Zarabanda

Un palacete en General Martínez Campos (Madrid)

En el número 37 de General Martínez Campos hay un edificio discreto y elegante, con notas hispanas e italianas, y un triple jardín arabigoandaluz con algún toque clásico. Es la casa museo de Joaquín Sorolla y Bastida, un pequeño paraíso que fue su hogar, su lugar de trabajo y el cobijo donde guardaba sus recuerdos y los objetos que amaba. "Entras allí y estás en el universo Sorolla de una forma privilegiada " (Cristina Carrillo de Albornoz, crítica de arte).

Es un rincón mágico en un espacio privilegiado de Madrid, en el que he disfrutado, cuando era menos conocido, de la soledad y la belleza. Allí, junto a muchas de sus mejores obras, sigue vivo el espíritu del pintor, es la casa museo mejor conservada de Europa. En ella se muestran los dos ejes fundamentales de su vida: la pasión por la pintura y el amor por su esposa Clotilde, su musa y gestora, y por sus tres hijos, María, Joaquín y Elena.

"Sorolla se entregó con la pasión del enamorado a cada obra que pintó. En las cartas íntimas a su mujer, su adorada Clotilde, le comentaba como se le escapaban las lágrimas de emoción al pintar lo que le llegaba al alma" (Blanca Pons Sorolla, biznieta del pintor).

Estaba "hambriento" por captar lo que venía y sentía con pinceladas rápidas y precisas capaces de capturar las vibraciones de la luz; las sombras, que son su contrapunto; los infinitos matices del agua, en especial la del Mediterráneo; la tierra con su plasticidad y su vegetación, y el aire con sus variaciones,  sinfonías e intensidades. 

"Lo que en Valencia existe es el aire. El aire da vida a los grises, hace saltar a los montes desnudos y presta ligereza a la figura humana, y precisamente no el color, sino el aire es lo que ha pintado Sorolla y lo que sublima su pintura" (Azorín).

Esa pintura que "llena de sueños/ a cuerpos  que relumbran/ esculpidos en sol" ("Brisas y briznas " María Pilar Cavero).

Costumbrismo, realismo, dramatismo, impresionismo, luminismo, postimpresionismo; clasicismo, a veces, modernidad, casi siempre; y Velázquez, Italia y las vanguardias parisinas. Todo se encuentra  en los pinceles de este genio, y de todo hay muestras en su casa museo.

Del amor a su esposa, su otra pasión, nos hablan los variados y numerosos retratos que le hizo y sus cartas:

"Si bien los hijos, son los hijos, tú eres para mí mucho más que ellos, por muchas razones que no hay para que citarlas, eres mi carne, mi vida y mi cerebro, llenas todo el vacío que mi vida de hombre sin afectos de padre y madre tenía antes de conocerte" (Sorolla).

El pintor, nacido en Valencia el 27 de febrero de 1863, quedó huérfano a los dos años. Sus padres murieron a causa del cólera.

Llegó a Madrid, con su esposa, en 1889. Unos meses antes, el 12 de diciembre de 1888, se había casado en Valencia. El matrimonio residió en diversas viviendas antes de construirse el palacete: plaza del Progreso, actual plaza de Tirso de Molina; pasaje de la Alhambra, en Chueca, en Alberto Figueroa, y calle Miguel Ángel. 

Aunque fijó su residencia en Madrid, no se olvidó de su Valencia, ni ésta de él. El 1 de julio de 1900 le concedió el título de Hijo Predilecto y Meritísimo de la ciudad. Ese mismo año recibiría el Grand Prix en el Certamen Internacional de París por el cuadro "Triste herencia", en el que plasma con toda su dureza el drama de los niños enfermos de polio, acogidos en el hospital valenciano de San Juan de Dios, cuando van a tomar un benéfico baño en el Mediterráneo.

La década de 1900 a 1910 marca su etapa de consagración como artista internacional en Europa y Estados Unidos. La posición social y económica que adquiere le permitirá construirse la vivienda de Martínez Campos, que será su hogar definitivo. 

En 1905 adquiere un solar en el Paseo del Obelisco (General Martínez Campos) llamado así porque partía de la glorieta de este nombre (hoy, Plaza de Emilio Castelar). Era una calle nueva y elegante, de palacetes de algún o alguna aristócrata, de mansiones de personajes conocidos, como la actriz María Guerrero, o de instituciones, como la Institución Libre de Enseñanza (número, 8, hoy 14 y 16), allí se educaron los hijos del pintor.

En 1905 adquiere un primer solar, donde edificó su casa y dos estudios, y en 1910 un segundo, colindante con él, allí instaló un nuevo estudio y tres jardines o un triple jardín. Encargó las obras, que supervisó en todo momento, a un conocido arquitecto, Enrique María Repullés y Vargas, que las finalizó en 1911. 

El edificio consta de tres estudios contiguos con acceso directo desde el último jardín y de una zona doméstica con entrada desde el primero a través de un pórtico y la puerta principal. Es una mansión confortable y moderna, de estancias amplias, techos altos, perfecta iluminación natural, electricidad, baños y elevador de platos. Un lugar agradable para vivir y trabajar, amueblado y decorado con gusto. Allí vivirá la familia, y Sorolla pintará, impartirá clases de pintura, almacenará sus obras y las pondrá a la venta, y guardará recuerdos y colecciones. 

Lugar especial son los jardines que él se encargó de diseñar y adornar. Incluso encargó al conservador del Generalife que le enviase esquejes de mirtos y arrayanes. "Fue amparándose de una tipología del jardín andaluz que combinaba tanto elementos de carácter andalusí como otros elementos de carácter renacentista, y que son muy evidentes, por ejemplo, en los Reales Alcázares de Sevilla" (Enrique Varela, director del Museo Sorolla).

A la decoración de los jardines añadió elementos clásicos y arqueológicos, como el togado romano que le regaló el Marqués de Viana, las réplicas de esculturas que compró en Nápoles, columnas y fuentes que trae de Sevilla, y también los vistosos azulejos de Juan Ruiz de Luna.

El palacete se convirtió en un lugar de moda de la alta sociedad madrileña, tenían fama los excelentes arroces que preparaba su cocinera valenciana. Allí acudían los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, sus amigos Blasco Ibáñez y Benlliure y otros muchos conocidos personajes. A varios los retrató en ese lugar, y a su esposa y a sus hijos.

El 17 de junio de 1920, en una templada mañana, la vida de Sorolla se quebró. Estaba pintando en el jardín, bajo un emparrado, el retrato de Mabel Rick, esposa de Ramón Pérez de Ayala, cuando llegó la tragedia, un ictus que paralizó la mitad de su cuerpo y le impidió seguir pintando. Consciente de lo que le había sucedido dijo algo así: "qué más,  otro imbécil en el mundo". Pérez de Ayala estaba presente y contó lo sucedido. El retrato de su mujer quedó inconcluso y Sorolla no volvió a utilizar los pinceles. 

El inmenso esfuerzo que hizo de 1912 a 1919 para realizar la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society of América que le había encargado el hispanista y filántropo Archer Milton Huntington, su fundador, le habían agotado. Su "Visión de España" fueron 14 murales sobre sus diversas regiones, de 3,3 metros de alto por 70 de largo. Además para poderlos llevar a cabo recorrió gran parte de nuestro país tomando apuntes y haciendo bocetos de paisajes, personajes y tradiciones. 

El 10 de agosto, festividad de San Lorenzo, de 1923 murió en Cercedilla, donde se había retirado. En una casa, propiedad de su hija, donde vivió Juan Ramón Jiménez, y muy cerca de la vivienda donde pasaba temporadas Ramón y Cajal. Los dos habían sido clientes y amigos suyos. Benlliure le hizo la máscara funeraria. 

Nos dejaba un legado de unos 4000 cuadros, 2200 documentados, y de unos 9000 dibujos. Además de su casa y sus colecciones de arte, fotografías, joyas y artesanía. Su esposa, en testamento de 1925, como homenaje a su marido, legó al Estado español las obras y patrimonio en su poder, para que la casa taller de Martínez Campos se transformara a su muerte  en el museo de Sorolla. El 28 de marzo de 1931 se aceptó la donación como Fundación benéfica docente de carácter privado. El museo se inauguró en 1932 bajo la dirección de su hijo. En 1962 se le declaró Monumento Histórico Artístico Nacional y en 2009 se le dio el carácter de Museo Nacional.

El centenario de la muerte del artista, que acaba de cumplirse, se ha conmemorado bajo el título de "Cien años del fallecimiento de Joaquín Sorolla" con numerosas e importantes actividades y exposiciones dentro y fuera de España. Algunas aún pueden visitarse:

"Viajar para pintar. Sorolla en Mallorca". Museo de Mallorca, hasta el 8 de septiembre. 

"En el mar de Sorolla con Manuel Vicent". Museo Goya (Zaragoza), hasta el 22 de septiembre. 

"Sorolla y el Conde de Villagonzalo. Una conversación inédita". Museo Sorolla (Madrid), hasta el 22 de septiembre. 

"Sorolla a través de la luz". Palacio Real de Madrid, hasta el 24 de septiembre. 

"Sorolla y el renacimiento de la pintura valenciana". MUREC (Almería), hasta el 20 de octubre.

El 1 de octubre el museo Sorolla cerrará sus puertas hasta principios de 2026 para finalizar sus obras de rehabilitación y ampliación. "Cerramos puertas y abrimos horizontes", nos comunican. Tenemos tiempo para visitarlo una vez más, mejor cuando halla poca gente. Conviene que nos empapemos de su "España blanca" y nos alejemos de la "España negra" que nos asedia.

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