Prisma Internacional

El nuevo antisemitismo

Una cumbre celebrada en Bogotá para condenar el “genocidio” de Gaza reunió a los más connotados antisemitas de una treintena de países del mundo, entre los que estaba, sorprendentemente, España a título oficial.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se ha convertido en un referente internacional del nuevo antisemitismo y durante su mandato ha dado una buena muestra de ello, rompiendo relaciones con Israel, exigiendo visados a los ciudadanos israelíes para visitar su “paraíso” socialista y prohibiendo todo tipo de contactos comerciales y económicos de su país con el Estado hebreo. Este tipo de comportamientos no son extraños en la izquierda de América Latina, donde abundan los ejemplos de burdo antisemitismo y fobia hacia Israel, como los notorios casos de Chile, Cuba, Nicaragua y Venezuela, aunque también en Europa abundan este tipo de comportamientos en varios líderes de la izquierda, entre los que destacan el francés Jean-Luc Mèlenchon, el británico Jeremy Corbin y el presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez.

Petro, no contento con estos gestos inamistosos hacia Israel y el mundo judío en general, organizó en estos días una cumbre en Bogotá para coordinar una iniciativa internacional contra el Estado de Israel. El aquelarre, pues no merece otro nombre, estaba organizado en la capital colombiana por el autodenominado Grupo de la Haya, liderado por Colombia y la nada democrática Sudáfrica, y que esta conformado por  Belice, Bolivia, Chile, Cuba, Honduras, Malasia, Namibia y Senegal.

La cita, desde luego, no tenía desperdicio y el presidente colombiano no defraudó con sus invitados, entre los que destacaban la filonazi y eurodiputada franco-palestina, Rima Hassan, una de las más enconadas enemigas de Israel y defensora de la islamización de Europa, la relatora especial de las Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese -condenada por el Departamento de Estado norteamericano por su “descarado antisemitismo”- y el ex líder laborista Jeremy Corbin, que fue sancionado y expulsado de su partido precisamente por sus posiciones antisemitas. También estaba presente en este conclave antisemita el cuestionado e investigado asesor del dictador Nicolás Maduro, el profesor Juan Carlos Monedero.

En lo que respecta a la ya citada Albanese, la Liga Anti-Difamación (ADL) considera que la relatora de Naciones Unidas “tiene un largo historial de promoción de tropos antisemitas y uso de lenguaje de odio para atacar al Estado judío de Israel, que incluye comparar a Israel con los nazis, conspiraciones sobre el poder judìo, negar y disminuir la masacre del 7 de octubre, y apoyar y defender la violencia contra el estado judío”.  

Por razones poco explicadas y desconocidas, España estaba presente en este evento de corte antisemita y compartía asiento con países tan poco democráticos como Venezuela, Cuba y Argelia e incluso suscribió la declaración final, en la que se llamaba “a Impedir el suministro o transferencia de armas, municiones, combustible militar, equipo militar conexo y equipos de doble uso a Israel, según proceda”, junto con otras propuestas claramente antiisraelíes. No se entiende que un país como España, miembro de la OTAN y la UE, estuviera en una acto de estas características, máxime cuando Colombia profesa una política exterior en la actualidad claramente antiatlantista, antisionista, crítica con Occidente y sus valores y alejada de los consensos europeos en ciertas materias, como es el derecho a la existencia del Estado de Israel y a su legítima defensa. 

El nuevo antisionismo y el doble rasero de la izquierda

El nuevo antisionismo del siglo XXI es el viejo antisemitismo, el de siempre. Ultrajan a Israel para acabar denigrando, insultando e incluso atacando a los judíos, tal como está ocurriendo en numerosas instituciones y universidades de todo el mundo. De señalizar a los judíos, tal como se hace en numerosos medios, foros y declaraciones, al ataque a las instituciones judías, como sinagogas, museos y comunidades organizadas, hay una fina y delgada línea que ya ha sido traspasada hace tiempo. 

Los líderes de esta izquierda antisemita, cuyo liderazgo ejercen significativamente los presidentes Gustavo Boric, Luiz Ignácio Lula y Gustavo  Petro, de Chile, Brasil y Colombia, respectivamente, se rasgan las vestiduras por la situación en Gaza, en una guerra que comenzó el 7 de octubre tras el ataque de Hamás a Israel, y callan ante los genocidios de los cristianos en Nigeria y Sudán y de los drusos en Siria. Igual que nuestra izquierda local. Es el doble rasero de la progresía global. 

De Bogotá a Madrid, pasando por casi toda América Latina y una buena parte de Europa, el nuevo antisemitismo campea libremente e impunemente por el mundo sin atisbar siquiera la dimensión política de la lucha que libra el Estado de Israel frente a los enemigos de Occidente. Israel es el único Estado auténticamente democrático de Oriente Medio y uno de los pocos aliados del mundo occidental en esta parte del mundo, algo que conviene no olvidar y tener muy presente. La demagogia barata sobra.