La Numancia de Alonso de Santos. Un canto a España y a la libertad

El mayor apoyo para que el Teatro Clásico sea declarado Patrimonio de la Humanidad, además de por grandiosa historia,  es en la actualidad la recreación por Alonso de Santos de la Numancia de Cervantes. Los trámites empezaron el año 2016 en Mérida, donde ya se representó la obra y ahora su estreno en los Teatros del Canal  es la ocasión más oportuna. Cervantes es la mejor “marca España” y Alonso de Santos es el maestro de maestros de la escena. Su teoría y práctica artísticas me recuerdan las de Luciano de Samosata. Luciano escribió la Historia verdadera, una satírica ficción que criticaba las fuentes donde se presentaban hechos fantásticos y míticos como históricos y verdaderos. Frente a esa práctica, Cervantes y Alonso de Santos sí recrean en su Numancia una historia verdadera, que es un riguroso testimonio  de “memoria histórica”.

La definición que hace Luciano de sí mismo en El Pescador puede aplicársele perfectamente a Alonso: “Odio a los impostores, pícaros, embusteros y soberbios y a toda la raza de los malvados, que son innumerables, como sabes... Pero conozco también a la perfección el arte contrario a este, o sea, el que tiene por móvil el amor: amo la belleza, la verdad, la sencillez y cuanto merece ser amado”.

 El mismo paisaje humano encuentra don Antonio Machado en los receptores de Unamuno: “A un pueblo de arrieros,/lechuzos y tahúres y logreros/ dicta lecciones de caballería. Y el alma desalmada de su raza,/ que bajo el golpe de su férrea maza/ aun duerme, puede que despierte un día”. 

La verdad no siempre es bella ni admirable en la práctica, y convertir en sustancia poética esa verdad, y lograr que nuestra imaginación y nuestro entendimiento la acepten estéticamente es el reto de los genios, como Cervantes y Alonso de Santos, la “gran empresa” según Ignacio de Luzán. Es uno de los efectos terapéuticos de la tragedia: “La de la purgación de las afecciones mediante el temor y la compasión” (Aristóteles, Poética).

Sobre este fondo aristotélico Alonso adapta la obra de Cervantes convirtiendo, no sin acervo crítico, ese retablo de hambre, guerra y muerte, esa cruel carnicería en un festín artístico.  Por eso, su recreación de la Numancia es un grito de rabia ante el dolor, la crueldad y la tiranía. Pero a la vez da cabida a la esperanza y a las puertas que abren el futuro. “Estamos hablando –comenta Alonso- de la belleza del arte en escena, porque todo eso, grito, sacrificio, tragedia, hay que convertirlo en arte, en belleza y en poesía”.

He visto muchas adaptaciones de la tragedia cervantina, pero esta de Alonso de Santos es, sin duda, la mejor. Las adaptaciones siempre son controvertidas, aunque gracias a ellas, las obras llegan al gran público. Han sido estudiadas por los semiólogos más reconocidos, como Arrivé, Todorov, Genette y Julia Kristeva, para quien  “todo texto se construye como un mosaico de citaciones, todo texto es absorción y transformación de otro texto”. Todo discurso se reproduce en otro discurso y  toda lectura se erige en un espacio discursivo, como defiende Umberto Eco en Lector in fabula, Los límites de la interpretación y Opera aperta. Los discursos dramáticos de Cervantes y Alonso de Santos, además de basarse en las fuentes históricas, acuden a otros referentes. El sitio de Numancia es narrado en Ab urbe condita de Tito Livio, en la Geografía de Estrabón y en la Historia romana de Apiano de Alejandría, que a su vez bebe en Salustio y Polibio. Ya por esta época comenzaba a fraguarse una tradición recogida por Lucio Anneo Floro en su Compendio de las hazañas romanas (libro II), según la cual no quedó un solo superviviente en la ciudad soriana. Así lo recogen también de Alfonso X en la Estoria de España  y otros autores. Transmitir esta tragedia a través del verso es un reto que Cervantes y Alonso enfrentan y superan con su sabiduría. Alonso de Santos respeta el verso con una fidelidad, una pulcritud y una limpieza que alcanzan el grado de excelencia. También “para los actores, la mayor dificultad la ha representado el verso, el endecasílabo de las octavas reales. Son estrofas no muy conocidas, más complejas que los octosílabos del romance de Lope de Vega o Calderón, y su castellano es más alambicado, pero bellísimo”, sintetizó Querejeta. Alonso reconoce que el mundo académico no le ha concedido demasiada atención, en la Numancia, al terceto encadenado, que proviene de la terza rima creada por Dante en la Commedia y adoptada por Petrarca en los Triunfos. En España la cultivaron Boscán, Garcilaso y es la que utilizó Miguel Hernández para la Elegía a Ramón Sijé. También la incluyó Lope de Vega con una función clara en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo: “Son los tercetos para cosas graves”. La justicia, la verdad, la dignidad son algunos de estos temas graves transmitidos a través de esta noble versificación. Alonso de Santos representando y desvelando por primera vez las tres épocas: la del sitio de Numancia, la de Lope y la actual, está defendiendo como siempre la verdad, la libertad, la honradez y la dignidad. Intelligenti pauca, aunque abrigo la duda razonable de que los grandes dirigentes, tengan o pongan en práctica la inteligencia y las grandes virtudes enunciadas. Alonso de Santos las defiende y practica no con panfletos ni soflamas, sino con arte bello y verdadero. Pero además de esos valores, en su función de director logra que los actores ocupen su sitio y utilicen la lengua –otra sus grandes preocupaciones- recreando fielmente la de Cervantes, que es un creador de lenguas según Alonso. No solo crea una semántica y una sintaxis nueva, sino que introduce por primera vez algunos términos. Valga un ejemplo: don Quijote le aconseja a Sancho no eructar cuando sea gobernador; el escudero no entiende esa palabra y el caballero le explica que en el buen lenguaje al regoldar llaman eructar y a los regüeldos, eructaciones. Genial creación de Cervantes, que no aparece en ningún otro texto de la época. Alonso elige a los actores que cuidan el lenguaje, atiende al sonido y a la iluminación, a la creación del espacio y del ambiente, buscando la perfección de la representación y la inmersión del público. Es lo que sucedía en las tragedias griegas en las que se asistía no solo como entretenimiento sino como un acto cívico  educativo crucial para la polis. Alonso guarda el mismo respeto a los integrantes de la infraestructura escénica que a los personajes, porque es un hombre de teatro en todas sus múltiples y ricas dimensiones. En el teatro metaboliza su vida, reinventándola, transcendiéndola, y transfigurándola. Llamas y fuego como último acto de resistencia en la Numancia. Hielo que quema en el escenario y en la vida de Alonso de Santos.