¿Pero qué Unión europea es esta?, o mejor dicho, ¿Qué es esto de la Unión Europea por la que hace años nos mostrábamos tan entusiasmados y llenos de esperanza quienes habitábamos el antiguo continente?
Bueno, pues cualquier parecido, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.
La Unión europea que nos atormenta desde unas premisas teñidas de estúpido y falso ecologismo, e interés por los socios que la componen, no es sino una cueva torva con mayoria de seres repletos de inmerecidas prebendas (los llamados eurodiputados) de cortas ideas, grandes sueldos e increíbles dietas, que deben aburrirse a lo lindo por su “no tenemos ni idea de nada, pero a ver como lo disimulamos” en los escaños que ocupan, ya que legislan de la forma más nefasta y divergente respecto a los intereses reales de los europeos a quienes representan, amparándose en su prácticamente anonimato público, o en sus roles de rebotados de la política de sus naciones, o en su ignorancia respecto a las cuestiones que de verdad interesan, y entre las que debería estar la de hacernos la vida más fácil y agradable, y no fastidiárnosla en grado superlativo.
Su cara más visible es la de Úrsula von der Leyen, la ¿sospechosa amiga de los laboratorios Pfizer, fabricantes de las vacunas del Covid? , pero debería ser la más invisible, aunque Napoleón elevo a su familia a la nobleza por el ¡enorme merito! de tener un importante negocio textil allá por el siglo xvlll
Más no se trata de dudar acerca de sus capacidades, que presuntamente las tendrá, sino de constatar aquellas muchas que no tiene.
De hecho, y con su equipo de tecnócratas, está dejando que Asia, por ejemplo, nos coma la tostada en muchas cosas, pero sobre todo en una industria que era boyante y el orgullo continental, la de los automóviles.
Por lo pronto desaparecen el Ford Focus, el Jaguar F-Type, los Maserati Ghibli, Levante y Quattroporte, el Alpine A110, y varios deportivos como el Audi TT, el Bugatti Chiron, y el Nissan GT-R R35 entre otros, a favor de los coches chinos, esos eléctricos vulgares a más no poder, a quienes ya ni siquiera se va a considerar como no contaminantes.
Ese es el ¡nuevo conejo que Europa se saca de la chistera para cobrar más impuestos! No son contaminantes por su motor, sino por sus frenos y neumáticos, y porque en su fabricación “emponzoñan” entre un 11 % y un 28% más que los de gasoil, por culpa de sus baterías, creadas a partir de litio, cobalto y manganeso.
Pero ¿qué coherencia es esa?, nos exigen “tirar” nuestros autos gasolina y gasoil para no contaminar y ahora nos vienen con eso.
Y han conseguido que el mercado de vehículos de segunda mano se dispare.
Porque nadie quiere coches eléctricos por más que estos tipos de Europa (también hay tipas como por ejemplo Irene Montero) amantes de (según ellos) el cuidado del planeta traten de imponerlos a base de inexactitudes y engaños.
Por más que a ellos, lo cierto es que el planeta les importa un rábano y lo demuestran viajando sin parar en sus aviones y utilizando además una gran flota automovilística de combustión, de la que no se privan ni para ir a comprar un sello.
Y se dispara también porque ahora los de primera mano cada vez son más caros.
¿Qué es lo que pretenden? ¡¡Verde y con hojas, que no tengamos coche!, que nos quedemos en casita, que nos traguemos la 20/30, lo de que “no tendremos nada pero seremos súper felices”, en tanto los okupas de los euro escaños lo serán mucho mas, disfrutando en sus haciendas y bolsillos de lo que nos quitan a base de impuestos esperpénticos e inasumibles.
¿Aman al planeta los grupos de presión de Bruselas, disfrazados de ecologistas, o aman “la pasta”?.
¿Lo van a salvar, de qué?, ¿de emisiones y efectos invernadero, del calentamiento global, del cambio climático? Y de ¿Cuántas mentiras más? y ¿al precio de unas normas carentes de sentido que se han sacado de la manga sin orden ni concierto?...
Impiden limpiar los acuíferos, y las torrenteras, para “proteger los palitos, hierbitas y manojitos y ranitas y renacuajillos” que allí crecen y moran, y que en el caso de la vegetación, de los leños y de la falta de limpieza, conducen irremisiblemente a inundaciones tremendas cuando llueve torrencialmente, por obstaculizar el paso del agua, o a fuegos enormes cuando todo se reseca y no se llevan a cabo los servicios de conservación precisos.