En corto y por derecho

La juventud está loca

Eso se decía en los años 60/70, aquella ‘bendita locura’ estaba asociada al consumo de drogas, la pasión por el rock y el radicalismo de las ideologías de izquierdas. Todo aquello revuelto produjo brotes esquizofrénicos, adicción a las drogas y cierta desestructuración en las familias, los hijos veíamos en nuestros padres a unos enemigos naturales, que se aferraban a un oscuro pasado.

La situación actual presenta un perfil radicalmente distinto, España enfrenta una crisis de salud mental juvenil sin precedentes,  múltiples estudios y estadísticas oficiales  confirman el empeoramiento de la situación entre los jóvenes. En Francia, los datos más recientes muestran cifras tan alarmantes que han llevado al gobierno francés a declarar la salud mental como Gran Causa Nacional en 2025. Hay cada vez más jóvenes con trastornos mentales, pero los que predominan son la ansiedad y la depresión, con el correspondiente aumento de los suicidios. Los nuevos diagnósticos como el TLP (trastorno límite de la personalidad), el espectro autista o el déficit de atención, no deben desviar el foco sobre lo que es el asunto fundamental: la alta frecuencia de la patología psiquiátrica. Las drogas de abuso siguen siendo un problema, aunque sin la mortalidad de antaño. La esquizofrenia sigue presente, pero gracias a los nuevos antipsicóticos es un asunto controlable. Los hijos ya no ven a los padres como un problema, sino como una solución, se quedan en casa. La depresión/ansiedad aparece por igual, o incluso más exacerbada, en familias con una buena situación económica. ¿Qué está pasando? 

No cabe más que reconocer nuestra ignorancia, a pesar de la cantidad de estudios sociológicos existentes. Se han explorado desencadenantes como el abuso del mundo digital, la ausencia de un modelo familiar de referencia, la degradación de la enseñanza, el Covid, o la inadaptación de los inmigrantes. Sin embargo, la mejoría de la economía, de la salud pública y de la atención sanitaria, ha hecho que en los últimos 50 años haya disminuido la carga de las enfermedades infecciosas, las cardiopulmonares y las oncológicas. Ha mejorado la calidad y la esperanza de vida. Es un misterio que esto no haya ocurrido con las enfermedades psiquiátricas. Debido a que carecen de un marcador biológico que pueda asegurar su diagnóstico quedan sujetas a la impresión clínica, lo que dificulta establecer estadísticas rigurosas. A pesar de ello, la evidencia de que constituyen un serio problema es abrumadora. Como dicen los agoreros climáticos, ‘no estamos preparados para ello’.