Del nazismo al socialismo: el renovado antisemitismo

Desde 1948, el Estado de Israel libra una guerra hibrida con armas convencionales y operaciones psicológicas y diplomáticas que resulta permanente e irresoluble. Algunos de sus vecinos se han colocado en el lugar irrealizable, aquel que pretende una victoria territorial basada en el exterminio de Israel: el terrorismo islamista. Otros frente a las sociedades estúpidas, llamadas woke, tenemos la decidida voluntad de enfrentarlas. Es una guerra en el interminable acontecer de la Historia. Las guerras se ganan o pierden. Las postguerras, entre el dolor y la esperanza, cierran las heridas y organizan los sentidos de la superación y-si es posible-el perdón y el olvido.

Las guerras son lógicamente la expresión orgánica de los estados-nación en la Sociedad Contemporánea, convertidas en universales, desde el Nacimiento del Estado Moderno en Europa. Los Historiadores anidamos en olas de destrucción-deconstrucción, dolor y deseos de vida. Desde la Primera Guerra Mundial las sociedades sufrieron los efectos letales que habían correspondido a los ejércitos regulares. La “humanización” de la guerra se configura sobre nuevas armas alejadas del soldado. Pero la derrota, la victoria y el devenir de la guerra sigue siendo el soldado. El factor humano, la licitud y el compromiso con la idea junto a las técnicas que mueven los artefactos precisos. Ni indulgencia ni absolución: la guerra al terrorismo perdió cualquier posibilidad de perdón. Menos el honor. La Ilíada, nuestro canon junto a la Biblia, otorga la nobleza del soldado, su generosidad y honor, a los enemigos, uno de los cuales debía morir. Aquiles y Héctor representan la grandeza de la guerra. Ahora, en los tiempos que nos agobian, no se perfilan dos partes ennoblecidas. Una debe ser destruida y sometida a las bases de la convivencia y el equilibrio. Hamas, Hezbola, Qatar, Irán, no vencerán. Solo queda saber el tiempo y el apoyo internacional a una situación enloquecida que no había existido en Europa desde la Internacional Comunista.

El sionismo, nació como expresión del auge de los nacionalismos: Pueblo-Estado-Nación en el siglo XIX (véase Walter Laquer), y surge, al igual que Alemania, Italia y tantas naciones de Europa Central y Oriental. El periodista austro-húngaro Theodor Herzl, cubrió el Asunto Dreyfus y junto a otros judíos seculares (asquenazíes, judíos procedentes de Europa central y oriental) testigos y perseguidos, fundaron el movimiento Sionista, cuyo objetivo fue el establecimiento de un Estado Judío "Sión" la colina de Jerusalén, hogar y origen de los judíos. Herederos de la historia occidental hemos prestado poca atención a la Europa del Este y Rusia, origen de las persecuciones y matanzas de judíos en los siglos XIX y XX. A partir de 1882 se producen las primeras oleadas y asentamiento agrícolas de judíos procedentes de Rusia.

La mayor parte de los judíos sefardíes, salidos de España, y Portugal residían en el Imperio Otomano. Según mis trabajos y diálogos con los judíos de Bulgaria fueron respetados por los turcos. El agónico Imperio Otomano se alineó con Los Imperios Centrales y se sumó a la Primera Guerra Mundial. Los ingleses comprendieron que el sionismo, y los árabes les podrían ser de utilidad en Oriente Próximo. Movieron-como costumbre-a sus agentes entre quienes destaca T.E.Lawrence. Lloyd George y Balfour, en la “Declaración Balfour”, en 1917,-además de la creación de Estados independientes árabes-mostraron su aprobación a los objetivos sionistas: la creación de un hogar nacional judío. La victoria inglesa dejaba-así creyeron- en un proyectado largo periodo las tierras de Israel y Palestina bajo su control, en la penosa tarea de mantener “El Imperio” británico. A partir de 1922 se intensificaron las luchas sangrientas, entre árabes y judíos. Se intentó definir la política británica sobre Israel, limitando a 20.000 la cifra de inmigrantes judíos. Obligados a cambiar tales números, el mundo contempló como apogeo de la desesperación, la llegada de Hitler al Poder en 1933. Como escribe Golda Meir, se admiraba a los ingleses, en 1940, como luchaban prácticamente solos contra los nazis en admirable fortaleza, pero que con la misma energía lo hacían contra el pueblo judío. Los EEUU, así mismo, había impuesto restricciones migratorias.

A partir de 1937, los británicos abandonaron las “veleidades” del “hogar judío” y de la Partición del Mandato, ante la prioridad de asegurarse la relación con las naciones árabes, cuando la segunda guerra mundial se acercaba. El libro Blanco elaborado apenas iniciada la guerra, cerraba los acuerdos de la Declaración Balfour, decretaba que en 10 años palestina se convertiría en un solo estado gobernado “en común “por árabes y judíos, y, la más terrible y cruel de las decisiones: la inmigración judía se limitaba a 75.000 personas en los siguientes 5 años y con consentimiento árabe. Los judíos siempre serian, de acuerdo a esta fórmula grupos minoritarios, y sobre todo la imposibilidad de huida de Alemania y, en 1940, de toda Europa, se convertía en la muerte sin solución de millones de judíos. Como tantas otras veces, el pueblo judío, comprendió que la supervivencia se fundaba en la autodefensa y en el control de su propio destino. Las actividades de la Haganá, El Irgin o el Lehí, abrieron frentes contra los ingleses.

Y transcurrió la Segunda Guerra Mundial y el mundo contemplo el mayor crimen que haya presenciado la Humanidad: el Holocausto. Esa matanza a la que, a su manera, también contribuyó Riphagen.

Truman “en 1946”, solicito al gobierno británico (que debía la vida y la victoria a EEUU) 100.000 certificados de inmigración para los judíos. La respuesta británica, insolente y bárbara, mostraba el carácter implacable del Imperio (como con el brutal desprecio a la India): en Europa había muchas víctimas de Hitler y no estaban dispuestos a “colocar a los judíos a la cabeza de la Lista”. Una declaración de Guerra al pueblo judío y un alineamiento con la política -casi generalizada-contra los judíos tras la Segunda Guerra. El rechazo de los grupos armados tuvo su mayor expresión en la voladura del Hotel Rey David, sede de la Comandancia Militar Británica, el 22 de julio de 1946. El atentado contra la sede Militar Británica o el del Hagana al Hotel Semiramis en Jerusalén, conforman el universo de los enemigos de Israel, desde la construcción de su “origen terrorista”. Sería inútil la narración de muertes, atentados entre árabes, judíos e inmedible la crueldad.

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el Plan de Partición de Palestina en dos Estados, árabe y judío. De acuerdo a las disposiciones de la ONU los judíos proclamaron el Estado de Israel. Desde 1948 el Estado de Israel vive en guerra, en todas victorioso pese la magnitud de sus enemigos que han sido derrotados uno a uno: Egipto, Jordania, Siria, Palestina, y después los ejércitos irregulares creados por Irán o sufragados por Qatar y otras naciones árabes, ante los cuales la “comunidad internacional “permanece en silencio.

El mundo woke recupera los añorados personajes y ceremonias: el gran Muftí de Jerusalén, adorador del diablo, creador de milicias nazis, que, gracias a Satán, huyó antes de ser detenido, ¡Conferencia de Wannsee, lucida reunión de cultos y bondadosos ángeles! ¡No eran tan malos! asesinos del Tercer Reich.

Siempre pensé que nunca fueron juzgados crímenes que por injustificables o inacción provocaron masacres inimaginables: El antisemitismo en Romania, los responsables de no bombardear-estando avisados- los ferrocarriles que transportaban, por orden de Eichmann, hacia Auschwitz al medio millón de personas que, desde Budapest, serían gaseados. Jamás se ha aclarado, en especial en Europa central y oriental, el robo y apropiación de los “vencedores contra el Nazismo “de propiedades y casas que nunca fueron devueltas a sus propietarios judíos y que echaron, mediante violencia, de los respectivos pueblos y aldeas.

El monumental movimiento antisemita es un batiburrillo de crédulos, activistas profesionales, y el núcleo más sólido, mezcla de los demócratas americanos (y sus miles de profesionales del ocio) y los servicios secretos de los países árabes. Los crédulos son bienaventurados, algún teórico de la “anti polarización” ha encontrado argumentos tan solidos como: ¿Para acabar con ETA teníamos que haber “asesinado “a todo el “país vasco”? Y son felices. No ha sido así, en España se ha esperado con paciencia y dignidad, a que vinieran “del país vasco “a matar a España.

Los activistas profesionales son mezclas de abajo firmantes y encuentran sentido a su vida descargando su conciencia contra Trump, a favor de los menas, y contra el genocidio en Gaza. Constituyen el lado más torpe aun que los políticos. De “profesión” activista no es una proclama de libertad y revolución. Son empleados. Resulta imposible-y en consecuencia dimito-explicar el término “genocidio”. Eichmann confesó que, durante la Conferencia de Wannsee (1942), se estudiaron con rigor los [más efectivos] métodos para exterminar a todo el pueblo judío que vivía en Europa “Esta la expresión del concepto en términos históricos. La palabra de fuertes connotaciones, por su relación con el Holocausto, se aplicó a la Guerra Civil española, a la Memoria Democrática y al Género. ¿Dónde existe un documento, texto, declaración donde se pretenda “exterminar a todos los palestinos por el hecho de serlo”?

La ausencia de Teoría, la degeneración moral del nuevo socialismo.

En España la denominada Transición se sostuvo sobre los pilares históricos de una sociedad equilibrada económicamente y anhelante de lo desconocido. Desde la perspectiva acientífica: esta trágica Nación (todavía Nación de hoy, aunque herida) no enfrentaba problemas inabordables. Se convocaron a las poblaciones a la Constitución y el bálsamo (algo cateto) de la Unión Europea y la OTAN adornaba las calles e invitaba a cierta armonía. Pasados los años-rechazo cualquier aportación de la “derecha”-el socialismo, se olvidó de las clases sociales, de la honestidad y el decoro. Alfonso Guerra cubría el expediente con algún ataque a la Iglesia u otras de menor relevancia y mantenía el fuego de la izquierda. Pero no hay práctica política sin Teoría. Vino el sistema a derrumbarse con las más ridículas de las modas americanas de lo políticamente correcto. El sólido edificio de las instituciones, en especial la Iglesia, guía de parte de las obligaciones morales también se entregó al desasosiego y la flojera espiritual. En el frondoso árbol de lo heredado fue surgiendo de la nada banalidades e irrelevancias y se edificó un nuevo sistema.

El antisemismo estaba incrustado en las mentalidades sensibles y abiertas a la consideración del pensamiento ilustrado. Los más brillantes Partidos Comunistas, en especial el inglés, fue una mezcla esclarecida de judíos y comunistas. Muchos de nuestros maestros como Marc Bloch e incluso-utilicemos los matices-Hobsbawm dejaron testimonio de la unión del antisemitismo contra el antifascismo. Los problemas surgen cuando la vulgarización de los políticos alcanza la cumbre. Aniquilado el sexo, el amor, la poesía, enaltecido el dinero, los privilegios y la inmoralidad, restan muy pocos elementos destacables para la permanencia-ungida de moralidad-del poder. Era obligatorio encontrar algún tema de impacto internacional, sin solución más allá de la victoria-lo cual es inimaginable-y lo suficientemente sensible para el ardor de las masas, de los privilegiados europeos y americanos. Y no había tema más enervante con los medios manipulados que Palestina.

Palestina no acepto “formar Estado “en 1948. Palestina no fue aceptada por vecino alguno. La mayor matanza de palestinos fue realizada por los jordanos en el Septiembre Negro. El Islam siempre los considero marxistas, es decir no religiosos. En Granada conocimos las diferencias en los años setenta de la OLP y el FNLP. Los gobernantes palestinos, de la OLP o la Autoridad palestina han sido catalogados como los grandes corruptos de las ayudas con las que se han mantenido ya más de 60 años. Palestina no consiguió estructurarse como nación. Un pueblo, indeterminado, cuyo mayor número de empleados y ayudas sociales proceden de Israel. Todas las incertidumbres e incapacidades históricas llegaron al final con el “triunfo electoral “de Hamas en Gaza. Israel cometió un gran error abandonando Gaza en 2005. Un pueblo que ha vivido en diáspora, persecución y muerte, está obligado a reconocer las señales. Y confío que la militarización de Gaza se establezca con la eliminación del poder de Hamas.

Que EEUU no abandonara a Israel y que la capacidad de Israel esta forjada sobre la dureza de la vida y el tiempo heredero de hijos muertos y secuencias de gritos y alaridos nocturnos, nos ayuda a muchos a creer que serán el punto de partida para contemplar la eliminación del antisemitismo con la caída del wokismo los intelectuales americanos “los niños bien” que se pasean con el uniforme palestino pero que no pisaran los terrenos de la guerra y el dolor.

No referiré los acontecimientos de las protestas y barquitos veleros de la Flotilla propalestina rumbo a Gaza. Me produce miedo, debo reconocerlo, algunos periódicos como El Mundo y ABC, en parte. Periódicos de derechas que abren su especificidad con el odio feroz a Israel. Son el caldo de cultivo de los activistas de siempre. Desde el Prestige son los mismos. A la espera de que se jubilen. ¿Grupos antisraelíes? Los camaradas de ETA y los perroflautas.Y Sánchez, que no conseguirá que Trump le llame por su nombre. Sinceramente no es un peligro. Y los Rectores antifascistas españoles son majestuosos. Ya le envié a algunos una carta para que hicieran un Erasmus en las Cuevas de Tora-Bora de Afganistán ¿Me habrán hecho caso?