Están locos estos humanos

Hijos de putin

En un arrebato, el primogénito de la soberbia que llevó a perder el Edén asesina al buen pastor; maldecido y desterrado por la Justicia, reclama amparo, siendo marcado como ganado errante…

La historia de la humanidad es la de una condena: el ser más inteligente de la Creación, sometido a sus instintos más primarios; desea libre albedrío, pero precisa guía y protección. Su insolente estolidez le impide asumir una recalcitrante necesidad de “rebelde” borreguismo, resolver sus males endémicos y subvertir los perversos bucles que recorren milenios de guerras y tiranos.

Se mire como se mire, el mundo es cada vez más violento, inestable y polarizado. Sin embargo, del medio centenar de conflictos activos y varias guerras enquistadas, si nos llega alguna noticia, no dura más de un par de telediarios: África abandonada, Sudamérica progresivamente hundida, Oriente Medio un polvorín y el resto de Asia de patio de recreo del creciente despotismo chino… mientras EEUU intenta compensar su pérdida de potestad internacional con más armamento, anhelando un nuevo show -alias elecciones- entre sus dos peores presidentes contemporáneos. Sólo se libran en Oceanía, aunque se esperan grandes tensiones secesionistas tras la muerte de Isabel II. Y, por si no fuera suficiente con cargarse el planeta, ya se están repartiendo el espacio.

En un tercio de siglo, la UE apenas ha logrado -brexit mediante- superar sus choques internos, lejos aún de funcionar como una unidad (tal que medio Brasil) que pueda competir como superpotencia; las sucesivas crisis dejan una imagen muy deteriorada de incapacidad política y, ahora que sale -del caos- de la pandemia, bastante tiene con buscar liderazgos que repelan a los extremismos, en auge de popularidad, que empiezan a conformar una sólida alternativa, al menos, de cambio. Es evidente que Rusia (que defiende una “operación militar especial en Ucrania”) y China (que habla de la “crisis de Ucrania”), donde la autoridad es autoritarismo y la verdad, dogma (sin fe), pretenden aprovechar esta situación, más que para desestabilizar a Europa, para estabilizarse. El argumentario que acusa el avance fronterizo de la OTAN (que, en todo caso, sale reforzada) es tan circunstancial como la correlación con la salida del gobierno de DT (entre locos se temen); si acaso, lo que se ha demostrado (más allá de iniciales especulaciones y proyecciones nucleares) es que nadie quiere contiendas a gran escala… que puedan perturbar las burbujas de fabulación y autocomplacencia que -pese a los trágicos precedentes- mantienen este lampedusiano juego en el que somos peones y losetas al albur de trileros con dados trucados y reglas adulteradas.

Ni siquiera los balances de poder e influencia hacen del silogismo más que una mera falacia: los más acérrimos detractores del intervencionismo (externo -pues en su seno es válido- y exógeno -se jactan de su injerencia, con plenitud de intrusión y descaro, en otros estados-), curiosamente, comparten el liderato, por la cola, de todos los rankings democráticos. Consecuentemente, también tienen en común la decadencia social, cultural y política que, ante la inminente crisis energética global, presagian el colapso: la debacle rusa es bien conocida, pero el hermetismo chino empieza a mostrar que sus costuras eran también la opresión, la represión y la desaparición de toda posible oposición, con la siempre necesaria corrupción total para perpetuarse en el poder. El imperialismo ha sido desde tiempos inmemoriales el principal recurso de todo régimen para aplacar o desviar la atención pública, por eso sorprende aún más la carencia de soluciones para estos casos (las sanciones han resultado totalmente inútiles a su fin, y cuesta no ver paralelismos entre el Dombás o Taiwán y el Lebensraum), máxime ante liderazgos personalistas tan claros… y tan fáciles de relevar, aunque sea rezando porque “vayan pronto al Cielo” (o lo que les toque).

Sea II Guerra -no tan- Fría, gran antesala de la III GM… El saldo es una década que sigue sumando víctimas a la mayor crisis de refugiados de la historia, una nueva generación de hijos de la guerra.

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