Crónicas de nuestro tiempo

Un dios más entre nosotros

Ryan Hreljac: el niño que llevó agua a medio millón de africanos y nos enseñó que todos podemos cambiar el mundo

En un rincón de Canadá, en la pequeña ciudad de Kemptville, un niño de seis años escuchaba atentamente a su maestra explicar cómo era la vida en algunos pueblos de África. Escuchó sobre niños que caminaban varios kilómetros cada día para recolectar agua; agua turbia, contaminada, que enfermaba en vez de sanar. Escuchó que, mientras él podía girar el grifo y llenar su vaso, otros niños morían de sed.

Ese niño se llamaba Ryan Hreljac, y lo que hizo después cambió la vida de más de medio millón de personas.

Corría 1997. Ryan, conmovido, preguntó a su maestra cuánto costaría llevar agua a esos pueblos. Ella le habló de WaterCan, una ONG canadiense que perforaba pozos en África, y mencionó que un pozo costaba unos 70 dólares. Ryan corrió a su casa decidido a reunirlos. Su madre, Susan, le propuso ganar el dinero haciendo tareas del hogar. Ryan no se quejó: barrió, lavó coches, cortó el césped y, con esfuerzo, reunió los 70 dólares.
Pero cuando fue a WaterCan, le explicaron que el costo real de perforar un pozo profundo era de 2.000 dólares. Otro niño podría haberse rendido. Ryan no. Comenzó a movilizar a sus vecinos, a su escuela, a salir en medios locales. El pequeño canadiense con un sueño grande pronto se convirtió en símbolo de solidaridad.
En enero de 1999, Ryan vio cumplido su objetivo: se perforó su primer pozo en Angolo, Uganda.

A través de WaterCan, Ryan comenzó a cartearse con Akana, un niño ugandés que recorría largas distancias para asistir a clase. Las cartas cruzaron continentes, construyendo una amistad entrañable. Finalmente, en el año 2000, Ryan viajó con su familia a Uganda. Cuando llegó a Angolo, cientos de personas lo esperaban formando un pasillo humano, coreando su nombre.

1

“¿Cómo saben quién soy?”, preguntó Ryan. El guía le respondió: “Ryan, todos en cien kilómetros a la redonda conocen tu nombre.”
Ese viaje consolidó una misión que ya no tendría marcha atrás. Ryan fundó la Ryan’s Well Foundation, una organización que, hasta hoy, ha construido más de 400 pozos y ha beneficiado a más de 500.000 personas en África.

Según datos de UNICEF y la Organización Mundial de la Salud, unos 703 millones de personas en el mundo carecen de acceso a agua potable segura, y gran parte de ellas vive en África subsahariana. La falta de agua limpia no solo provoca sed: es fuente de enfermedades como el cólera, la diarrea o el tifus, que cada año matan a miles de niños.

Perforar un pozo no es solo una solución técnica; es un acto que transforma vidas: permite que los niños vayan a la escuela en vez de recorrer kilómetros buscando agua, reduce las enfermedades, mejora la economía local y fortalece a las comunidades.

Ryan, que ahora tiene 33 años, sigue al frente de su fundación, viajando, dando conferencias, sensibilizando a gobiernos y ciudadanos. Lejos de volverse una celebridad superficial, ha mantenido su compromiso con la causa que lo movilizó desde niño. Su fundación no solo instala pozos:también capacita a las comunidades locales en mantenimiento y gestión del agua, asegurando que los proyectos sean sostenibles en el tiempo.

Mientras muchos se sienten paralizados ante los grandes problemas del mundo, Ryan nos recuerda que nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia. Un niño que, con 70 dólares en mente, acabó reuniendo millones. Un niño que, con una pregunta inocente, se convirtió en líder de una causa global.

Su historia también nos interpela como sociedad: ¿cuánto de nuestro tiempo y recursos destinamos a problemas reales? ¿Cuánto invertimos en lo que verdaderamente importa?

Si quieres apoyar la causa de Ryan, puedes visitar su fundación en www.ryanswell.ca, donde encontrarás maneras de donar, colaborar como voluntario o simplemente informarte sobre cómo el acceso al agua transforma comunidades.

Porque, al final, no importa cuánto tengamos, sino cuánto estamos dispuestos a compartir. Como dice el propio Ryan: “Una persona puede marcar la diferencia, y juntos podemos cambiar el mundo.”