…de los idus de mayo. El reinado de José Luis Martínez Almeida se presentaba tranquilo y confiado. Una cómoda mayoría absoluta le garantizaba sacar adelante sus propuestas y bloquear las de la oposición. Su buena sintonía con Isabel Díaz Ayuso, ama y señora en la Comunidad, añadía un plus de certidumbre a sus decisiones.
Su mandato había comenzado, además, con buen pie. Una caja llena de cientos de miles de euros no gastados le otorgaron cochón extra para obras y mejoras. Pues procede recordar que durante el mandato de Manuela Carmena, al frente de un gobierno con Ahora Madrid y PSOE en coalición, la inacción y la parálisis fueron las notas características de su lánguido transcurrir.
Ahora Madrid era el nombre con que se bautizaron los que antes habían sido Podemos, luego serían Más Madrid y, siempre pegándose entre ellos, representaban a la izquierda más rancia y suspicaz. Para este tipo de políticos (por llamarlos de alguna manera) la desconfianza ideológica hacia el empresariado y la iniciativa privada es enfermiza. Como no conocían lo que era trabajar ni habían sabido ganar un euro en su vida, en la palabra “empresario” sólo veían corrupción, fraude, engaño y malversación. “Estos, a nosotros, no nos van a engañar” – era su ufano lema – y en cuatro años ni contrataron una obra, ni asfaltaron una calle, ni gastaron un euro en nada, convencidos de que les robarían a la primera de cambio.
Fue algo parecido a lo de las “mareas” gallegas, los “kichis” gaditanos, las Colaus barcelonesas… Hijos de la misma madre, pasaron por sus ayuntamientos sin gastar un duro y dejando todo hecho una porquería.
Así que Almeida se encontró la caja a rebosar y pudo gastar lo suyo y lo de la Carmena, que solo al final (y con las elecciones ya perdidas) hizo un amago de asfaltados exprés. “Para qué se molestará ahora en hacer lo que no ha hecho en 4 años – recuerdo que reflexionaba yo- si ya no tiene arreglo y todo será a beneficio del PP”. Pero así es la vida.
Sin embargo, para Almeida, ahora, suenan trompetas de alarma:
Trompeta primera: Las lluvias incesantes que han caído sobre Madrid en marzo y abril han socavado por debajo los pavimentos de las aceras. En efecto, muchas baldosas fueron colocadas sobre arena, con un ligero mortero y el agua ha arrastrado o diluido ese soporte, de forma que miles de ellas, ahora, se mueven, bailan, se ladean al pisarlas y provocan torceduras, esguinces y caídas. Fue justamente lo que sucedió en la etapa de Carmena: que no se podía andar por Madrid sin arriesgarse a la cojera.
Hay que corregir inmediatamente todos esos pavimentos mal asentados. Y son millones de baldosas.

Trompeta segunda: se vanagloriaba el Ayuntamiento de que había denunciado a los empresarios que le vendieron mascarillas caras, o deterioradas, o abusivas…Pues fueron absueltos y el Ayuntamiento se tragó el sapo.
Trompeta tercera: de forma inexplicable, interpuso Almeida demanda contra el famossssííímoo novio de Ayuso, por las obras de reforma de su ático. No le bastaba con la “declaración responsable”, que es lo que presenta todo el mundo, con sus documentos de apoyo bien paridos. Quería más, una licencia que no se pide a nadie, condenarle, estigmatizarle… Aquello parecía el acoso de Sánchez contra IDA, una suerte de cruzada al calorcillo opositor. Y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha archivado la causa y ha condenado al Ayuntamiento al pago de las costas, con argumentos que harían sonrojar al municipio, si colores tuviese.
Trompeta cuarta: La ciudad apesta. Una huelga de basureros tiene Madrid atestada de porquería, con montones de bolsas hediondas y unos sindicatos que, como siempre, vulneran los servicios mínimos, se ciscan en las disposiciones y se rechufletean del gobierno municipal. Mano de hierro, Almeida, que estas cosas no pueden tolerarse ni un minuto. Cada día de hedor son miles de votos que se alejan del incapaz de solucionar el problema.

Así que el mandato de Almeida puede estar entrando en esa fase en la que, presa de la autosatisfacción, se empiezan a cometer errores, olvidos, negligencias, que van socavando la valoración de los ciudadanos.
Nunca olvidaré que cuando le mandé un dosier sobre la espantosa pasarela que el Reina Sofía (en manos socialistas, obviamente) había adosado al palacio de Cristal del Retiro, arruinándolo, me respondió que era competencia de Cultura. ¡No, no y mil veces no! Cultura podrá tener competencias sobre el edificio pero el suelo que lo rodea es municipal y ahí mandas tu. El Diario de Madrid ya me publicó un artículo sobre ello. Menos mal que, a día de hoy, el palacio está en obras todo él, y no creo haya cuajo para volver a instalar el adefesio.

Almeida: ¡cuídate de los idus de mayo, que vienen astifinos!