La mirada de Ulisas

Avatares

Bella Clara Ventura
photo_camera Bella Ventura

LA MIRADA DE ULISAS siempre dispuesta a observar lo novedoso, no puede ni anhela quedar indiferente frente a los adelantos propuestos por la ciencia. Esos nuevos seres, dizque humanoides, llamados avatares o robots que se identifican tanto con las personas. Ya los logran de manera tan perfecta que resulta difícil diferenciar qué o quién es máquina y quién no. O si el beso que dan es de una persona o de un artefacto diseñado por el hombre con la misma boca provocativa de la sensualidad. A menos que ellos mismos lo murmuren o lo divulguen como lo hemos visto en vídeos donde una hermosa chica, con todos sus atractivos, se declara avatar. Lastimosamente sin poder diferenciar a primera vista si es humana o no. Una inquietud asalta  la mirada de Ulisas que de sus viajes ha hecho el reconocimiento de tantos lugares, temas y personajes. También ha visitado la vida desde sus lecturas, que de paso le han cansado la vista, ya con anteojos para cuadrar y mejorar su visión. Y como coqueta que es, esa mirada inquieta e inquisidora se pone los lentes con el marco del color de la vestimenta para hacerle juego a la existencia y de paso el quite a la supuesta e iniciada ceguera.

Me detengo en su mirada y me produce gracia. Ciertamente algo de ternura también al verla cómo se empeña en defenderse de los años con sus ganas de vivir, su amor por la vida y el deseo de ser escuchada y tomada en cuenta. Como toda mujer su mirada es profundamente femenina y sensible a lo que sucede en el mundo y en su entorno. Se preocupa y se ocupa de los asuntos que le atañen al presente, al pasado y al futuro. En este caso, sus consideraciones sobre los alcances de los avatares asaltan su desvelo. En pocos años no sabremos si nuestros hijos o tal vez nuestros nietos, para añadirle al asunto algo de esperanza que no sea tan pronto como algunos lo creen, saldrán con robots tan perfectos que ya ni sabrán si son seres humanos o avatares. Y la pregunta de esa mirada atemorizada es: ¿si de verdad? esos humanoides tendrán la sensibilidad de los seres humanos o serán simplemente máquinas despojadas de sentimientos y programadas con determinados fines como las hay para las guerras y la muerte. La mirada de Ulisas tiembla al pensar en esa posibilidad de ver en los avatares la frialdad de una programación que difiera tanto del humanismo o del atisbo propio del corazón, que de la bondad hace su oda. Un lema que persiguen los ojos de Ulisas desde que emprendió migraciones por recónditas orillas y por el alma de sus hermanos, que también gozan de buena vista. Un panorama que no resulte tan extraño para aquellos que aún consideran que la parte humana como tal debe primar en el universo y no las máquinas que se fabrican con fines desconocidos o malévolos. Bien sabido es que en muchas ocasiones lo virtual y la robótica han dado excelentes resultados.  Prometen asociarse a los adelantos de la ciencia para fines benéficos como en la medicina o los riegos de la inteligencia artificial. Más la mirada de Ulisas no debe quedar silenciada ante usos indebidos que se les puedan otorgar a esos avatares. Pueden confundir y de seguro propondrán otra realidad. ¿Será mejor o peor? Todo depende del uso que se les dé y ahí radica la intranquilidad que el nuevo mundo puede suscitar. La mirada de Ulisas se empaña de lágrimas a veces de alegría, pero en otras y en muchas ocasiones de lagrimones de tristeza frente a la violencia, que se vuelto pan de cada día con tantas matanzas, violaciones y feminicidios. ¡Será que las “avataras” correrán con la misma suerte!

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