El día 1 de noviembre se celebra, según la tradición cristiana, el día de Todos los Santos y el día 2 de noviembre el día de los Fieles Difuntos. Son días, que avanzando el otoño, se sienten ya los fríos invernales. Me contaba el pintor Álvaro Delgado que fue precisamente el día de Todos los Santos del año 1939 cuando se reunieron por primera vez, con Benjamín Palencia y con el escultor Alberto (Alberto Sánchez), aquellos jóvenes pintores que formaron parte de La Segunda Escuela de Vallecas, también llamada El Convivio. Naturalmente, la cita fue en Vallecas. Tomaron un café en un bar “La Estufa” junto a la estufa de hierro alimentada con leña que ocupaba el centro de la estancia. Estaba regentado por un individuo narigudo, de nariz prominente parecida a la que tienen los augustos de los circos, que se llamaba Lorenzo y que vestía con mandilón como el que usan los pescaderos, de esos que tienen rayas negras y verdes. Lo recordaba siempre Álvaro y creo que lo repetía con idénticas palabras. Lorenzo y Benjamín hablaron durante aquella mañana del joven poeta de Granada que se llamaba Federico y de otras muchas cosas que habían sucedido en los días de la Primera Escuela de Vallecas. Nombraron a Maruja Mallo, a Castellanos y a Rafael Alberti. Era un día gris que anotaba en el ambiente paisajes taciturnos. A la primera cita asistieron Álvaro Delgado acompañado de su hermano, Carlos Pascual de Lara, Gregorio del Olmo y algunos otros jóvenes.

La tradición del día de Todos los Santos es una tradición religiosa que tiene profundas raíces populares. Son días en los que suelen visitarse las sepulturas familiares para depositar un ramo de flores, celebrar misas de réquiem y rituales en honor a los difuntos. La tradición ha ido edulcorando estas fechas con buñuelos de viento y con huesos de santo: esos dulces de almendra que hacen de preámbulo antes de los turrones de la Navidad. El teatro y las representaciones del Don Juan Tenorio de Zorrilla han formado parte íntima de esta tradición, pero también las otras, mucho más populares, que se celebran en Galicia en las que los propios difuntos asisten a las misas que se dicen para ellos o la Procesión de las Ánimas que recorre las calles contiguas al cementerio de Zamora. En Extremadura se rememora La Chaquetía, representada por la merienda campera en la que, para celebrar este día, se degustan frutos y productos de la tierra. En el País Vasco, en Navarra, Andalucía o Cataluña hay también tradiciones desde las que se solemniza el recuerdo de los antepasados.
Hace ya años llegó desde México la gran fiesta de los muertos: HALLOWEEN, una de las más hondas tradiciones de origen prehispánico que nació de la costumbre de guardar en las casas los cráneos de los familiares difuntos y que fue declara por La UNESCO en el año 2003, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Su significado ha llegado a muchos de los rincones del planeta.