Nuestro legado judío, más concretamente el sefardí, muchas veces queda reducido a los lugares más turísticos de nuestro país, como Toledo, Córdoba y Girona, y conviene recordar que la Red de Juderías de España cuenta con 21 ciudades y pueblos de un gran interés, un rico patrimonio y una extensa nómina de atractivos lugares por conocer y visitar. Hemos querido hablar hoy solamente de dos pequeñas localidades de España, Béjar y Hervás, que recientemente he visitado con un grupo de amigos del mundo judío.
Partí a nuestro periplo junto con un equipo de primera conformado por cineasta Daniel Rotstein, el escritor Carlo Sa, el profesor José Pinto, la abogada Antonia Menacho y el catedrático Jesús Valero, amantes y amigos de la cultura judía y de las tradiciones que emanan de la misma. Entre todos, hace ya tiempo, junto con otros colegas, conformamos la asociación Memoria de Sefarad, un espacio para la difusión y la proyección en todos los ámbitos de la vida de nuestra herencia sefardí, que brilla con luz propia en su esencia y presencia en numerosos aspectos de la vida, como la gastronomía, la arquitectura, la música, las tradiciones, los refranes y muchos más cuya lista sería larga de enumerar. Esta visita guiada se enmarca dentro de las actividades programadas en el programa Mi Dor Le Dor Europe (MLDE), un proyecto que cuenta con el respaldo de Casa Sefarad-Israel y que tiene como fin conocer, explorar y difundir nuestra herencia judía.
Nuestra primera parada es en el Museo Judío David Melul de Béjar, fundado por un filántropo judío que estudió en esta pequeña ciudad salmantina y siempre soñó con crear una institución que recordara y evocara el pasado sefardí de esta localidad situada al sur de la provincia. Dicho y hecho. Compró la casa que sirve de alojamiento a este recinto museístico, realizó las correspondientes obras para acondicionarla como museo, la dotó de numerosos materiales para hacer del lugar un espacio didáctico, que invite al estudio y el conocimiento de nuestra herencia cultural judía, y, finalmente, donó toda esta obra, quizá la más importante de su vida, al pueblo de Béjar. El Ayuntamiento de Béjar es hoy el depositario de todo este legado de Melul y es quien gestiona uno de los cuatros museos judíos que existen en nuestro país.
En este lugar nos atendió Carmen Rubio, una experta en temas judíos y una gran conocedora de la herencia sefardí de su ciudad y alrededores, quien nos explicó de una forma pormenorizada, detallada y profesional el objetivo de este museo, la organización en salas temáticas del mismo y el significado de los materiales que ofrece a todos los públicos desde hace ya casi dos décadas en que abrió sus puertas.
El Museo se reparte por tres plantas en donde podemos encontrar varias secciones: en el primer nivel el visitante encontrará información sobre la historia de los judíos en España; luego, en la segunda planta, nos encontramos con una sección dedicada a los conversos en la España posterior a la expulsión; y, por último, en la tercera, completando el ciclo de quienes decidieron mantenerse en su fe y abandonaron España, está la parte dedicada a los sefarditas. El museo también dispone de una sala de conferencias, una pequeña biblioteca (cerrada) y sala de investigadores, así como aseos en la planta baja y una pequeña tienda con algunos artículos y libros referentes a la cultura judía. Las explicaciones de Rubio son consistentes, tienen la fuerza de quien conoce y ama lo que dice, y expone con precisión, concisión, capacidad didáctica y una amenidad sorprendente.
Camino a Hervás
Desde este lugar, una vez realizado un breve paseo por la ciudad conociendo el Palacio Ducal, el Ayuntamiento de la ciudad, su Plaza Mayor y la Iglesia de Santa María la Mayor, nos dirigimos hacia nuestro segundo objetivo del viaje, la ciudad de Hervás, que tiene a gala y se muestra orgullosa de poseer la judería de España mejor conservada. Al igual que Béjar, Hervás es miembro fundador de la Red de Juderías de España, que conduce con gran acierto el aragonés Iñaki Echeveste, y que revitaliza la vida cultural de las ciudades que componen la red.
En Hervás nos espera en la Oficina de Información y Turismo de la ciudad la guía Rebeca Farrán Pindado, una licenciada en Historia especializada en asuntos hebraicos relativos a la Edad Media y una palentina con vocación hervasense. Una vez realizada una breve presentación del significado, historia y principales lugares por donde discurrió la vida judía de la ciudad durante la Edad Media hasta la expulsión de los judíos, en 1492, nos encaminamos directamente hacia un enjambre de calles laberínticas, estrechas y muy coquetas. Hervás, como conjunto histórico con sus casas de granito revestidas de entramados de madera de roble y castaño y sus típicas puertas y ventanas, posee una belleza me atrevería a decir que es casi única en nuestro país.
Rebeca, que se explica de una forma académica y divertida a la vez, nos cuenta, con muchos detalles y anécdotas, las más variadas cuestiones acerca de la gastronomía, las tradiciones, la vida cotidiana y de un sinfín de cosas con una precisión certera acerca de la vida judía de esta comunidad en esta ciudad durante la Edad Media. Con ella visitamos la antigua casa del rabino, el lugar donde se emplazaba la antigua sinagoga, la vieja cooperativa que daba a los judíos conversos los más diversos servicios y muchas cosas más. Conocimos en nuestro recorrido la Calle de la Sinagoga, o del Rabilero, la Fuente Chiquita, la Iglesia de Santa Maria de las Aguas, el Puente de la Fuente Chiquita, la Calle de la Amistad Judeocristiana, el famoso árbol procedente de Israel en la Plaza de la Judería y, como no podía faltar, la Calle Traveía del Morón, conocida por ser una de las calles más estrechas de España y un punto clave del Barrio Judío, llamada cariñosamente "calle de los enamorados" por los locales. Nuestra visita concluyó con un fantástico almuerzo en un restaurante rústico pero potente, Mesón 60, donde pudimos degustar ricos y exquisitos productos locales, incluido un buen vino, y luego llegó, al final del día, el inevitable regreso a Madrid.