Se acaban de cumplir 372 años del nacimiento en Sevilla de esta valiente mujer, escultora barroca, una de nuestros más importantes escultores. El 8 de septiembre de 1652 había sido bautizada en Santa Marina con el nombre de Luisa Ignacia Roldán y Villavicencio. Era la quinta de los doce hijos del conocido y gran escultor Pedro de Roldán. Se la conocería por el sobrenombre de La Roldana por la fama que tuvo en su tiempo.
Sevilla, donde pasa su infancia y juventud, ya no era la importante ciudad que había sido. Tras la peste de 1649 su población se vio reducida a la mitad, de 120.000 habitantes a 60.000. Además dejaría de comercializar con América, el Guadalquivir, encenagado, no tenía suficiente calado y los barcos saldrían desde Cádiz.
Pese a lo cual al taller de su padre no le falta trabajo, y en él se inicia como aprendiza de imaginera junto con sus dos hermanas. Pronto destaca por sus dotes de escultora y por su firme carácter. Allí conoce a Luis Antonio Navarro de los Arcos, oficial en el taller, del que se enamora y con quien se casa, sin el permiso paterno, la navidad de 1671. Tenía 19 años.
Ponen taller propio, del que ella será la maestra, aunque sin titulación, y él su ayudante, es buen dorador pero no buen escultor, pese a lo cual, y por el mérito de ser hombre, será quien firme los contratos. Lo que no impedirá a la valiente e inteligente Luisa firmar sus obras en las propias esculturas.
No les falta trabajo, en especial tronos para la Semana Santa. A ella se atribuyen alguna de las Vírgenes más famosas que aún procesionan, como la Virgen de Regla, la Peregrina de Sahagún o la Macarena de Sevilla. Obra documentada es el Ecce Homo de tamaño natural que en 1684 talla para la catedral de Cádiz. Un dramático Cristo, torturado por la flagelación y la corona de espinas, que tuve la suerte de tener frente a mí hace años, cuando restauraban la catedral, y que me conmovió profundamente.
Gracias a esta obra consiguen nuevos contratos para la catedral, y el matrimonio decide trasladarse en 1686 a Cádiz. Luisa tiene 34 años, es madre de varios hijos y su fama empieza a extenderse por España. Por ello decide trasladarse a Madrid, a la corte, dos años después. Lo que quizás no sospecha que la corte es una ruina y un nido de intrigas. Es una artista valorada por su talento, su originalidad y su delicadeza. El famoso Palomino, pintor y tratadista, alaba "su modestia, su pericia superior y su virtud extraordinaria" e incluso la considera mejor escultor que su padre. Llega a ser tan reconocida que el rey la nombra en 1692 escultora de cámara, la primera mujer española en recibir tal honor. El problema es que no le paga lo que se le debe por título y función tan importantes, y la Roldana y los suyos pasan hambre. Ni siquiera le dan la habitación y la ropa que por su cargo le corresponde. Ella misma escribirá: "por estar pobre y tener dos hijos (había tenido siete) lo paso con grandes estrecheces..., pues muchos días falta lo preciso para el sustento de cada día". Para mantener a su familia y su taller modela pequeños grupos escultóricos de variada temática religiosa, Vírgenes de la leche, nacimientos, la Sagrada Familia, escenas de santas..., que le encargan conventos, nobles y burgueses. Hoy son sus obras más valoradas, especialmente en EEUU, por su originalidad y su atractivo. La Corte y la Iglesia le contratan grandes obras, que no suelen pagarle. Podemos admirar en Madrid alguna de las más importantes, como el Arcángel San Miguel venciendo al demonio, en la Galería de las Colecciones Reales, el Arcángel San Miguel de las Descalzas Reales, y los Ángeles para la colegiata de San Isidro. Merecen el esfuerzo de una visita.
Muere sin descendencia Carlos II, el último Austria español, y le sucede Felipe V, nuestro primer Borbón, el 16 de noviembre de 1700. Los intereses de las grandes potencias europeas provocan una terrible guerra, la Guerra de Sucesión Española, que dura 14 años en Europa y 15 en España. Luisa consigue, aún en estas difíciles circunstancias, que el nuevo rey la nombre también escultora de cámara, no lo que no consigue es que le pague.
Luisa muere en Madrid el 10 de enero 1706, en plena guerra, el mismo día que la nombran miembro de la prestigiosa Academia de San Lucas de Roma. Unos días antes había hecho una "declaración de pobreza". Tenía 53 años. Había vivido intensamente y moría valorada y hambrienta.