Me llama la atención la polémica generada por el reforzamiento de la defensa europea ante la amenaza que plantea una Rusia imperialista y agresiva. Sin el apoyo de EE.UU, especialmente en materia nuclear y de inteligencia, Europa está indefensa. Esto es la consecuencia de varias décadas gastando muy por debajo del 2% del PIB y de fiarlo todo al amigo norteamericano. España es líder por la cola también en esto por lo que nuestro ejército no es operativo y no puede contribuir a la defensa común como debería.
Nuestra posición es además muy delicada porque Marruecos lleva varios años armándose fuertemente con el mejor material disponible en el arsenal norteamericano. El que nuestro vecino del sur ambicione Ceuta y Melilla es otro motivo que nos obliga a fortalecer nuestra defensa. Conviene recordar que los costes humanos y materiales de una guerra son mucho mayores que los de reforzar la defensa lo suficiente como para que esta no se produzca.
Lo mismo sucede con la OTAN europea. La mayor parte de los países que la componen, salvo Polonia, los Bálticos y algún país escandinavo, no están preparados para protegerse de Rusia. Hemos delegado en EE.UU. el coste de nuestra defensa y estos han terminado por hartarse con razón.
Ni siquiera tenemos un paraguas nuclear propio, y esto es fundamental, pues dudo que las armas nucleares francesas o inglesas se usen para otra cosa que defender a sus propios países. Rusia se va pareciendo cada vez más a la vieja URSS y quizá por esto tiene el apoyo de la extrema izquierda, y parece que también de algún derechista desnortado. Nos dicen que se oponen a la guerra, pero no a la guerra de agresión de Putin sino a la guerra defensiva de Ucrania. Pretenden que el agredido se deje matar y conquistar, y no contentos con esto, también quieren dejar a Europa a merced de Rusia, lo mismo que en el apogeo de la guerra fría.
Fue la disuasión nuclear de los misiles norteamericanos Pershing de medio alcance lo que nos permitió vivir en paz en la Europa de la segunda mitad del siglo XX. Así es cómo se pudo esquivar el riesgo de caer bajo el dominio de Moscú, anhelo de comunistas como Marchais o Togliatti.
Bajo la tiranía fascista de Putin, con el fin de restablecer su antiguo estatus imperial, Rusia no ha dejado de usar la fuerza letal para imponerse causando muerte y destrucción en Chechenia, Georgia, Crimea, y ahora en Ucrania. La única forma de disuadir a Putin es con una defensa europea fuerte e independiente de EE.UU, y para esto es necesario armar suficientemente a nuestros ejércitos, tanto en el plano convencional como nuclear. Nuestra paz depende de la capacidad disuasoria de la OTAN europea. Tenemos el derecho y el deber de poder defendernos, justamente para que no haya guerra.
Los del “No a la guerra” son unos falsos pacifistas, al igual que los que durante la guerra fría estaban en contra de la OTAN pero a favor de la URSS, imperio militarista que oprimía y tiranizaba toda Europa oriental y que ambicionaba extenderse al resto del continente. Extraño pacifismo es este. Afortunadamente, la OTAN fue lo suficientemente disuasoria para que esto no ocurriera, y quizá por eso gran parte de la izquierda anda tan dolida y se opone tanto a ella. El “No a la guerra” se lo tienen que decir a Putin que es el que invade, asesina y destruye, no a la UE o a la OTAN pues estas tienen como principal obligación defendernos.
Hay quien dice que se opone a reforzar la defensa europea porque tiene hijos y no quiere que mueran en una guerra. Estos son los que si un día ven su ciudad atacada y sus vidas en peligro pedirán ayuda a gritos, exigirán que alguien les defienda, y ese alguien deberá ser el ejército, es decir los valientes hijos de otras familias. Otros deberán morir para que ellos quizá se salven. Queda claro de qué lado está la ética. La realidad no cambia, aunque huyamos de ella, o la neguemos, antes o después nos alcanza siempre.
Moralmente lo único defendible es gritar NO a las guerras de Putin y SI al derecho a la vida y a libertad de los ciudadanos de Ucrania y de Europa. Para que esto sea una realidad es imperativo que nuestros ejércitos sean suficientemente fuertes como para disuadir a nuestros enemigos. La defensa es una obligación principal del estado que tan caro nos cuesta y cuyo cumplimiento los ciudadanos debemos exigir con firmeza.
Dicho esto, a la vez que reforzamos nuestras capacidades defensivas, creo necesario negociar con Rusia un acuerdo de paz a largo plazo aceptable para todas las partes. Comerciar y negociar siempre es más rentable que hacer la guerra, y además alarga la vida. La disuasión también.