LA MIRADA DE ULISAS retorna a ustedes, queridos amigos, luego de una ausencia prolongada debido a sus múltiples viajes. Nunca pensó que al ponerle a su columna el título “La mirada de Ulisas” se prestaría para hacerle un recorrido a varios lugares del planeta y conocer de cerca los asuntos que atañen a sus lectores y a muchos curiosos, anhelantes de autenticidad y buena fe en los textos. Logran ver en mi atisbo nuevas verdades, que no siempre conocen a fondo. Tal vez, los anima profundizar los temas y precisan estar al corriente de sucesos de manera más certera y vestida de argumentos. Son los que prevalecen.
La mirada de Ulisas se empapa de sus viajes. De ellos sustrae buena materia para compartir sus experiencias y conclusiones con sus compañeros lectores. Algunos más abiertos a los hechos se adueñan de su verbo con el entusiasmo que despierta confrontar la mera verdad, aunque se opine que cada persona es poseedora de su propia verdad. La veracidad tiene un canto de dignidad y un rostro propio. Es un deber de todo individuo que pretenda ser informado descubrirlo y hablar de la catadura de los hechos con la sinceridad que la palabra exige y con el compromiso de decir lo que es, sin mentira alguna y sin distorsionar su cara ni su semblante.
En Colombia me enteré, por ser la mirada que soy llena de curiosidad y con la necesidad de desmenuzar cada noticia para sacar deducciones, no siempre felices, que Israel se propuso contrarrestar tanta y embustera información sobre lo que es en realidad el país, sus avances, el progreso que se desarrolla con fines de ayudar a la humanidad y muchas ventajas que no se pueden obviar. Por tal fin, los organismos de divulgación invitaron a varios de los más destacados “influencers” de Colombia para que pudieran verificar con sus propios ojos los hechos y sus alcances. Y poder indicar la verdad que no siempre fue nombrada en sus shows y presentaciones frente a un público, no siempre consciente de la situación en el medio oriente y un tanto sesgados en sus conceptos. El gobierno israelí y el ministerio de Relaciones Exteriores deseaban darles la oportunidad de merodear de cerca la Tierra Prometida. Una visita a sus anchas y sin presiones ni censuras de ninguna clase, como lo permiten las democracias. Se debe reconocer en honor a la verdad que La Tierra Santa es la única democracia de la región. Nación rodeada de países autócratas, donde la libertad de expresión y de ser se condenan fuertemente con castigos que deshumanizan a sus gobernantes.
Luego de una extensa visita a Israel los notables influencers empezaron a cambiar su discurso al palpar escenarios y contextos que conocían mal y de los cuales se habían expresado de manera equivoca. Ya enfrentados a la cruda realidad que se desnudó frente a su percepción, entendieron asuntos de modo diverso. Agudos y sensatos vieron lo que se desconoce, otra realidad no señalada. Dispuestos a desgranar acontecimientos y existencias que se desvirtúan por falta de un conocimiento real, comprendieron que no es lo mismo mencionar lo que no se hurga debidamente que hablar de ideas preconcebidas cargadas de prejuicios para complacer a sus seguidores ávidos de un pro palestinismo, que varios estudiosos de la realidad desaprueban por ser conocedores de falsedades que otros quieren creer y adoptar como ciertas. Estos invitados que manejan el peso de su imagen supieron darle aval a la realidad y acentuar el sentido de la justicia al traer otra información más acorde con sus análisis y apreciaciones. Se toparon con la sorpresa de hacerse a otras verdades y razones. Lo denunciado perdía vigencia por no siempre calzar con la realidad. Se vieron enfrentados a otro discurso que ya no cuadraba con el anterior, donde la situación política tenía otro llamado al manifiesto odio palestino hacia todo lo que huela o se tiña de valores occidentales. Asunto que se resalta poco, a pesar de los grandes temores que suscita. Se habla de un problema territorial cuando se analiza sin miramientos, atravesados por una ideología que miente, mientras los expertos en la materia saben que en realidad se trata de una problemática civilización: con una postura de resistencia a la existencia del Estado de Israel, tantas veces prometido en la Biblia y en textos sagrados e históricos. En realidad, es un comportamiento casi generalizado de repudio hacia el judío, como está escrito en el Corán, pero no solamente hacia el judío sino un rechazo hacia todo aquel infiel (llámase católico, protestante, budista etc… que no abrace las creencias de Mahoma y sus adeptos. Un califato a la vista se anuncia con métodos muy bien estudiados por los fanáticos que anhelan imponer su ideología y creencias. Arriban por millares a países occidentales basados en dogmas y códigos bien diferentes a los que el islam profesa. Astutos y perseverantes sus partidarios de a poco a poco, pero de manera paciente y segura, van institucionalizando sus preceptos como los únicos válidos: el islam debe primar por doquier, según el decir de sus textos. Para ello, tienen métodos claros y precisos: el hacer del vientre una promoción a su propagación, sin importar si los hijos reciben buena educación o se dejan buenamente a la deriva. Sólo el número impone su importancia por la constancia de ir conquistando otros predios con sus manifestantes, quienes muchas veces acuden a imponer sus ideas, sin considerar si atropellan los valores de los países que los acogen. Métodos violentos para demostrar su fuerza son el pan de cada día en los países europeos, que ya se ven asimilados a otra cultura y tradiciones que les son impuestas. Existe un fenómeno de masa votante que los políticos no desean desdeñar y cada vez le dan más cabida a una religión que contradice la propia; la católica que durante años ha plasmado una sabiduría del comportamiento hacia la otredad, donde respeto y tolerancia son banderas ondeantes. Jefes de estado, quienes, aunque se quieran hacer los desentendidos, ya son víctimas de las incompatibilidades y sus consecuencias.
Inteligentes y prestos a despojarse de falsas narrativas estos influencers retrataron la verdad de modo inocente, sin suponer que las represalias serían evidentes con un asunto que no les convino a sus fans. Se vieron traicionados al contradecir su discurso donde designan a Israel como lo peor con términos como genocidas, invasores y ¡qué sé yo! Todo se vale para sus seguidores cuando se trata de diabolizar a Israel. Los influencers, ya ajenos a las calumnias, fueron mostrando las virtudes y honestidades que observaron y registraron sin máscaras ni caretas. Un discurso ciertamente variado que aparentemente no le convino a aquellos que ciegan la verdad.
Por lo tanto, mi humilde mirada ve que el mundo no quiere oír ni saber de verdades. Lamentablemente, resulta una visión que muestra hasta qué punto la realidad es un asunto de miradas y no desde un punto de vista real o consciente. El fanatismo impera. Avanza a paso de gigante como lo está logrando. Dentro de contado tiempo la civilización de los 10 mandamientos hallará un ahogo del cual será difícil salir a flote, a menos que otros influencers cargados de objetividad sigan haciendo una buena labor de información, así pierdan seguidores, pero habrán obrado con el bien y con el deber de comunicar correctamente sin querer multiplicar sus fans a cuenta de embustes y falacias, con una narrativa que tenga asidero y la voz de la verdad, donde la murmuración y la desinformación no tengan lugar de ser. La justicia y la ecuanimidad deben reinar. Y la verdad debe ser difundida y sobre todo tomada en cuenta.