puerta a tratamientos sin eficacia comprobada, que pueden ofrecer un placebo reconfortante, pero también distraer de la atención médica necesaria.

El Aquelarre. Francisco de Goya
El Aquelarre. Francisco de Goya

¿Dónde trazar la línea? Quizás la respuesta no sea un “sí” o un “no” tajante, sino una invitación a la prudencia. Informarse, consultar con profesionales sanitarios y, desconfiar de promesas milagrosas, sigue siendo la mejor guía. Como en tantas cosas, el equilibrio puede residir en saber combinar tradición y razón, sin renunciar a lo mejor de ambos mundos.