Hay escritores que por una feliz coincidencia siempre vuelven a nuestra vida. Este es el caso del escritor colombiano Germán Cuervo, que acaba de publicar la novela La sombra entre líneas, Ediciones Grainart.
A Cuervo lo conocí en el café Sarah Bernard de París, cuando a decir de Gabo, éramos “pobres, felices e indocumentados”.
Cuervo compartía una habitación, en la calle des Ecouffes, del barrio 4 de París, con el escultor Alfonso Díaz Uribe.
La habitación era tan pequeña, que para uno entrar, el anfitrión tenía que salirse.
Luego, Cuervo me recibió en el barrio El Raval de Barcelona, donde vivía con una chica alemana.
En Barcelona coincidimos con el grupo de teatro Alcaraván, dirigido por Carlos Bernal y Fabián Ramírez, que después de vivir una vida errante por Europa, se estableció finalmente en Madrid.
Fue en la capital española que Cuervo recibió la grata noticia de ser publicado por la editorial Oveja Negra, en la “Biblioteca de la literatura colombiana”, con su libro de cuentos, Los indios que mató John Wayne.
Finalmente, coincidimos en Cali, en la famosa antología musical, titulada Historias de amor, salsa y dolor, que él coordinó, cuando aún nadie hablaba de salsa.
Cuervo pertenece a la generación de Andrés Caicedo, y junto con Charlie Pineda, crearon la Corte de Versalles, una grupo iconoclasta y contestario, que azotó por un tiempo las calles de la ciudad.
Hoy, Germán Cuervo, presenta al lector, una exquisita novela en clave autobiográfica, titulada La sombra entre líneas.
La obra, que es considerada como un gótico tropical, nos habla de una generación de jóvenes de los años setenta, que viven la ciudad.
Es una novela que transcurre en el castillo del barrio Versalles, construido por su padres Otrebor y Rita Alvarado.
Siendo una obra que destaca la educación sentimental de una generación, tiene un aire fantástico, que la hace ver muy atractiva.
La novela camina por el parque Versalles, donde están presentes las oscuras bodegas de la infancia; el castillo de Otrebor, que fue arrasado por la modernidad;
el Cine Club del barrio San Fernando, al que asistió toda una generación; y el Teatro Experimental de Cali -TEC-, que dirigió el maestro Enrique Buenaventura.
La sombra entre líneas de Germán Cuervo, un título conradiano, hace parte de la literatura caleña, que se inició con la novela María, escrita por don Jorge Issacs.