Existe en el Cementerio Judío de Varsovia, más conocido como el de la calle Okopowa, una gran escultura de un hombre de mediana edad, con barba y rodeado de un halo de cierto misticismo que acompaña a un grupo de niños, incluso portando uno encima, hacia un lugar incierto y desconocido, pero con una determinación rotunda y firme de acompañarlos hasta el fin del mundo. Se trata del pedagogo, pediatra y escritor Janusz Korczak, el hombre que durante los tiempos duros de la ocupación alemana de Polonia (1939-1945) fundó un orfanato en el gueto de Varsovia y que, cuando los alemanes dieron la orden de desalojar el gueto y mandar a los doscientos niños que cuidaba a los campos de la muerte, no lo dudó un momento y decidió acompañarlos hasta el campo de exterminio de Treblinka, es decir, hasta la muerte.
Henryk Goldszmit, que era su nombre original, nació en 1879 y era hijo de un destacado abogado de Varsovia. Mantuvo a su familia gracias a la escritura y tomó el nombre de Janusz Korczak de la literatura polaca como seudónimo. Ingresó en la Universidad para estudiar medicina y en marzo de 1905 se diplomó en esta carrera. En junio de ese mismo año, tuvo que alistarse como médico militar en el ejército imperial (Polonia como país no existía a consecuencia de las particiones territoriales de esta nación).
No volvió a Varsovia hasta finales de marzo de 1906. Entre los años 1905 y 1912, trabajó como pediatra en el Hospital Infantil “Bersonów i Baumanów”. Como ”médico local”, a cambio de alojamiento en el hospital, se ofreció a estar de guardia permanente y cumplía sus obligaciones abnegadamente. En el año 1911 o 1912 se convirtió en director de un orfanato de Varsovia, y lo dirigió según sus principios, basados en los derechos y la dignidad de los niños. Durante la primera guerra mundial tuvo que alistarse de nuevo en el ejército imperial y conoció de primera mano el horror de la guerra.
Korczak regresó a Varsovia en junio de 1918, tras terminar -con el grado de capitán- el servicio militar en el ejército ruso. Volvería a la vida militar después de la declaración de independencia de Polonia (11 de noviembre de 1918); esta vez a las filas del restituido ejército polaco. Durante la guerra polaco-bolchevique (1919-1921), sirvió como médico en los hospitales militares de Łódź y Varsovia. Enfermó de tifus pero sin consecuencias graves. En reconocimiento de su actividad laboral, Janusz fue ascendido al grado de comandante del Ejército polaco.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, en los años veinte y treinta del siglo XX, se convirtió en una figura destacada de la sociedad polaca, famoso por sus escritos y sus emisiones radiofónicas sobre la educación y el desarrollo infantil. En 1935, tras la muerte de Jozef Pilsudski, se suspendieron sus emisiones debido al creciente antisemitismo en Polonia, pero aun así, su reputación literaria perduró. En esos años, pese a que ser judío era un obstáculo, era ya un eminencia en Polonia y una figura pública.
La creación del gueto de Varsovia
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el uno de septiembre de 1939, Polonia fue atacada y ocupada por los nazis. Janusz Korczak se negó a acatar las disposiciones alemanas y fue encarcelado por un tiempo. Más tarde, en una vuelta más de tuerca, los judíos de Varsovia fueron obligados a trasladarse a un gueto, en 1940. A partir de entonces, Janusz Korczak concentró sus esfuerzos, como siempre, en los niños de su orfanato. Sus amigos polacos estaban dispuestos a ocultarlo en el sector «ario» de la ciudad, pero él se negó y se fue con todos sus niños al oprobioso e insalubre gueto de Varsovia.
Las condiciones en el gueto de Varsovia eran terribles para todos, pero especialmente para los más vulnerables, como los ancianos y los niños. Las enfermedades se propagaban por el gueto y centenares de personas morían a diario por las enfermedades, el hambre y la brutalidad de las fuerzas nazis y sus fanáticos colaboradores. Korczak, en estas terribles condiciones, se empeñaba en sacar todas sus fuerzas para ayudar a los niños bajo su custodia, lo cual no resultaba nada fácil y sin apenas ayuda de aquellos que ya no le podían ayudar.
La situación, sin embargo, se empeñaba en empeorar y, muy pronto, los tozudos hechos demostrarían que todo es susceptible, incluso en las condiciones más adversas, de ir a peor, tal como sucedió. En agosto de 1942, durante la “Gran Deportación” del gueto de Varsovia, los nazis dirigieron su atención a los orfanatos y los liquidaron uno por uno. A pesar de que se le ofreció relativa seguridad, Korczak decidió acompañar a los huérfanos a su cargo fuera cual fuera su suerte.
Aquella fue la última batalla de Korczak contra la barbarie. «El hecho de que Korczak renunciara voluntariamente a su vida por sus convicciones da una idea de su grandeza. Pero eso no es nada comparado con la fuerza de su mensaje», dijo del personaje el escritor Bruno Bettelheim. Como decía el propio Janusz Korczak, «es inadmisible dejar el mundo tal y como lo encontramos». Korczak murió en Treblinka casi con toda seguridad un 6 o 7 de agosto del año 1942 acompañado por sus doscientos niños.