Entrevista

Pedro Urruchurtu: “El Estado venezolano es el que aplica el terrorismo”

Pedro Urruchurtu denuncia que en Venezuela no hay democracia sino un régimen criminal que aplica terrorismo desde el propio Estado.
Pedro Urruchurtu - Crédito a Julie Hrncirova y al Oslo Freedom Forum
photo_camera Pedro Urruchurtu - Crédito a Julie Hrncirova y al Oslo Freedom Forum

En esta entrevista exclusiva con El Diario de Madrid, Pedro Urruchurtu —politólogo, coordinador internacional de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, y dirigente del partido Vente Venezuela— expone con contundencia la naturaleza del régimen de Nicolás Maduro, al que califica de criminal y terrorista. Rehén recientemente rescatado de la Embajada de Argentina en Caracas, Urruchurtu comparte su experiencia y analiza el papel de la oposición democrática, el liderazgo de María Corina, las posibilidades reales de una transición, el rol de la comunidad internacional y el poder de la ciudadanía dentro y fuera del país. Una conversación sin filtros sobre el presente y futuro de Venezuela.

¿Cómo definiría el estado actual de la democracia en Venezuela y cuáles considera que son sus pilares más debilitados?

En Venezuela no hay democracia. Afirmar lo contrario es repetir la narrativa del régimen, que busca imponerse y legitimarse a la fuerza. Lo que existe actualmente es un régimen criminal que se sostiene mediante la represión. Persigue a todo aquel que se le oponga o lo desafíe.

Una muestra clara fue lo que hicimos rumbo a la elección presidencial del 28 de julio del año pasado. Todos los involucrados en esa campaña, directa o indirectamente, han sido perseguidos. Hoy no hay un solo dirigente de esa campaña que no esté exiliado, en la clandestinidad o preso. Esto demuestra tanto la profundidad de la represión como la naturaleza criminal del régimen, acusado de violaciones a los derechos humanos y señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como un Estado que aplica terrorismo. En Venezuela, el Estado es el actor que aplica el terror, utilizando todas sus instituciones contra quienes disienten. Esto debe denunciarse, ya que está vinculado a redes criminales y a una economía ilícita que sostiene al régimen.

¿Cuál es el rol de Vente Venezuela en el escenario político actual y cómo se diferencia su propuesta frente al resto de la oposición?

Vente Venezuela es un partido que ha crecido y se ha consolidado. Nacido en dictadura, siempre ha sido frontal, firme y coherente con sus principios de libertad y estado de derecho. Desde el inicio se ha definido como un partido liberal, con un liderazgo valiente, encabezado por María Corina Machado. La coherencia y firmeza han hecho que hoy la mayoría de los venezolanos opositores nos vean como la principal fuerza política.

Contamos con dirigentes reconocidos dentro y fuera del país, preparados para aportar a la reconstrucción nacional. Aunque somos la principal fuerza de oposición, entendemos que no estamos solos: hay aliados políticos valiosos que también forman parte de este proceso. Sin ellos, avanzar sería mucho más difícil.

María Corina Machado ha sido una figura central en la lucha opositora. ¿Cómo evalúa su liderazgo en esta etapa crítica y qué alternativas hay si continúa inhabilitada?

María Corina ha sido fundamental. Ganó con el 92% en la primaria del 22 de octubre de 2023, y su carrera política ha estado siempre guiada por principios y coherencia. Los venezolanos han reconocido eso, y le han otorgado la responsabilidad de liderar este proceso.

Ha asumido todos los riesgos, incluso desde la clandestinidad, dirigiendo la lucha opositora pese a las amenazas constantes del régimen. Ella sigue firme. El régimen intentó sacarla del juego, pero no contaban con su determinación. Por eso confiamos en ella y, como equipo, seguimos trabajando juntos, conscientes de que esto no depende solo de una persona.

Es una líder referencial no solo para Venezuela, sino para toda la región. No podemos dejarla sola. Su sacrificio, como el de tantos venezolanos, es por la libertad.

¿Cree que el proceso electoral convocado por el régimen puede ser legítimo bajo las condiciones actuales? ¿Qué garantías mínimas serían necesarias para participar?

Después del 28 de julio del año pasado, fue el propio régimen quien cerró la vía electoral, al desconocer los resultados de una elección que ganamos con claridad, incluso desde la embajada. El régimen no nos perdona haber demostrado esa fuerza.

Fuimos a esa elección con las peores condiciones, sin garantías mínimas, en un terreno completamente adverso, y aun así obtuvimos una contundente victoria. Por eso, hoy ya no se trata de hablar de garantías mínimas: eso ya lo hicimos. El foco ahora debe estar en la naturaleza criminal del régimen y cómo debilitar su aparato represivo. La única negociación posible para una transición será posible si logramos ese debilitamiento.

¿Qué mecanismos propone para fortalecer la participación ciudadana dentro y fuera del país en un contexto de represión y exilio masivo?

En este contexto de represión, debemos repensar la organización ciudadana. Afortunadamente, contamos con la estructura utilizada para la defensa del voto el 28 de julio, que sigue activa y cada vez más preparada.

A esto se suma el rol clave de la diáspora, que supera los nueve millones de venezolanos. Es una fuerza de presión internacional en sus países de residencia y un vínculo permanente con Venezuela. La coordinación entre la ciudadanía dentro y fuera del país, junto al apoyo de la comunidad internacional, es clave para avanzar hacia la transición. Pero siempre reconociendo que enfrentamos un régimen criminal que debe ser debilitado.

La fragmentación de la oposición ha sido un obstáculo recurrente. ¿Es posible un frente unitario creíble y funcional en el corto plazo?

La supuesta fragmentación de la oposición es un mito. Hoy estamos más unidos que nunca, no solo en el liderazgo político, sino también en la base ciudadana. Más del 90% del país quiere libertad; menos del 10% apoya al régimen.

Hay figuras que se han salido del consenso, pero son minoritarias. El frente unitario ya existe y es funcional. Lo demostramos el 28 de julio con una participación masiva en la elección presidencial y el 25 de mayo con la abstención en la farsa electoral. La legitimidad hoy la tiene María Corina Machado y la estrategia que ella lidera.

Desde su experiencia internacional, ¿cómo valora la actuación de organismos como la ONU, la UE y la OEA frente a la crisis venezolana?

Los organismos internacionales han hecho lo que han podido, gracias en parte a aliados clave. Sin embargo, muchas veces sus mecanismos resultan insuficientes frente a un régimen que opera de manera no convencional.

Un ejemplo fue nuestra salida de la embajada, que solo fue posible con acciones no convencionales, ya que los salvoconductos nunca llegaron. El régimen usa la diplomacia de rehenes como herramienta de chantaje. Por eso es urgente que la comunidad internacional repiense sus estrategias y actualice el derecho internacional a los desafíos del siglo XXI, incluyendo el uso de tecnología como drones.

Si una embajada puede convertirse en prisión, estamos sentando un precedente peligroso. La diplomacia debe estar a la altura del momento histórico.

¿Qué países considera aliados clave para lograr un cambio democrático en Venezuela?

Estados Unidos es un aliado clave, especialmente a través del Departamento de Estado. Han implementado mecanismos de presión importantes vinculados a la naturaleza criminal del régimen.

Europa también debe jugar un papel más activo. Su vínculo histórico y cultural con América Latina, sumado a la amenaza común que representan Rusia, Irán y China en la región, obliga a tomar posición. Occidente debe ejercer su influencia con determinación, de lo contrario, nuestras democracias seguirán debilitándose.

América Latina, por su cercanía y por ser la región que más ha recibido migración venezolana, también es crucial. Debemos coordinar esfuerzos con estos aliados para construir un bloque sólido de apoyo a la causa democrática en Venezuela.

¿Las sanciones internacionales han contribuido al debilitamiento del régimen o han afectado más a la población?

Las sanciones son herramientas legítimas de la comunidad internacional para responsabilizar a regímenes que violan derechos humanos y participan en actividades ilícitas. Si bien no son suficientes por sí solas, sí son necesarias.

La verdadera sanción que ha sufrido el pueblo venezolano ha sido el propio régimen, que lo castiga con su política económica, persecución y represión. Las sanciones deben enfocarse ahora en debilitar directamente el aparato represivo del régimen, limitando sus recursos y capacidad de control. Eso fortalecerá el músculo democrático y permitirá que la sociedad civil siga expresándose, resistiendo y organizándose.

En una eventual transición, ¿cuáles deberían ser las prioridades para reconstruir las instituciones democráticas y restablecer el estado de derecho?

La transición en Venezuela implicará desafíos enormes. No se trata solo de reconstruir instituciones, sino también de recuperar el control del territorio, hoy en manos de mafias y grupos criminales, tolerados por el régimen.

Es prioritario garantizar seguridad territorial, justicia y transparencia. Los responsables deben rendir cuentas, no solo para hacer justicia, sino para no olvidar lo vivido. También será fundamental atender el drama social y económico que atraviesa la población. Solo con instituciones sólidas y un Estado de derecho liberal y democrático, lograremos una transición estable y sin impunidad.

¿Qué mensaje les daría a los jóvenes venezolanos que hoy dudan de la política como vía de cambio?

A los jóvenes les diría que asuman la política como un acto de legítima defensa. Involucrarse en política no implica necesariamente militar en un partido, sino participar desde cualquier espacio: la sociedad civil, el activismo social, la comunidad, el arte, etc.

El que no se mete en política, la política se mete con él. Solo involucrándonos podremos reclamar, incidir y generar cambios. Venezuela no estaría hoy donde está sin el rol activo de miles de jóvenes que han entendido que su participación es crucial.

Defender la democracia y la libertad es un deber diario. La libertad no es un regalo: es una conquista que debe cuidarse y reconquistarse siempre.