La decencia es algo consustancial a las personas de bien. No hace falta pensar políticamente de una manera, de otra, o de la siguiente… no hace falta siquiera por qué pensar como prioridad alguna en una ideología determinada.
La decencia es un bien moral que trasciende pensamientos, y cualquier época. La decencia es una virtud que engrandece a cualquier persona y es una actitud y convicción que protege y dignifica a la persona y a la sociedad.
La decencia es consustancial a quien ha de dar ejemplo por pequeña que sea su responsabilidad y no digamos si esa responsabilidad es máxima.
La decencia no pasa de moda . La decencia es cuestión básica para cualquiera que quiera construir un proyecto del orden que sea.
Lo que estamos viviendo estos últimos años no tiene nombre y es ejemplo de la mayor indecencia que podamos imaginar.
El presidente del Gobierno dice durante el juicio a su Fiscal General que es inocente, y tras la condena sigue diciendo lo mismo, y que la verdad se impondrá. Su ministro de Justicia dice lo mismo, aunque amague para decir que respeta la sentencia del Supremo, los demás ministros se suman a sentenciar inocencia en contra de la sentencia de culpabilidad y su vicepresidenta comunista llama a la rebelión contra la justicia en la calle, sin ser desautorizada y fulminada por el presidente del Gobierno, ergo, el mismo está al frente de esa rebelión.
Otro de sus cargos de confianza, y ministro que ha sido, ingresa en la cárcel junto a su también persona de confianza, aquella que el presidente del Gobierno conocía circunstancialmente, pero resulta que aparecen muchas fotos con él, y es también el que hace el famoso viaje junto al encarcelado esta semana y el encarcelado hace muchos meses y recién salido de la cárcel una vez no hay peligro que destruya las pruebas - las mismas, por cierto, que destruye el Fiscal General … y nadie entiende cómo no las ha guardado para demostrar su inocencia-
Por cierto, como si fuera algo dicho por casualidad, antes de ingresar en la cárcel esta semana, estos dos amigos de viaje de Peugeot, ratifican que el hoy presidente del Gobierno, viajó a Bilbao antes de la moción de censura para entrevistarse con el condenado por terrorismo y actual socio, sin el cual, como con los golpistas, no podría ser presidente del Gobierno. Esta noticia, antes de ser ratificada por los dos recién encarcelados esta semana, fue dada a conocer previamente también por un medio con toda rotundidad, si bien el condenado por terrorismo pide que se le crea a él en cuanto a que no ha existido esa reunión y el presidente del Gobierno- los dos consecutivamente el mismo día - , dice que también, que no se han reunido.
Evidentemente, es tan grave esta cuestión, que o bien el presidente del Gobierno denuncia formalmente al medio y a sus “ dos amigos “, y ya es muy tarde, o bien obviamente es absolutamente cierto, y por tanto una abyecta traición y mentira criminal a su partido, sus votantes y todos los españoles y por supuesto la más gravísima circunstancia criminal y de la más trascendental factura delictiva imaginable, que se suma a otras .
La mostrada sublimación de la indecencia queda aquí patente, y la indecencia más abyecta campa a sus anchas, encabezada por el presidente del Gobierno y del Gobierno.
La indecencia no puede ser la norma por la cual tenga que imponerse la metodología lupanar en la que el presidente del Gobierno se inspira a diario y obligue a todos los españoles a claudicar en ella. Por supuesto ello no va a ser así, por mucho que se empeñe en hacerlo engañando vilmente a todo su partido, a sus votantes, al conjunto de españoles, a las Instituciones Europeas y a todos los europeos.
Un auténtico indecente, cómplice de un criminal en Venezuela, impidiendo que la oposición heroica, Maria Corina Machado y el presidente González Urrutia sean los que recuperen Venezuela del narco comunismo, y un auténtico indecente y traidor a su nación, a España, y un usurpador de la democracia, practicando un golpe de estado de última generación a diario.