A Volapié

Cuenta de valores infantil

En pasados artículos he discurrido acerca de la insostenibilidad del sistema de pensiones de reparto español. Además de incrementar los ingresos aumentando la base imponible de la economía, una de las soluciones es la implementación de un sistema de capitalización para la población de menos de treinta años. 

Este sistema, es decir la inversión en activos reales, principalmente en empresas que cotizan en bolsa, puede hacer mucho más que mejorar la viabilidad de las pensiones. En EE.UU se está debatiendo lo que llaman las baby equities, lo que traducido sería algo como una cuenta de valores infantil.

Se trata de dotar a cada niño que nace de una cuenta de valores con un saldo de 1.000e. Por desgracia en 2023 solo nacieron 320.000 niños, de manera que esta idea tendría un coste anual de solo 320 millones de euros. Para que nos hagamos una idea los sindicatos, asociaciones empresariales y partidos políticos reciben 300 millones al año, y RTVE quema todos los años la escandalosa cifra de 1.000 millones de fondos públicos. Como verán hay margen de sobra para recortar gasto público corriente, poco o nada productivo, para dotar a cada nuevo español que nace de una cuenta de valores con 1.000e.

A lo largo de los siguientes 18 años a contar desde su nacimiento, cada niño debería recibir una aportación adicional de por ejemplo 700e anuales. Esta cantidad podría estar financiada al 50% por los padres y al 50% por las grandes y medianas empresas del país que dotarían un fondo a tal efecto. El coste anual sería de solo 224 millones, un 25% de lo que cuesta RTVE. Aquellos padres que no tuvieran los medios para hacer frente a dicha inversión podrían ser ayudados mediante un esquema público-privado. 

Otra forma de financiar este programa sería seguir el ejemplo de Noruega y su fondo soberano. Este fondo se nutre de los recursos fiscales que genera la explotación del petróleo. Estos fondos se invierten en activos reales, lo que gracias a la capitalización les ha permitido acumular un gran patrimonio que asegura el pago de unas pensiones de jubilación muy superiores a las de un sistema de reparto. España tiene recursos naturales inexplotados que podrían generar gran parte de los fondos necesarios para implementar un sistema de capitalización tanto para las pensiones como para las cuentas de valores infantiles.

Si invertimos el dinero destinado a las cuentas de valores infantiles en renta variable americana, gracias al interés compuesto, a los 21 años cada joven tendría un capital estimado de unos 48.000e, cantidad nada desdeñable que podría servir para financiar la entrada a una vivienda o un negocio. 

Tanto las naciones anglosajonas como las de origen germánico son más prósperas que las del sur de Europa porque han apostado en mucha mayor medida por las instituciones del libre mercado. El sur recela de este y prefiere organizarse en torno a un estado cuyo objetivo principal es redistribuir y no facilitar la creación de riqueza. Esto explica la brecha entre unos y otros, así como el aumento de la pobreza de nuestras naciones.

Es por esto que los primeros han adoptado la capitalización como solución para sus pensiones mientras que los europeos del sur lo fían todo al sistema de reparto, sistema que en las circunstancias actuales es insostenible. La inversión a largo plazo en activos reales permite capitalizar el valor que se va generando con el tiempo gracias al milagro del interés compuesto. 

Creo que es buena idea aprovechar dicho sistema para dotar a los jóvenes de un capital que les permitiría empezar la vida adulta con más oportunidades, pero también porque genera equidad. Las economías mixtas en las que predomina un estado enorme que asfixia la iniciativa privada generan muchos menos recursos y penalizan a la juventud. En la situación actual, los jóvenes no pueden esperar cobrar una pensión digna proveniente del sistema de reparto, y además tienen casi vedado el acceso a la vivienda debido a la combinación de un elevadísimo coste y unos sueldos bajos.

Los sistemas económicos mayormente estatistas de Europa están estancados y no generan la riqueza necesaria para que el grueso de la población mejore su nivel de vida. A pesar de sus buenas intenciones son sistemas que más bien distribuyen pobreza como lo prueba el hecho de que casi el 10% de los españoles padece carencia material severa y que otro 20% está en riesgo de pobreza. 

Si en vez de marginar a los jóvenes dificultando que prosperen se les hiciera propietarios de activos reales que crecen con el tiempo, les estaríamos dando muchas más oportunidades para desarrollar su proyecto vital. De esta forma todos, incluidas las clases medias y bajas, podrían prosperar más, lo cual redundaría en una menor desigualdad. 

El sistema de capitalización puede ser también una herramienta de equidad que facilite que una gran mayoría participe de la generación de riqueza que produce la iniciativa privada cuando se la deja florecer en el marco del libre mercado. 

Es también una cuestión cultural vital pues por motivos que no voy a discutir hoy muchos jóvenes son desafectos al sistema de libre mercado y basan vanamente sus esperanzas en el estado. Si los convertimos en propietarios desde la mayoría de edad, adquirirán cultura financiera y económica y comprenderán que la prosperidad no puede venir del estado, salvo para una pequeña minoría. 

La paciencia es amarga pero sus frutos son dulces y abundantes.