Cinco Sentidos

El viento se llevó lo que

En el artículo de hoy traigo al recuerdo un fantástico filme del Director Alejandro Agresti del año 1998. En esta película la protagonista emprende un viaje con rumbo desconocido, llegando por accidente a un poblado aislado, lo mágico resulta de lo aislado y del único contacto con el mundo a través de filmes antiguos que se encuentran cortados y rotos, a partir de allí se comienzan a construir nuevas tramas e historias.

En este sentido creo que de alguna manera, sin estar aislados, sino todo lo contrario, nos encontramos en realidades construidas a partir de pequeños retazos intencionalmente direccionados.

Para ser más claro, a través de dónde nos informamos de la realidad?, son muy pocas las transmisiones en directo de las que podemos servirnos escuchando a los protagonistas en vivo y sin recortes, pudiendo generar contextos de espacio tiempo, que nos permitan miradas más objetivas. Más bien nos nutrimos permanentemente de recortes, de reels que nos proporcionan retazos de realidades, qué de acuerdo a cómo estén cortadas, editadas, acentuadas, coloreadas, y demás elementos de edición (los recursos para modificar son casi infinitos) nos llevan con una misma noticia a miradas totalmente diversas construyendo realidades disímiles de punta a punta.-

El hecho acontecido en la Localidad Murciana de Torre Pacheco, o las Guerras de Israel, Rusia, etc., o incluso las mezquindades políticas locales o extranjeras, dividen las aguas en uno y otro sentido de forma extrema, resulta muy difícil poder observar la realidad precisa, y por ende resulta muy difícil obtener una mirada justa y certera.-

Estas miradas han permitido el crecimiento del odio, la discriminación, el abuso, la violencia, la guerra, y la pobreza.-

Como en la película de referencia, nuestra cultura se está alimentando de “malos entendidos”, cada “relato” deformado (o editado) nos lleva a caminos diferentes y los algoritmos permitirán que esos malentendidos se acrecienten. Una idea central de la película es “No recordamos el mundo tal como fue, sino cómo nos contaron que fue”.

En “Obra Abierta” Umberto Eco expresa que Una Obra se completa con quien la interpreta, este gran pensador Italiano Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de Turín, observaba la necesidad del otro para la culminación de la Obra, así como en otra de sus obras magistrales “El Nombre de la Rosa” nos habla de la lucha por el poder que otorga el conocimiento. Realidades, ambas que se plasman en la historia de la humanidad, y muy concretas en nuestro presente.

La verdad es cada vez más difusa, condicionada por quienes ostentan el poder de ese conocimiento, direccionando según sus propias conveniencias, las interpretaciones, entonces hoy, son direccionadas según se desee, a una acción sigue una reacción, y demasiadas veces sin ninguna reflexión.

Hoy el mundo parece no necesitar de la historia, le basta con las pequeñas pastillas de la historia que se reciben a diario y se disuelven en instantes sin compromisos colaterales.

Las píldoras de fe en dioses difusos se dosifican deformando la dignidad del propio ser.

La pregunta es, ¿dejaremos que el viento se lleve nuestra historia? ¿O decidiremos volver a utilizar nuestros cinco sentidos orientados a la verdadera libertad?