Anécdotas literarias de Madrid

Alfonso Reyes. Poeta en Madrid

Alfonso Reyes. Poeta en Madrid
photo_camera Alfonso Reyes. Poeta en Madrid

El poeta, ensayista, narrador, dramaturgo, traductor y periodista mexicano Alfonso Reyes Ochoa (1889 – 1959) vivió en Madrid entre 1914 y 1924, y aquí desarrolló una intensa actividad social y literaria que le otorga el derecho a que su vida en la capital de España, su participación y sus anécdotas sean recordadas para siempre por los madrileños.

En la Villa del oso y el madroño se relacionó, en un principio con cierta dificultad, con otros escritores. Porque había llegado a Madrid en 1914 huyendo de Francia y de la violencia que ya había comenzado a desatar la Primera Guerra Mundial. A Francia había ido precisamente un año antes huyendo de la revolución mexicana. A Madrid llegó sin trabajo, y por lo tanto con escasa capacidad para resolver sus necesidades vitales y, por lo tanto, familiares. Y aunque en un principio fue acogido por Amado Nervo y algunos otros conocidos, le resultó muy difícil encauzar un inicial modo de vida que le permitiera ir sobreviviendo. Porque llegó sin nada, con las manos vacías. No tenía más remedio que comenzar otra vez desde el principio con mucha dificultad. Más tarde empezó a relacionarse con otros escritores como Ramón del Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Ramón Gómez de la Serna, o José Ortega y Gasset. Y como ya era un escritor con mucho oficio a sus espaldas se dedicó a escribir y a traducir. Colaboró con varias publicaciones y participó, en cuanto pudo, con diversos movimientos culturales madrileños. De ese modo fue consiguiendo que su estancia en la capital de España fuera una larga etapa netamente productiva. De los diez años que vivió en Madrid seis fueron de exilio y hubo otros cuatro finales en los que estuvo bien posicionado.

Más tarde colaboró en el Ateneo, y en poco tiempo ya escribía en periódicos como “El Imparcial”, o incluso en “La Revista de Occidente” a través de Ortega, pero, dado el carácter de ambos, la relación entre los dos escritores se fue agriando y terminó en un distanciamiento tal que Ortega y Gasset , aun reconociendo la importancia de la literatura de Reyes, llegó incluso a atacar con dureza los escritos del mexicano tachándolos de aldeanos, tal vez por el interés que el mexicano tenía por el mundo de las tradiciones.

Eran tiempos en los que los autores de la que después se llamó Generación del 98 se manifestaban con plenitud y la literatura experimentaba gran apoteosis. Las vanguardias habían colonizado los universos que hasta entonces ocupaba el modernismo y Alfonso Reyes se inmiscuyó en esas parcelas culturales madrileñas, o mejor dicho, parcelas literarias, para marcar su espacio. Y aunque en realidad era un expatriado consiguió relacionarse plenamente en Madrid. Se fue posicionando, con esa dificultad que he señalado, pero en poco tiempo asistía a tertulias y reuniones de escritores. Su estética se incrustó en la capital y entendió y amó el lugar en que vivía. Fue un madrileño en Madrid, aunque siempre sintió nostalgia de su tierra. Poco a poco fue cambiando su destino e incluso su suerte y en 1920 ya fue nombrado segundo secretario de la Legación Mexicana en España, y en solamente unos meses tuvo un notable ascenso profesional para ocuparse de asuntos diplomáticos de alto nivel. Entonces llegó a sentirse un vecino afortunado de la Villa. El libro titulado “Cartones de Madrid” fue su gran homenaje a la capital. El capítulo IV de esa obra se titula “La fiesta nacional”. Dedica otro de los capítulos al río Manzanares, otro al entierro de la sardina y otro a Valle-Inclán. También trabajó como traductor para la editorial Calleja y para la editorial La Lectura, en la que coordinó una antología de Juan Ruiz de Alarcón y publicó importantes ensayos sobre literatura española del Siglo de Oro. Borges consideró que Alfonso Reyes era uno de los mejores ensayistas del español e incluso lo tenía por uno de sus maestros. Personalmente se conocieron en 1927, trascurrida su estancia en Madrid. Y Octavio Paz decía que Reyes no solamente era un escritor, decía que era toda una literatura. Y tenía razón, ya que fue una de las figuras más influyentes de la literatura mexicana del siglo XX.

Fue invitado en varias ocasiones a intervenir en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Lorca e incluso a Dalí.

El 12 de abril de 1924 se despidió de Madrid. Tenía entonces 35 años. Sus amigos le organizaron un banquete en el restaurante Lhardy presidido por Ortega y Gasset. Allítambién estuvieron Enrique Díez-Canedo, Luis Gonzaga Urbina, Manuel Azaña, Eduardo Marquina, Azorín, Cipriano Rivas, Eugenio d´Ors, José María Chacón y Ramón Gómez de la Serna.

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