Carlos Sánchez (Fundación ONCE): “Podemos demostrar que los proyectos sociales también son rentables económicamente”

Carlos Sánchez, Head of Business Growth Program de la Fundación ONCE
photo_camera Carlos Sánchez, Head of Business Growth Program de la Fundación ONCE

La Fundación ONCE ha logrado consolidarse como un referente en el impulso al emprendimiento inclusivo y la innovación social. Desde su Business Growth Program, ha acompañado a startups con impacto en la vida de las personas con discapacidad, ayudándolas a crecer, conectar e integrarse en el ecosistema emprendedor. En esta entrevista, Carlos Sánchez, Head of Business Growth Program de la Fundación ONCE, explica cómo este modelo ha permitido que la mayoría de los proyectos impulsados sigan activos y creciendo, y destaca la importancia de eventos como StartUp Olé para visibilizar el valor del emprendimiento con propósito.

La Fundación ONCE lleva más de dos décadas impulsando la inclusión. ¿Cómo nace el programa de crecimiento empresarial?

La Fundación ONCE para la Cooperación e Inclusión Social de Personas con Discapacidad nace en febrero de 1988, por acuerdo del Consejo General de la ONCE, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad. Los dos principales programas se orientan al empleo y la formación de personas con discapacidad y a las actuaciones dentro del ámbito de la accesibilidad.

Dentro del área de accesibilidad, se decide crear un programa orientado al emprendimiento y a la innovación inclusiva, porque detectamos que muchas empresas se acercaban a nosotros con productos o servicios diseñados para personas con discapacidad o mayores. En esas visitas nos pedían principalmente dos cosas: validación y financiación. La validación ya era una tarea habitual en nuestro área de accesibilidad, donde trabajamos ingenieros, arquitectos y otros profesionales especializados. Pero la financiación no estaba en nuestro ámbito, así que decidimos dar un paso más.

Creamos un programa en el que la Fundación costea servicios de asesoramiento empresarial —estructural, capital o de negocio— en función de las necesidades de cada empresa. Ese acompañamiento lo ofrecemos a través de un modelo que se adapta a la necesidad de la empresa, profesional y muy práctico, con el apoyo de firmas de referencia como PriceWaterhouseCoopers, y lo vinculamos con nuestra red de contactos y la visibilidad que proporciona asociarse a nuestra marca, uno de los grandes valores del programa.

¿Qué tipo de empresas forman parte del programa y qué resultados habéis alcanzado hasta ahora?

Hasta la fecha hemos acompañado a más de veinte proyectos empresariales que buscan ofrecer soluciones reales para personas con discapacidad o mayores. Son empresas con productos ya validados y con una clara orientación comercial. Entre todas han movilizado más de catorce millones de euros en inversión, procedente en su mayoría de fondos privados, no de financiación pública.

Lo más destacable es su tasa de supervivencia. Aproximadamente el 95 % de las empresas que han pasado por nuestro programa siguen activas, una cifra que duplica la media general del ecosistema emprendedor, donde solo el 40 % de los proyectos superan los cinco años de vida. Este dato demuestra que los proyectos sociales, además de generar impacto, pueden ser sostenibles y rentables económicamente.

¿Realizáis seguimiento de los proyectos una vez que finaliza su paso por la Fundación?

Sí. Aunque el acompañamiento formal termina, mantenemos una relación muy cercana con la mayoría de las empresas. Al final, compartimos una misma filosofía y una vocación social muy clara. Además, muchas de ellas acaban formando parte de nuestra red de colaboradores, o incluso convirtiéndose en proveedores de la propia Fundación. Un buen ejemplo es Geko Navsat, una empresa innovadora que surgió del programa y que ha colaborado con nosotros de manera activa en el proyecto “Camino de Santiago más accesible”.

También cuidamos el tejido de relaciones que se genera alrededor de cada proyecto. Nuestra red de contactos abarca empresas, instituciones y entidades de inserción laboral, y se convierte en un entorno natural para que estas startups crezcan y encuentren nuevas oportunidades de colaboración.

Fundación ONCE tiene una presencia destacada en eventos del ecosistema emprendedor como StartUp Olé. ¿Qué papel juegan estos espacios?

Eventos como StartUp Olé son fundamentales. Nos aportan visibilidad, contactos y, sobre todo, una plataforma donde nuestras empresas pueden mostrar su trabajo y generar alianzas. Para nosotros es importante que las startups que participan tengan productos validados y con potencial comercial, aunque estén en fases iniciales.

En las primeras ediciones acogíamos tanto ideas como proyectos incipientes. Con el tiempo vimos que podíamos aportar más valor centrándonos en empresas con soluciones ya testadas y con posibilidades reales de mercado. Estar en estos foros no solo les abre puertas, sino que les permite conectar con inversores, partners tecnológicos y potenciales clientes.

En muchos de estos proyectos hay un fuerte componente humano. ¿De dónde nacen las ideas?

En muchos casos, las soluciones nacen de experiencias personales. Personas que han vivido una situación de discapacidad o que conviven con ella y deciden usar sus conocimientos técnicos para resolver un problema real.

Un buen ejemplo es BeMyVega, una herramienta desarrollada para facilitar el acceso a la información en entornos educativos o culturales a personas con resto visual o auditivo. Permite hacer zoom, ajustar contrastes o conectar audífonos a dispositivos para seguir mejor una clase o una proyección. Es una idea sencilla en apariencia, pero de enorme impacto en la vida cotidiana de muchas personas.

Otro caso emblemático es Marsi Bionics, liderada por la ingeniera Elena García Armada, que creó el primer exoesqueleto pediátrico del mundo. Este dispositivo, que crece con el niño, ayuda a menores con parálisis cerebral a caminar y mejorar su autonomía. Fue reconocida con el Premio a la Inventora Europea en 2022. Ver cómo estas empresas evolucionan y se consolidan es, sin duda, uno de los mayores motivos de orgullo para nosotros.

Más allá del impacto social, ¿qué valores comparten las empresas que participan en vuestro programa?

Todas comparten una convicción: que la innovación social y la rentabilidad pueden ir de la mano del impacto social. Lo que hemos demostrado con este programa es que se pueden crear proyectos económicamente sostenibles que mejoran la vida de las personas con discapacidad. Esa doble rentabilidad —económica y social— es lo que da sentido a nuestra labor.

Además, son equipos altamente cualificados, con un fuerte compromiso ético y un enfoque realista del mercado. No buscan depender de subvenciones, sino construir modelos sólidos que generen empleo, innovación y bienestar.

¿Qué retos y oportunidades veis a futuro en el emprendimiento inclusivo?

El principal reto es seguir atrayendo talento e inversión hacia el emprendimiento social. Cada vez hay más sensibilidad, tanto entre inversores como en grandes corporaciones, hacia la responsabilidad social corporativa práctica, la que genera impacto real. En ese sentido, los proyectos de nuestro programa son una muestra de cómo la tecnología y la innovación pueden ser herramientas poderosas para avanzar en la inclusión y en una sociedad más equitativa.

La Fundación ONCE seguirá participando activamente en StartUp Olé y otros foros de emprendimiento para fortalecer su compromiso con la innovación y la inclusión. “Nuestro objetivo”, concluye Carlos Sánchez, “es que cada vez haya más empresas que entiendan que mejorar la vida de las personas con discapacidad y de las personas mayores no es solo una cuestión de justicia social, sino también una oportunidad de crecimiento económico y humano”.