Abrir la mente y el corazón

De inmigrantes y llegadas en pateras

Según un informe de la Organización No gubernamental: “Caminando fronteras” durante el año 2024 murieron 9757 personas en la Ruta Atlántica, tratando de llegar a Canarias, lo que representa unas 28 personas al día. De entre ellos, 1538 eran niños.

Sin embargo, las cifras de personas muertas y desaparecidas en esa zona podrían ser mayores. Por nacionalidades, se registraron fallecidos de un total de 28 países: Argelia, Bangladesh, Burundi, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Irak, Islas Comores, Mali, Marruecos, Mauritania, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Somalia, Senegal, Sierra Leona, Siria, Sudán, Túnez y Yemen.

Entre las cuestiones que destaca el informe se especifica que la Ruta Atlántica se ha convertido en la ruta de la infancia y que, por ejemplo, ha habido un aumento de la presencia de niños provenientes de Mali, donde la expansión de un conflicto armado con reclutamiento forzoso y secuestro para trabajos forzados ha agudizado el miedo y desesperación por dejar ese país. 

Además, es necesario considerar que el paso en patera es solo la última parte de un largo y peligroso camino para poder tocar suelo europeo.

Ya que, en el mejor de los casos, una vez desembarcados, los inmigrantes son llevados a centros de acogida donde se les brinda atención médica y alimentación. Luego, se inicia un proceso de identificación y registro para determinar su situación legal y posibles opciones de acogida o repatriación.

Pero si lo pensamos bien: ¿qué es lo que lleva a un ser humano a dejarlo absolutamente todo arriesgando su propia vida, sin saber si lo logrará?

¿Desesperación? ¿Inconsciencia? ¿No valorar su propia vida? 

Me inclino más por el primero: un alto nivel de desesperación.

Reflexionemos un momento sobre ello, la vida humana es lo más valioso de una persona, y en el caso de los que somos progenitores la de los propios hijos lo es aún más que la propia. 

Además, en el caso de llegar a Europa, empezará otra odisea. Esconderse, no tener papeles, quizás durante años, arriesgándose a ser deportados, a caer en explotaciones y aprovechamiento de otras mafias, o grupos que sacan ventaja de esa situación de vulnerabilidad.

Y si nos paramos un momento a reflexionar sobre esto, y empezamos a pensar formas reales de que el mundo deje de ser un lugar tan injusto y disfrutable tan solo para unos pocos.

Y si de verdad trabajamos para descolonizar a África, América Latina y otros lugares del mundo desde donde vienen esos inmigrantes, del que los países del norte en su mayoría aún siguen sacando provecho. Esa mano de obra barata que vemos a diario. 

Y si realmente se integra a los que están aquí, y se piensan proyectos de cooperación internacional, y ayuda humanitaria en los cuales, en los países de origen, se genere un cambio cultural profundo de “ambas partes”, es decir por parte del país colonizador y el colonizado.

También es necesario no ser injustos, hay mucha ayuda que busca esto, sobre todo los proyectos que incluyen a la educación del recurso humano local. Y son muchas veces las pequeñas organizaciones, y personas las que trabajan dedicando su vida a ello.

Pero aún es insuficiente. Hay países con guerras, y conflictos sociales donde la ayuda no puede llegar, y es allí donde los organismos internacionales deben ponerse de acuerdo para llevar adelante una ayuda humanitaria que llegue en tiempo y forma.

Hoy quería hablar más desde la reflexión que desde los datos. 

Que dejarlo todo no es para cualquiera. 

Que arriesgar la vida, y perderla en muchas ocasiones, es producto de estar al borde de la desesperación. Es lanzarse y que sea lo que sea.

Tomemos consciencia de lo “afortunados” que somos por estar de este lado, y ayudemos al menos desde la compañía, desde la escucha activa a las personas, muchas veces invisibles, pero que están por todos lados, y vemos a diario, sobre todo los que vivimos en las grandes ciudades. 

Todos podemos ayudar, siempre hay muchas organizaciones que trabajan en la inclusión de estos colectivos vulnerables a diario, e historias de vida y resiliencia que son realmente impactantes.