A Volapié

Los diez “No se puede” de William J.H. Boetcker

W. Boetcker fue un conocido reverendo y orador de origen alemán que vivió la totalidad de su vida adulta en los EE.UU falleciendo en 1962. 

Es famosa su lista de lo que no se debe hacer, los diez “No se puede”. Vamos a revisarlos a ver si podemos encontrar algo de utilidad en esta lista, más de un siglo después de su publicación.

1) No se puede crear prosperidad desalentando el ahorro: 

El ahorro es fundamental para que haya inversión. A nivel macro, si esta falta o escasea, el resultado es un menor crecimiento, y el estancamiento tanto de la productividad como de las rentas del trabajo. A nivel micro, sin ahorro, los ciudadanos no pueden comprar una vivienda porque la financiación hipotecaria nunca debe exceder el 80% del precio. Tampoco podrán invertir en activos financieros para asegurarse una vejez sin problemas económicos, especialmente en países como España cuyas pensiones están abocadas a notables recortes. Es imperativo inculcar en los jóvenes la virtud del ahorro. Está demostrado que aquellos que son capaces de sacrificar consumo en el corto plazo suelen tener una vida mucho más próspera en el medio y largo plazo.

2), 3) y 4) No se puede fortalecer al débil debilitando al fuerte; No se puede ayudar a los pequeños aplastando a los grandes; No se puede ayudar al pobre destruyendo al rico: 

Es fundamental entender que la economía actual no es un juego de suma cero y por lo tanto los ricos no son causantes de la pobreza, sino todo lo contrario. Hay que recordar que la desigualdad no la crean los ricos, sino que es fruto del desempleo, de los bajos sueldos consecuencia de la escasa productividad, y de la inflación. Sólo creando riqueza de forma recurrente se puede lograr que la mayoría prospere, y esto es lo que hacen los empresarios y los inversores. Todos los avances de los que disfrutamos provienen del sector privado, muy raramente del público. Castigar y denostar a los empresarios, a los inversores, y a las clases altas y medio altas es un grave error que lastra la economía, además de notablemente injusto.

Los sistemas superestatistas, ya sean izquierdistas o derechistas, han fracasado siempre porque su rapacidad anti mercado limita fuertemente la capacidad de crear riqueza de la sociedad. La confiscación fiscal es pan para hoy y hambre para mañana. Partiendo de la base de que hay que pagar impuestos para financiar ciertos servicios públicos imprescindibles, estos deben ser moderados para que se pueda generar ahorro, la fuente de la tan necesaria inversión. Las personas de más renta suelen serlo porque invierten bien, lo que favorece a la economía, o porque crean empresas exitosas, tienen iniciativa y son capaces de innovar y tomar riesgos. Ellos son los principales agentes de la economía, los que la dinamizan y hacen crecer. 

Nuestra economía es escasamente productiva y decadente porque se ha centrado en confiscar y repartir más que en generar, y en penalizar a los inversores, a la banca y al tejido empresarial. Las evidencias demuestran que una sociedad sin ricos es una sociedad más pobre. Igualar a la baja es la receta para la pobreza generalizada. Ricos, empresarios e inversores de todos los tamaños no son nuestros enemigos, son nuestros aliados, pero hay que dejarles trabajar y no someterlos a la confiscación fiscal.

5) No se puede elevar al asalariado presionando a quien paga el salario: 

Está claro que los sindicatos y ciertos partidos afines no han entendido esto. Como he comentado muy recientemente, para mejorar los salarios hay que implementar políticas que aumenten la productividad, es decir el valor de los bienes y servicios producidos por cada hora de trabajo. Subir los sueldos por decreto, y/o reducir la jornada pagando lo mismo, arruina la competitividad y daña la economía y el empleo. Las empresas rentables o muy rentables pagan mucho mejores salarios y lo hacen porque suelen ser más productivas y más grandes. La productividad es la clave, solo si aumenta se puede y debe mejorar a los trabajadores. Las políticas deben centrarse en esto, y en mejorar la educación, formación y capacitación del capital humano, asunto en el que estamos a la cola de la OCDE.

6) y 7) No se resuelven los problemas gastando más de lo que se gana; No se puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado: 

Los que viven por encima de sus posibilidades tomando deudas cuyo servicio no pueden atender, salvo con grandes dificultades, suelen acabar en la ruina al menor contratiempo. Esto es válido para los particulares, pero también para las empresas y el estado. A nivel particular, la deuda se debe usar solo para comprar una vivienda o invertir en activos reales que den rentas y expectativas de plusvalías. Nada se debe comprar a crédito salvo la casa y el coche, y ambos deben estar en consonancia con nuestra capacidad económica. Hay que dejar un margen de seguridad porque los tipos de interés pueden subir y por lo tanto las cuotas aumentar. La seguridad la da el ahorro canalizado hacia la inversión prudente en bienes reales. 

Lo mismo puede decirse del estado, en fases de expansión económica es imperativo tener un potente superávit primario que exceda notablemente el pago de los intereses de la deuda. Es la forma de tener un endeudamiento moderado y una economía próspera. 

8) No se puede promover la fraternidad de la humanidad admitiendo e incitando el odio de clases: 

Es una lástima que en el siglo XXI todavía haya políticos que inciten al odio de clases y anden aún a vueltas con la guerra civil. Una sociedad dividida, incluso fracturada no puede tener paz, ni ser libre ni próspera. 

Las clases como las entendía Marx no existen, son un constructo falso para justificar la revolución, el asesinato y el expolio de grandes masas de la población con el fin de elevar a la dictadura a una minoría. Existen distintos estratos socioculturales y socioeconómicos, pero no en el sentido de la lucha de clases. Además el odio y la violencia son inadmisibles en democracia, y desde luego nunca producen libertad y prosperidad. No hay clases expoliadas por otras, y de haberlas es la clase política y sindical la que explota a la ciudadanía.   

9) y 10) No se puede formar el carácter y el valor de un hombre quitándole su independencia, libertad e iniciativa; y No se puede ayudar a los hombres permanentemente realizando por ellos lo que estos pueden y deben hacer por sí mismo: 

Los sistemas estatistas que coartan la libertad, la propiedad, y la iniciativa privada crean sociedades asistenciales mediante subsidios masivos. Estos ciudadanos se convierten en dependientes, en clientes del poder, y por lo tanto dejan de ser verdaderamente libres, están sometidos, carecen de iniciativa, y terminan por perder el coraje para responsabilizarse de sí mismos. En estos sistemas los mecanismos de la generación de riqueza se gripan, lo cual es garantía de un triste pasar. 

Hay que ayudar a los que lo necesitan, especialmente mediante la educación, la capacitación del capital humano, y la salud, pero no se puede subsidiar eternamente a grandes partes de la población que pudiendo formarse y trabajar, no quieren. Los ciudadanos deben prepararse, responsabilizarse de sí mismos y autosustentarse. Solo los que realmente están incapacitados deben ser sostenidos permanentemente. 

Hay verdades que no quedan anticuadas con el paso del tiempo. El reverendo Boetcker nos dejó unas cuantas de gran utilidad acerca de las cuales deberíamos reflexionar seriamente.