Algunas declaraciones de altas autoridades españolas, al calor de una manifestación pública, dejan un sabor amargo, pues no reflejan la calma y la prudencia de quienes deben gobernar para todos sus ciudadanos. Las reducciones de jornada laboral no afectan “tanto” a las grandes compañías. Las víctimas son la pymes y los pequeños negocios, la agricultura y la construcción y en muchos casos, genera aumentos de la economía informal, pues muchos acceden a un segundo empleo informal en busca de mayores ingresos. Un llamado fraterno a los españoles: protejan pero no destruyan lo conquistado. Cuando se reduce la jornada laboral, NUNCA MÁS, se aumenta. Es un proceso irreversible, como lo son hasta ahora, las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Preparando una gira de empresarios chilenos a Madrid y Bilbao, observo en directo la televisión y los carteles que demandan una nueva reducción de la jornada laboral para España. El lema: “proteger lo conquistado, ganar futuro”, parece muy loable, pero desde el punto de vista de la productividad española de mediano y largo plazo, es un suicidio. Los argumentos a favor de la reducción de jornada -tanto en España como Chile- apuntan a mejorar la calidad de vida, a tener más tiempo para la familia etc etc. Todos sabemos que la tasa de natalidad en España y en Chile decrece abrumadoramente. La reducción favorecería más a las mascotas. Está claro que la disminución de jornada no genera necesariamente mayor productividad, lo que ha sido demostrado por diversos estudios. El fomentar el ocio sin límites, es una mala medida. El trabajo duro y responsable que hizo grande a España y que hoy hace crecer las economías del Asia, son una prueba de que no es bueno para los países “relajarse” o “dormirse en los laureles”. En Chile se ha copiado de España muchas cosas buenas, pero también otras terribles fomentadas por lo que se llama “progresismo”, que nadie sabe que significa. El ejemplo que se le da a los jóvenes de nuestros países, es muy peligroso, toda vez que menos trabajo y menos estudio, unidos, llevan a los países a la decadencia económica y moral. Quienes pretendemos promover el intercambio económico entre Chile y en España, hacemos un llamado a las autoridades de ambos países, a no concentrar sus esfuerzos en promover el populismo degradante, y si, a recuperar los valores de la responsabilidad, la austeridad y el sacrificio personal. No parece razonable pensar que el Estado omnipotente será capaz de lograr mayor desarrollo en nuestros países. A quienes amamos a España y lo observamos desde afuera, pero informadamente, nos preocupa el devenir de los acontecimientos políticos y económicos de nuestra “Madre Patria”.