Francisco de Goya, no solo fue un pintor de época, sino el pintor de los toros por antonomasia. Sin ninguna duda, también pasó a la historia por otros merecimientos, y como principal actor, ser el pincel de cámara de Palacio en tiempos de Carlos IV, como igualmente el retratista oficial de la Casa Real.
Sus paletas y pinceles fueron los más costumbristas de todos los tiempos, concretamente la del pueblo de Madrid, asumiendo un madrileñismo total en su idiosincrasia, a pesar de su alma aragonesa.
Su tendencia lo manifestaba retratando los juegos populares, por ejemplo; “La gallina ciega”, además plasmando con precisión los avatares de la Villa y Reino en los primeros años del siglo XIX durante aquella afrancesada historia. Ahí radica la fuerza emotiva y dramática de “Los fusilamientos” y “La carga de los mamelucos”, que han dejado inmortalizada para siempre la estampa de la estancia en España de los invasores napoleónicos.
Además, Goya fue la nota desgarrada de sus propios caprichos, leyendas falsas o verdaderas, en este último caso, de los amores platónicos con una dama de la más alta alcurnia española, y que pintara en sus lienzos.
Ya dijimos en el artículo anterior, fue un gran admirador de nuestra fiesta de los toros. Por eso reflejó con tanto conocimiento lo que vio. Sabía de todas las acciones y facetas de la lidia, que aparte del pulso con su paleta o pincel se hermanó con la ciencia taurómaca, no solo de aficionado, sino como un gran entendido.
En su haber cuentan extraordinarias obras pictóricas referente a las actividades artísticas del mundo taurino, enumeraremos algunas de ellas: Niños jugando al toro, La novillada, La suerte de banderillas, El despeje de la plaza, El gayumbo, El licenciado de Farces, Los toros en Burdeos, etc.
Goya como gran entusiasta de la tauromaquia, además de sus sobrados dotes de inteligencia, pronto captaba los secretos y suertes del toreo, todo ello le valió para plasmar con sus pinturas, las magníficas técnicas cargadas de dramatismo y tensión gracias a la luz y el espacio visual conseguido, describiendo múltiples de escenas sobre la lidia, perpetuando el estilo o arte de un torero luchando frente a un toro bravo, creando belleza.
El célebre pintor y gran crítico de arte, Pierre Gassier, nacido en Etampes (Francia), el día 1-9-1915, una verdadera autoridad al enjuiciar y catalogar las obras de Goya, dijo al respecto: “Que bonito es la efervescencia de colores de una tarde de toros en la plaza maestrante rondeña pintada por el gran genio español”.
A decir verdad, este magnífico personaje francés del arte, le hicieron falta pocas palabras para hablar y describir al pintor mañico en algo tan esencial y tan verdadero.
¿Cómo podría permanecer insensible un aficionado a los toros tan grande, como fue el inmortal don Francisco de Goya y Lucientes?
Señores/as aficionados/as, piensen ustedes un poco lo que este eterno artista fue y representó para la Tauromaquia como para la Cultura Universal.