En corto y por derecho

El caso Moosbrugger

Ocurrió hace cien años, y lo refiere Robert Musil en su ‘El hombre sin atributos’. Un carpintero vienés asesinó y descuartizó a una prostituta, no escondió el cuerpo mutilado ni se ocultó y fue rápidamente detenido por tener otros violentos antecedentes. Durante el juicio rechazó los argumentos de los peritos psiquiátricos, Moosbrugger aseguraba que no estaba loco como pretendían, sino que era víctima de un acoso político, lo suyo había sido un ‘crimen político’. El jurado no tragó y le condenaron a muerte, pero su defensor «recurrió al tribunal de casación por pequeños vicios de forma». Sorprende que, salvando las obvias diferencias, estos peregrinos argumentos se sigan utilizando por el abogado ‘indepe’ de Cerdán.

Musil escribió su famosa novela entre 1930 y 1942, pero no pudo terminarla porque murió en Ginebra en el exilio, donde se había refugiado tras la anexión de Austria al III  Reich en 1938. Hasta 1978 no se pudo hacer una edición definitiva  aprovechando los múltiples borradores que dejó. Seix Barral la público en español en su edición completa en cuatro tomos.  Hermann Broch y él fueron contemporáneos y coincidieron en Viena, pero sus relaciones fueron siempre tirantes, de alguna manera competían por una misma posición. Tenían demasiadas cosas en común, Musil era un ingeniero apasionado por las matemáticas y Ulrich, el protagonista de su libro, era matemático. Broch, aunque tardíamente, estudió cinco años de matemáticas en Viena. Su mundo y visión de la literatura coincidían, así como el drama que supuso el exilio para ellos. Broch consiguió huir a Estados Unidos, desde donde intentó con todas sus fuerzas, a pesar de todo, un visado para Musil que no llegó a tiempo.

Ambos murieron en la sesentena, lo que dificultó que se les concediera el Nobel. Thomas Mann estuvo detrás de ello, pero no fue posible. El gran beneficiado de aquello fue Hermann Hesse, aunque la gloria literaria la alcanzaron ellos gracias a sus dos obras magnas, el citado ‘Hombre sin atributos’ de Musil y  ‘La muerte de Virgilio’ de Broch.