Con la muerte de José Mujica, la izquierda mundial ensalza a un expresidente “progresista”. En el pasado la prensa sesgada, las ONG, las filiales de la ONU, los académicos apernados -también en Estados Unidos- han construidos mitos y proclamado mentiras respecto del desempeño y el legado de varios enemigos del desarrollo y de la calidad de vida de sus conciudadanos. Es el caso de Salvador Allende, Fidel Castro, Erich Honecker, Hugo Chávez y Néstor Kirchner. El aparateje multinacional se ha encargado de tergiversar la historia de los países y los actos de sus gobernantes. Mujica fue un buen tipo, charlista, generalista, socarrón y espontáneo. El gran legado de Mujica lo constituye esa frase maravillosa cuando expresó, sin darse cuenta que el micrófono estaba abierto: “Está vieja es peor que el tuerto” refiriéndose a Cristina Fernández y a su marido Néstor, ambos grandes delincuentes que se “afanaron” millonarios recursos de los argentinos.
Afortunadamente, los medios digitales han permitido el nacimiento de diarios nuevos que transmiten la verdad de la historia de los países y de sus fallidos jerarcas. Debemos rescatar la austeridad de Mujica, sus históricos discursos y sus buenas intenciones. Pero para hacer crecer los países se necesita de equipos eficientes y no olvidar que más Estado solo conduce a más pobreza.
