ORBAYADA

El amor está en el aire

Maribel Barreiro
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Por mucho que nos resistamos llegó la Navidad. Todos vamos como locos a la caza del último regalo mientras pensamos en la cena de nochebuena, sin saber que acabaremos cocinando el menú tradicional. Ese que nos ha costado casi toda una vida discurrir para que le guste a tu cuñada, a tu suegra, a tu marido, a tus hijos y a los hijos de tus hijos. Un auténtico rompecabezas para acabar en lo de siempre, jamón, si es del bueno mejor, langostinos, verduras, pularda o pavo (que el besugo se ha puesto por las nubes), leche de almendras, mazapanes, polvorones y turrón. Porque si hay cosas que no suelen cambiar son los menús navideños.

En estas fechas el amor está en el aire. Nos queremos más que nunca y prometemos vernos con asiduidad. Suspiramos por las vacaciones de todos, las del marido, las de los hijos y las de los nietos para llevarlos a la plaza mayor olvidando lo atiborrada que está. Y a los vástagos casados les preguntamos por enésima vez ¿y este año con quien os toca? Porque según van transcurriendo los años a las vintage nos toca cocinar. En estas fechas se acabó el feminismo. Los hombres suelen desaparecer mientras los pucheros se guisan solos y todo lo más que oyes es un ¿no te importa que mañana venga Pascual a comer? Y ya la tenéis armada, porque mañana es víspera de Nochebuena y tampoco es que aspires a que te den una ayudita en casa y se encarguen de comprar los vinos, el mazapán o hacer algún que otro recadito, ¡que tampoco es para tanto! Pero no. Al final viene Pascual a comer o a cenar acompañado de Antonio, por eso de que donde caben dos caben tres y hasta ocho cabemos también. Pero es igual, porque love is in the air.

Al fin llega la noche y lo tienes todo preparado después de devanarte los sesos pensando una y otra vez en el protocolo familiar, incluso colocas un detallito debajo de la servilleta. Ya estáis en los aperitivos, y cuando piensas que te van a dar un beso por la excelente labor, te agarran de la cintura y te sueltan al oído a mí no me pongas cerca a éste que ya no lo puedo aguantar. Y, todo sea por el equilibrio familiar, le das la vuelta a la mesa, porque la paz es la paz. Después, con los langostinos servidos y rozando la silla con la falda para sentarte a cenar, la misma voz cariñosa te dice “cielo, ¿no tenemos ese pan tan rico que me gusta a mí?” y tú, que nos has parado de un lado a otro intentando contentar a todos, vas a  la cocina a buscarlo; todo sea por la armonía y la felicidad. 

Y cuando, con gesto apresurado, intentas volverte a sentar oyes la misma voz afectuosa ¿no hay más vino? la botella se va a acabar, dicho y hecho, la botella se termina y tú, que ni lo has probado, coges la que tienes preparada en el carro para no volverte a levantar, al mismo tiempo que en la mesa suena el tono del hilo musical, qué pena, está del tiempo ¿no habrá un poco de hielo para que se enfríe? Congelada como el hielo la sonrisa, acercas la cubitera, y la vuelves a poner a enfriar, hasta que alguien dice a mí no me importa que no esté fría y tiende su copa, sin más. Con las mismas, le alcanzas la botella y el sacacorchos mientras escuchas Uy, a mí no, que abrirlo se me da fatal, hasta que una mano caritativa (que casi siempre es la misma), la descorcha y llena primero tu copa. Mientras, la voz celestial exclama se le está poniendo un carácter … y tú te haces la sorda porque el amor is in the air.

Y todo esto ha pasado sin que el cuñado haya empezado a hablar de la amnistía, ni del lawfare ni de la agenda del presidente recién lavada con Perlán. Que llegará. Seguro que va a llegar. Pero al final, qué más da, lo importante es que love is in the air.

 

Maribel Barreiro es jurista y escritora

Autora del libro de relatos "De príncipes azules y otros cuentos"

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