Cuando se estrenó ‘Numancia’, Cervantes, su autor, comentó que por lo menos los espectadores del patio de mosqueteros no habían lanzado pepinos al escenario. La sombra de Lope de Vega era demasiado alargada, el desempeño de Cervantes como autor teatral estuvo siempre muy por debajo del ‘Fénix de los Ingenios’. Estos días los Teatros del Canal representan ‘Numancia’, pero ¿tiene sentido esta reposición en 2025?
Cabe imaginar que Cervantes había leído ‘La historia de los romanos’ de Apiano de Alejandría que incluye un relato detallado del asedio de Numancia. Nacido alrededor del 95 dC combinó fuentes como Polibio, Livio y Salustio para narrar la guerra numantina (154-133 a.C.). En la adaptación de José Luis Alonso de Santos, fiel a la obra cervantina, se escenifica el final de la guerra mostrando el suicidio del último numantino cuando en realidad, de acuerdo a Apiano, hubo más de cincuenta supervivientes que Escipión paseó por Roma como trofeo de guerra. Cabe imaginar también que Cervantes había leído a Flavio Josefo que ofrece el relato más extenso y dramático que conservamos sobre la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 d. C., en su obra “La guerra de los judíos”. Narra el asedio dirigido por Tito, hijo de Vespasiano, destacando la construcción del cerco que bloquea la ciudad, corta las rutas de abastecimiento y conduce a una hambruna extrema .Describe escenas de desolación: calles y casas llenas de cadáveres, niños y ancianos muertos de inanición, y episodios límite (como actos de canibalismo) para subrayar el carácter casi apocalíptico de la catástrofe. Hay una evidente similitud entre ambas guerras, incluyendo la existencia de supervivientes como el propio Flavio Josefo testificó, pues negoció con los zelotes judíos que, intransigentes, rechazaban ‘la clemencia de Tito’.
Dada la liberalidad en las adaptaciones teatrales y operísticas que hoy imperan, hubiese sido una excelente ocasión para actualizar este drama de Cervantes optando por no ensalzar la heroicidad de los numantinos, similar a la de los zelotes, cuya cerrazón provocó una tragedia apocalíptica. O quizás por lo menos ceñirse un poco más a la realidad histórica. La única alegría que se permiten es presentar en algunas escenas una estética ‘Blade runner’ con música que imita la de Vangelis. El esfuerzo de los actores, gritando mas que declamando, y de los sufridos escolares que llenaban la sala Verde de los Teatros del Canal, quizás no mereció la pena.