La mirada de Ulisas

El mundo se apodera de una ceguera que mortifica y duele

LA MIRADA DE ULISAS no puede ni debe callar lo que ve, lo que siente ni lo que presiente. El mundo ha tomado un rumbo que se tuerce y aparece la oscuridad que tanto rechaza esta mirada, que es la mía. Trato de mantenerla lo más diáfana posible justamente para ver claro e intentar que no se equivoque en lo que escribe. Un sentimiento de impotencia frente a lo que se denominan la intolerancia y falta de respeto hacia el otro no pueden quedar silenciados. Esos fenómenos nos llevan a desentendernos del semejante, a asumir una actitud egoísta y cerrada dando lugar y espacio para que aparezcan las guerras. El mundo se apodera de una ceguera que mortifica y duele.  Nos conduce al abismo por sendas del horror y de las desventuras.

Luego de casi 70 años de una cierta calma en el mundo, aunque jamás (y vale la pena asociar ese jamás al Hamás que nos talla y muestra su ferocidad) la ha tenido del todo. Con brotes aislados que atormentan al mostrar que el hombre no sabe vivir en paz. En estos tiempos tan difíciles vemos lastimosamente resurgir con demasiada virulencia y atrocidad los actos bélicos con un desenfreno que aterra. Ya las armas de guerra cada vez más sofisticadas nos señalan que la guerra se hace juego y fuego por supuesto. Un ardor que mi mirada no aguanta ni mi espíritu tampoco. Ya les he contado que mi mirada tiene corazón, y se verifica mi propósito de mantenerlo bueno y sin rencores ni odios. Libre de todo mal sentimiento, aunque no puede dejar de darle voz a lo que siente. Y justamente estremecida como quedó mi mirada debo escribir sobre lo que me parece injusto y temible. Me pregunto: ¿cómo es posible? que, en una reunión de altos intelectuales, doctores de universidades, narradores, poetas y gente pensante exista la inasistencia por parte de la delegación de los escritores árabes a una plenaria que se realizó en torno al tema de la paz, sólo por no coincidir con una judía escritora, que sólo aboga por la paz de los pueblos. Un diálogo que se trunca y traduce mucho sobre la imposibilidad de llegar a acuerdos, porque si los pensadores no coinciden en el asunto de que la paz debe reinar a toda costa con las ineludibles concesiones, que se deben negociar ¡qué se puede esperar de los demás! Ese ausentismo demuestra la falta de interés por la paz.

El pensamiento occidental con todos los valores y principios adquiridos; luego de grandes luchas y victorias, como han sido los logros de los derechos a la igualdad de la mujer, al no rechazo a la diferencia ni a las discrepancias, con democracias que si bien no son perfectas, nos dirigen hacía un camino menos tortuoso e inicuo. Todos los autores presentes de varios continentes se dieron la palabra de que, los intelectuales y los escritores son también los llamados a defender la paz con la pluma que destile bondades y la imperiosa necesidad de crear y mantener un mundo más armónico.  Con puentes que enlacen el compromiso y contenido del mensaje de la paz. Discursos cortos que fueron potentes e indispensables. Todos se dieron a la brillante tarea de hablar sobre el significado de la paz para el mundo.

El arte en general es un arma que dispara realidades y necesidades. Muchos autores y artistas que conocen las repercusiones de las guerras y saben lo horrible que son, las condenan. No traen sino dolor y más dolor con insufribles penas. Lágrimas que salen de los fusiles para aterrizar en cuerpos ajenos, que no merecen la suerte de la muerte o de la mutilación, porque en guerra nada es bueno y todo o casi todo es permitido. Se justifica cuando hay ataques y la defensa impone su oda, casi siempre un réquiem desgarrador. Por ello, creo firmemente que todo intelectual y persona pensante deben estar en contra de cualquier manifestación de guerra y al menos declarar, que son partidarios de la paz como elemento vital y con una posición frente a un humanismo que pierde sus características y se debe rescatar ¡Cuál sería mi sorpresa, como la mirada que defiendo siempre cargada de elementos pacíficos y anhelantes de un amor universal donde todas las diferencias encuentren su lugar y el respeto que se debe cosechar, al observar que en una reunión de alto nivel en torno a la paz, convocada por una editorial de prestigio en la sala magna de la Universidad Complutense de Madrid dentro del marco de la valiosa y maravillosa feria del libro de Madrid, no tuvo el eco que se esperaba por parte de los escritores árabes. Lo que apena profundamente es ver y analizar que, si desde nuestra posición de comunicadores, no la fomentamos ¡qué se puede esperar de los demás!

El judío en todo tiempo ha sido como el canario en la mina, el primero que se entera y es atacado cuando las cosas van mal. El pajarito con su canto ya anuncia la desgracia, el judío con su posición de ser un presagio ya habla de su condición.

Sacudamos la conciencia sobre una realidad que atañe al mundo occidental: bien diverso del oriental. Y… busquemos que los seres sean fraternos y no personas llenas de odio donde la visión se pierde y sólo el demonio gobierna con sus males y sus arrojos desatados. Ponen los pelos de punta y el corazón bien arrugado. Desplanchemos emociones y démosle cabida a la verdad.

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