Desde mi nube

Mirando al Cónclave

El Cónclave que se iniciará el 7 de mayo, se ha convertido en una campaña electoral al uso, tratando inútilmente de influir en los 133 cardenales electores. 

Están ocurriendo en España y en el mundo sucesos tan relevantes y vertiginosos, que para quienes nos dedicamos a  opinar sobre los mismos se convierten por su gravedad y trascendencia en algo más que un entretenimiento o un ejercicio intelectual. Creo que contribuir a la verdad es una obligación moral que no debemos eludir, cuando nos estamos enfrentando a un tsunami de noticias y debates, muchos de los cuales, están contribuyendo a una mayor confusión del ciudadano por su escaso rigor y más aún por una malsana intención de manipular la realidad y la verdad.

El más reciente ha sido el conocido como el Gran Apagón o Apagón 0 que nos ha sumido a los españoles en una nueva “oscuridad” algo similar a la que ya vivimos durante el COVID, aunque con consecuencias diferentes y en principio con una duración mucho más breve en el tiempo. Se repite una vez más el alejamiento del discurso político y de los políticos de la percepción real y de los  efectos sociales y económicos que este apagón inicial, ha tenido sobre los ciudadanos, que además desean conocer las causas reales que lo han motivado,aunque creo que será una tarea harto difícil, visto los antecedentes que ya se han dado sobre el coronavirus o la Dana y el culto a la mentira a la que Sanchez arrastra a todo su gobierno para seguir detentando el poder. Por eso  prefiero mirar más al Cónclave que a la Moncloa…

Durante estos días se ha  producido otro acontecimiento de gran magnitud universal, como consecuencia del fallecimiento del Papa Francisco y la elección del futuro Papa que, sin duda, tendrá un gran impacto no solo para el futuro gobierno de la Iglesia sino para todo el orbe de la tierra. Numerosas películas y series en las distintas plataformas sobre el tema, interminables tertulias de televisión y radio, redes sociales, medios de comunicación tradicionales y digitales, todos han entrado en una espiral de opiniones que la mayoría de ellas giran alrededor de las posiciones más avanzadas o no sobre determinadas cuestiones que hoy están planteadas en la sociedad actual. 

Para una parte de estos opinadores, la Iglesia debería adaptarse equivocadamente como un guante a una nueva realidad, eligiendo un Papa que reúna las condiciones personales e incluso políticas adecuadas para sus diferentes posiciones. Para muchos de ellos el Cónclave que se iniciará el 7 de mayo, se ha convertido en una campaña electoral al uso, tratando inútilmente de influir en los 133 cardenales electores. Conviene aclarar que la elección del sucesor de Pedro, nada tiene que ver con la de un gobernante de un Estado civil y menos aún con la misión que tendrá que desempeñar durante su mandato. La Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis” de Juan Pablo II y reformada por Benedicto XVI, recoge la esencia y el fundamento del origen de la potestad del Sumo Pontífice y su elección: “Siendo verdad que es doctrina de fe que la potestad del Sumo Pontífice deriva directamente de Cristo, de quien es Vicario en la tierra, está también fuera de toda duda que este poder supremo en la Iglesia le viene atribuido, mediante la elección legítima por él aceptada, juntamente con la consagración episcopal”

Es por eso que esta elección no responde a criterios puramente humanos. Hay una intervención divina a través del Espíritu Santo que es invocado en los prolegómenos de la elección. La falta de formación e información de no creyentes y también, en ocasiones, de los propios católicos, les hace negar o desconocer la intervención del Paráclito. El Cardenal Ratzinger en una entrevista a la televisión de Baviera fué muy explícito; “yo no diría que el Espíritu Santo elige al Papa. pues no es que tome el control de la situación sino que actúa como un buen maestro, que deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos”. Llega incluso a afirmar que “hay muchos Papas que el Espíritu Santo no hubiera elegido…”

Por eso algunos teólogos dicen que no se garantiza que el elegido sea “el mejor” en sentido absoluto, sino que Dios puede sacar bien de decisiones humanas imperfectas. Desde mi experiencia personal a lo largo de mi vida he llegado a conocer y convivir como hijo de la Iglesia con siete de sus Pastores, desde Pío XII al Papa Francisco. Creo que los Cardenales enclaustrados en el Cónclave, acertaron en las personas que la Iglesia y el mundo necesitaban para afrontar  dos de los periodos más convulsos y conflictivos de la humanidad y que acontecieron durante los siglos XX y XXI. Dejemos que el Espíritu Santo los ilumine a partir del 7 de Mayo…