Sobre Héroes y Tumbas

Fracasar con estilo

Werner Herzog durante el rodaje de Fitzcarraldo1982 BlackieBooks - Enrique Pérez-Riesco
photo_camera Werner Herzog durante el rodaje de Fitzcarraldo1982 BlackieBooks - Enrique Pérez-Riesco

Con el estreno de la segunda parte de Dune a la vuelta de la esquina, viene a mi memoria el documental que vi hace unos años sobre el fallido proyecto del director Alejandro Jodorowsky de grabar esa película. Decir que Jodorowsky's Dune es una carta de amor al cine, sería emplear una frase manida hasta el extremo (a la par que cursi) pero no sería decir ninguna mentira. Porque en el documental, vemos que Jodorowsky es un embustero, un egocéntrico, "un colgado" y, en ocasiones, hasta bordea la sociopatía, pero lo que es indudable es que ama con todas sus fuerzas lo que hace; y lo que mejor hace es cine. 

No voy a detenerme en todas y cada una de las anécdotas que surgieron preparando la película que jamás llegó a grabarse, cómo entrenó a su hijo durante meses como si se tratase de un monje guerrero, cómo fue contactando y convenciendo uno a uno a los grandes nombres del siglo pasado para que apareciesen en su película: Dalí, Mick Jagger, Orson Wells... O cómo finalmente cuando se canceló la película y se le dio el proyecto a otro director (y nada menos que a David Lynch) él fue profundamente deprimido al cine a ver la película que no le habían dejado grabar, sólo para descubrir que aquello era un desastre monumental. Como lo hubiera sido su película a todas luces si hubiera llegado a grabarse, pero eso nunca lo sabremos. En cambio, ahora mismo esa película es la mejor película jamás hecha, precisamente porque nunca se hizo, y en la potencialidad las cosas pueden ser todo y nada, lo mejor, lo peor y, todo lo contrario.

Del mismo modo que la adaptación de Jodorowsky, este artículo ha estado a punto de no escribirse. Hace poco más de una semana, escribí el párrafo que acabáis de leer con la intención de continuar hablando de la faraónica producción del director chileno. Cuál fue mi sorpresa hace un par de días cuando leí en un periódico de tirada nacional un artículo idéntico.

Pensé entonces en todas las obras que nunca llegan a ver la luz. Las películas que no llegaron a rodarse, los libros que no llegaron a escribirse, los cuadros que no llegaron a pintarse… ¿Cuántos bocetos, borradores y guiones descansan en cajones conteniendo en su interior un increíble potencial? Nunca sabremos el número exacto, ni siquiera sabremos si de verdad ninguno de ellos merecía ver la luz del sol: sólo podemos especular. Pues es precisamente en la especulación, en el azar de lo que aún no es, donde estas obras pueden florecer.

Werner Herzog, quiso filmar en los ochenta la historia de Fitzcarraldo, un hombre que tenía el sueño de llevar la ópera al Amazonas. Al igual que de la adaptación de Dune, existe un documental sobre la grabación de esta película: Burden of Dreams. En él nos cuentan que la película se grabó casi en su totalidad e incluía a Mick Jagger en uno de los papeles protagonistas, pero tuvo que regrabarse de nuevo con otros actores porque Jason Robards cayó enfermo de disentería. El Rolling Stone no podía quedarse dos meses más en las selvas de Perú, y de esta forma terminó grabándose de nuevo la película con otros actores. El rodaje fue un absoluto infierno: tribus locales puestas en su contra, enfermedades, problemas técnicos, el complicado carácter de Klaus Kinski… Tanto es así que, por momentos, Herzog parece más el protagonista de su película que su director. Un loco que solo piensa sacar adelante un proyecto demente en el que nadie cree aparte de él. Pero al contrario que Jodorowsky, él sí logró acabar su película.

Tampoco debemos sentir pena por el director chileno, pues triunfó en su fracaso. No solo se ahorró el ridículo de dirigir una adaptación demencial de un clásico de la ciencia ficción (algo que no puede decir Lynch), sino que de su proyecto fallido nacieron unas inesperadas y fructíferas colaboraciones. Dan O’Bannon, que había sido contratado por Jodorowsky como supervisor de efectos especiales, conoció a H.R. Giger, y juntos, bajo la dirección de Ridley Scott, grabaron una de las cumbres de la ciencia ficción: Alien. Jodorowsky, por su parte, canalizó toda su frustración en crear junto al artista gráfico Moebius un cómic de culto, El Incal; donde pudo dar rienda suelta a su desbordada imaginación y a sus teorías metafísicas. ¿Cuál es la moraleja de esta historia? No creo que la tenga. Simplemente, la vida es así. A veces las cosas no suceden porque no tienen que suceder, y a veces, un fracaso, a la larga, es más dulce que la mejor de las victorias.

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